El tercer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump se celebró el 19 de octubre de 2016 en la popular Universidad de Nevada-Las Vegas. Igual que en los dos anteriores, dio la sensación de que Trump se había inmolado con sus interrupciones constantes y su vocabulario muy poco cortés. Las encuestas, que recogían una ventaja demócrata de 2,3 puntos justo antes del primer debate -casi un empate técnico- se dispararon hasta los 5,4 puntos una semana después del tercero.
En tres semanas, cualquier opción republicana de triunfo parecía desaparecer. Fue entonces cuando James Comey y el FBI se decidieron a investigar los emails privados de Clinton en busca de pruebas de corrupción y todo cambió: de los 5,4 puntos a falta de diez días para las elecciones, se pasó a los 1,6 a falta de cuatro. Hillary había perdido tres cuartos de su ventaja en solo seis días. Ni siquiera la noticia de que el FBI levantaba la investigación le ayudó a recuperarse en los estados clave.
Cuatro años más tarde, los debates tampoco le han ido demasiado bien a Donald Trump. No es su escenario y no tiene nada que ganar. Convencer a moderados nunca ha sido su punto fuerte. Trump es un líder carismático capaz de entender qué es lo que la gente pide y ofrecérselo enfáticamente. No es un hombre de grandes discursos, profundos razonamientos ni respuestas rápidas.
Tampoco lo es Biden, por otro lado. El caso es que, de nuevo, la ventaja demócrata ha crecido en el período del primer debate a la resaca del segundo. Lo que eran 7,1 puntos el 29 de septiembre, son ahora mismo 8. No es un aumento tan llamativo como el de 2016, pero a falta de diez días para las elecciones, Trump no necesita empates o derrotas por la mínima. No hay partido de vuelta. El martes 3 de noviembre se decide todo y para cuatro años.
Esa ventaja actual de 8 puntos (llegó a ser de más de 10 la semana pasada, eso es cierto), le da a Biden mucho margen de cara a los comicios. Son 2,6 puntos más de los que tenía Hillary y de momento el FBI está de lo más tranquilo. Aunque el partido republicano y sus medios afines han intentado mover el avispero de las relaciones de Hunter Biden (hijo del ex vicepresidente) con hombres muy oscuros de la política ucraniana, lo cierto es que no se ve cuál va a ser el cisne blanco que cambie el curso de estas elecciones.
Trump ya no necesita una remontada, sino un milagro, una catástrofe ajena. El futuro ha dejado de estar en sus manos y todo depende de lo que a su rival le pase en estos diez días.
En el último mes, el escenario apenas ha variado: incluso cogiendo la media de encuestas no ponderadas del portal 270toWin, que son más favorables para los republicanos que las de FiveThirtyEight, pues Nate Silver sí pondera los sondeos por fiabilidad, la situación es muy similar en casi todos los estados clave. ¿Cuáles son esos estados clave? Bueno, son demasiados, la verdad.
No está de más repetir que Trump necesita ganar sí o sí en Georgia, Florida, Carolina del Norte, Ohio y Arizona. Si pierde cualquiera de ellos, habrá perdido las elecciones. Si los gana, tendrá que ganar también en Pennsylvania, Michigan, Wisconsin o Minnesota. En 2016, ganó en los tres primeros venciendo a unas encuestas adversas. Este año, la ventaja demócrata vuelve a ser inmensa.
Trump podría incluso perder en Iowa, donde ahora mismo las encuestas dan un empate absoluto, si luego gana Michigan o Pennsylvania. A su vez, puede ganar Nevada y tampoco le serviría de nada sin uno de los estados del medio-oeste mencionados. ¿Cómo está la situación actual? A continuación, podemos ver las estimaciones de 270toWin y de FiveThirtyEight para comparar.
ESTADO | 270TOWIN | FIVETHIRTYEIGHT |
Ohio | Trump +0,8 | Trump |
Iowa | Empate | Biden +1,3 |
Georgia | Biden +0,4 | Biden +1,0 |
Arizona | Biden +0,4 | Biden +3,9 |
N. Carolina | Biden +2,3 | Biden +2,9 |
Florida | Biden +3 | Biden +3,8 |
Nevada | Biden +5,6 | Biden +6,5 |
Wisconsin | Biden +6,2 | Biden +6,5 |
Michigan | Biden +6,8 | Biden +8,1 |
Minnesota | Biden +7,2 | Biden +8,0 |
Pennsylvania | Biden +7,3 | Biden +6,3 |
De los once estados que, de alguna manera, pueden decidir estas elecciones, Trump pierde en nueve o en diez, depende del portal. Incluso en el que gana, Biden está dentro del margen de error. Siendo muy benévolos con el candidato republicano, podemos conceder que tiene opciones en Georgia, Arizona, Carolina del Norte y Florida por aquello de que la diferencia es menor de cinco puntos (aunque en Arizona y Florida, donde llegó a estar por delante en algunas encuestas de septiembre, la desventaja sigue ampliándose). Más complicada es su situación en Nevada y los cuatro estados del medio oeste, donde Michigan y Minnesota, al menos, parecen completamente fuera de su alcance.
Nos quedan, por tanto, Wisconsin y Pennsylvania. Recordemos que Wisconsin tiene que ir en el pack con Iowa para que sirva de algo. Si nos fijamos en las últimas encuestas en ambos estados, las más recientes, no observamos ningún cambio de tendencia.
En Pennsylvania, la CNN le da 10 puntos de ventaja a Biden entre votantes probables e incluso Fox News le da 5 puntos. El Muhlenberg College apuesta por un punto medio: 7 de ventaja para Biden. En cuanto a Wisconsin, Fox News también da 4-5 puntos de ventaja para los demócratas. Morning Consult directamente da 12. Quedan diez días y Trump tiene que aspirar a algo más.
El presidente necesita llegar al próximo martes con una diferencia nacional no mayor de cinco puntos y cruzar los dedos. Debería mostrar una tendencia al alza en los estados del medio-oeste que le coloque a 3-4 puntos como mucho, igual que sucedió en 2016. El asunto, y aquí volvemos al inicio, es que no hay un James Comey que pueda revolucionar aunque sea involuntariamente el proceso electoral.
Joe Biden no es el candidato más popular del mundo, pero es complicado encontrarle una tacha moral que decepcione a sus votantes potenciales. Siempre ha sabido mantenerse cerca del poder sin mancharse demasiado las manos. Seguro que durante estos diez días, la campaña republicana intentará buscar cadáveres dentro de todos los armarios. Otra cosa es que consigan encontrarlos. De lo contrario, su situación es más que delicada. Con todo, si Nate Silver le sigue dando un 13% de posibilidades, no podemos dar la carrera por cerrada. De cada ocho veces, Trump solo gana una… pero con una le basta, claro.