Trump tenía razón cuando dijo en el debate final de la campaña que él no es “un político típico”. Tiene talento para poner el listón bajo, así que, en comparación con el anterior debate, es fácil aplaudir su comportamiento relativamente moderado en este.
Ahora bien, es para maravillarse y digno de mención comprobar cómo sus mentiras, ataques infundados, culpas descargadas sobre los demás y fanfarronería sin fin hubieran causado un alboroto en boca de cualquier otro candidato antes de de 2016, y ahora nos hemos vuelto inmunes ante ese comportamiento y nos quedamos impresionados cuando muestra un poco de moderación.
Esto supone un grave problema para analistas políticos y periodistas. Podemos devanarnos los sesos tratando de encontrar palabras que describan adecuadamente cuán indignante, horrible y desconcertante resulta todo a la vez, pero ni aun así nos acercaríamos. Los debates solían ser una cuerda floja sobre la que poner a caminar a los candidatos, y aunque acudían a repetir argumentarios preparados, quizás dejaban uno o dos titulares con una nueva declaración política o algún desliz.
Para poner esto en perspectiva, conviene recordar algunos errores históricos en debates. En 1976, Gerald Ford dijo: “No hay dominación soviética en Europa del Este, y nunca la habrá bajo una administración de Ford”. En 1992, George H.W. Bush miró su reloj mientras un miembro de la audiencia le preguntó cómo le había afectado personalmente la recesión. Al Gore suspiró muchísimo ante las declaraciones de George W. Bush durante los debates de 2000. Todo esto suena como un juego de niños después de Trump.
Desafortunadamente para Trump, hubo momentos en los que Biden pareció vencer su tartamudeo de toda la vida
Sin duda, interrumpió menos esta vez. El recurso de silenciar los micrófonos para evitar interrupciones no tuvo mayor impacto. Es más, los asesores de Trump le suplicaron que dejara hablar a Biden esta vez, convenciendo al presidente de que, de esta manera, su rival podría cometer errores por sí solo.
De lo que probablemente sus asesores no consiguieron convencerle, dado que Trump se cree el mejor y el más popular, es de que una primera intervención en el debate cargada de intimidación y ladridos dejaría a todos, salvo a sus seguidores más fervientes, convencidos de que es un idiota. Las encuestas lo confirmaron, con una reciente ventaja de Biden de más de 10 puntos.
Desafortunadamente para Trump, hubo algunos momentos en los que Biden pareció vencer su tartamudeo de toda la vida, que por lo demás no cometió errores importantes.
Biden hizo algo inteligente antes del debate, adelantándose a la cuestión de “llenar la Corte Suprema” con más jueces si se aprueba la nominación de Amy Coney Barret. Dijo en una entrevista que establecería una comisión bipartidista para estudiar una posible reforma judicial en el caso de salir elegido presidente. Una pregunta sobre este asunto estaba por tanto en los planes del debate, pero nunca surgió.
Biden hizo en cambio una revelación política sorprendente: que trabajaría para eliminar gradualmente el petróleo y que empezaría por eliminar los subsidios a la industria petrolífera. Pero de nuevo, comparado con el drama de Trump, esta controvertida declaración de interés periodístico se ha quedado fuera en los principales análisis.
Casi en cada turno de palabra, Trump produjo algo que se habría sido considerado un error enorme incluso para sus propios estándares. Elija entre todas estas mentiras su favorita: “Nadie ha hecho más por la comunidad negra que Donald Trump excepto, quizá, Abraham Lincoln”. “Él [Biden] no hizo nada excepto construir jaulas para meter a niños”. “He pagado millones y millones de dólares. Y es peor que pagar. Yo pago por adelantado. Se llama prepago de impuestos”.
Las encuestas no cambian mucho en las últimas dos semanas de campaña, y alrededor de 42 millones ya han votado
Luego estaba lo indescifrable, tal como: “Mientras él [Biden] vendía almohadas y sábanas, yo vendía antitanques a Ucrania. Nadie ha sido más duro en Rusia que Donald Trump”. Los usuarios de Twitter quedaron perplejos con esa última declaración.
Quizás lo más impactante fue el tira y afloja sobre la corrupción y los lazos con el extranjero. Sin embargo, en general, se ha pasado por alto lo profundamente extraño que resulta ver a dos candidatos presidenciales usando esa palabra en el debate. Pero corren tiempos extraños.
El debate fue la oportunidad también de cada candidato de hacer un alegato final ante los estadounidenses. Cuando se le preguntó qué diría en su toma de posesión, Trump comenzó afirmando: “Estamos en el camino hacia el éxito”. Luego pasó a un largo ataque a Biden.
Por su parte, las palabras de Biden hablan por sí solas: “Lo que está en juego es el carácter de este país, la decencia, el honor, el respeto, tratar a las personas con dignidad, asegurarse de que todos tengan las mismas oportunidades. No ha sido así en los últimos cuatro años”.
¿Cuánto importa todo esto? Las encuestas generalmente no cambian mucho en las últimas dos semanas de campaña. Además, alrededor de 42 millones de personas ya han votado. Está claro que el último fin de semana antes del día de la votación de 2016, algunos indecisos optaron por Trump, pero entonces había muchos más indecisos que ahora. Los pocos votantes inseguros que sintonizaron el debate de este jueves por la noche [viernes en España] pudieron ver una versión más “normal” de Trump, pero aun así se lo puso difícil.
*** Alana Moceri es experta en relaciones internacionales, escritora y profesora de la Universidad Europea de Madrid.