El partido ultranacionalista polaco que la diputada de Vox, Rocío de Meer, citó el miércoles con admiración en un tuit, identificándose con un mensaje que más tarde borró, es uno de los más agresivos, exaltados y extremistas del bestiario radical europeo. La formación antisistema ONR o Campo Radical Nacional, según sus siglas en polaco, se sitúa en la órbita antisistema que rechaza la democracia y combina la estética neofascista con el antisemitismo.
Además de haber estado prohibido durante mucho tiempo, el ONR se inspiró en la Falange Española, de quien adoptó el nombre en 1934. El vídeo rebotado por de Meer es uno más de los montajes propagandísticos que esta formación suele producir con la esperanza de llegar a alguien lo suficientemente ingenuo o mal informado como para difundirlo sin pararse a analizar su contenido. Aunque luego, como en el caso de de Meer, se arrepienta.
En el vídeo en cuestión se puede ver a Justyna Helcyk, una de las caras visibles del ONR, leyendo un texto arropado por imágenes de los desfiles que esta formación ha protagonizado en las celebraciones del Día de la Independencia en Varsovia. Encapuchados, bengalas, pancartas aludiendo a una "Europa Blanca", insignias y símbolos filofascistas, individuos rapados con camisas negras y botas militares desfilando en formación... Una parafernalia que recuerda a los tiempos en que fue fundado el ONR originalmente, cuando Europa estaba presta a autoinmolarse en la hoguera del autoritarismo y la guerra.
Helcyk, que coordina esa formación y ha sido calificada por el principal periódico polaco como la "brutal jefa", fue investigada por un delito de odio racial después de que en 2016 convocase una manifestación anti musulmana en Wroclaw donde dijo que "se creen que las mujeres blancas no musulmanas deben ser violadas. La Europa blanca se encamina al colapso. ¡Estamos gobernados por los imperialistas judíos y los recién llegados nos matarán a todos! ¡Vendrán por niños, ancianas y todos seremos decapitados! No permitiremos que el cadáver islámico destruya la nación polaca". Con anterioridad, el ONR protagonizó, por ejemplo, un incidente en el que se quemó públicamente un monigote vestido como un judío y celebró el cumpleaños de Léon Degrelle, el fundador de Christus Rex que tras pasar por las SS se exilió en España (murió en Málaga en 1994). Para el ONR, Degrelle fue "un gran revolucionario".
El discurso aplaudido por De Meer, diciendo que "Hay una Europa fiel a sus raíces. Que no se arrodilla ante la dictadura progre", se refiere a una Polonia que "no alimentará extranjeros mientras nuestros hijos pasan hambre", según Helcyk.
Aunque De Meer publicó el tuit con el vídeo de la líder del ONR incrustado, posteriormente lo borró. Pero este jueves ha publicado un nuevo tuit con el mismo texto en el que ya no aparece el vídeo sino la bandera de Polonia.
Afirmación difícil de sustentar cuando Polonia es un país donde, si algo marcha bien, es la economía, y precisamente gracias a los millones de extranjeros que mantienen en marcha el pujante mercado laboral polaco: ningún otro país de la Unión Europea (UE) ha concedido más permisos de residencia a no comunitarios en los últimos años, dando lugar a un movimiento poblacional casi sin precedentes en la Europa moderna.
La principal cadena de supermercados de Polonia paga vuelos, cursos de idiomas y papeleos a los ucranianos que quieran trabajar en alguna de sus 3.000 tiendas. La embajada polaca en Nueva Delhi se quejaba el año pasado de que era incapaz de despachar las más de 50.000 solicitudes de visado laboral para los indios y nepalíes que tienen en este país una salida laboral casi asegurada. La ciudad de Poznán tuvo que contratar a seis indios para su empresa municipal de autobuses incluso antes de que aprendiesen una palabra de polaco (usan el móvil para comunicarse con los viajeros), después de intentar sin éxito cubrir esos puestos de trabajo.
Homofobia e inmigración
"En la cooperación de esas naciones libres y soberanas creemos. Sin que nadie venga a imponernos delirios ideológicos". Esta afirmación de Rocío de Meer está en sintonía con la furibunda campaña contra las minorías sexuales que sacude a Polonia desde hace tiempo y que se ha convertido en una trinchera más de la guerra cultural a la que los ultraconservadores polacos han arrastrado a esta sociedad.
Un gobierno que califica a los LGBT de "experimento sociológico importado de Europa" y un presidente que calificó a este colectivo de "ideología, no personas" y "un virus peor que el coronavirus", han creado el caldo de cultivo perfecto para que la homofobia, ingrediente habitual de las ideologías intolerantes, se haya convertido en un asunto político. No hace mucho, la televisión pública polaca decía en un titular que "España vive bajo la dictadura LGBT".
"No estamos interesados en las políticas de la UE ni en sus cuotas de inmigración. Repito: no es nuestro problema", se dice en el vídeo. La Unión Europea, que proporciona a sus ciudadanos la libertad de movimiento, ha sido una tabla de salvación y una gran oportunidad para los millones de emigrantes de la diáspora polaca en el seno de la UE.
Por otro lado, Polonia es el mayor beneficiario de las ayudas al desarrollo de los fondos distribuidos desde Bruselas y en los últimos quince años, Varsovia ha recibido el equivalente a 1,2 veces su PIB en transferencias europeas. Finalmente, la Unión no impone cuotas de inmigración. Sí exige que sus socios acepten un pequeño número de refugiados extranjeros que provienen de países en guerra, como Siria. Algo a lo que Polonia se ha negado, traicionando su compromiso de socio leal a los principios de humanidad y solidaridad que inspiraron el nacimiento de la UE.
El primer ministro Morawiecki dijo el año pasado que, para los polacos, "la UE está para llenar sus bolsillos, no para aceptar experimentos sociales o imposiciones de valores extranjeros".
La "Europa fiel a sus raíces. Que no se arrodilla ante la dictadura progre" a la que se refiere de Meer tampoco hay que buscarla en el ideario de ONR, más bien al contrario. Los escuadrones paramilitares de este grupo impusieron por la fuerza la segregación antisemita e, inspirándose en la Falange de José Antonio y acentuando aún más que en el caso español sus vínculos con la Iglesia, promulgaron la eliminación de todas las minorías no polacas del país con la excusa de una supuesta conspiración judeobolchevique.
Sus desmanes violentos llegaron al punto de que el gobierno polaco los ilegalizó. Tras seguir operando con distintos nombres y disfraces ideológicos, resurgieron al calor de la crispación política que sacude Europa. Desde hace años, mantienen una red de afinidad basada en la conveniencia mutua con partidos de extrema derecha europeos como el Jobbik húngaro, Forza Nuova de Italia o los españoles de Democracia Nacional.
Si la intención de de Meer ha sido lanzarle un guiño a este club de extremistas periféricos, o si su apoyo en las redes a un mensaje escrito con los renglones más torcidos del nacionalismo (palabra con la que concluye el vídeo de ONR y término del que Vox ha renegado siempre) es el producto de la inconsciencia y la desorientación, es difícil de decir. Pero, como decía Gramsci, en el claroscuro de la indecisión es donde habitan los monstruos.