En medio del ruido incesante que generan las continuas crisis que han afectado a Francia desde que en 2017 Emmanuel Macron alcanzó el Elíseo, a la que se ha sumado este año la pandemia de la Covid, el presidente ha comenzado a preparar ya las elecciones que en la primavera de 2022 deben decidir si sigue cinco años más en el puesto. Un horizonte al que se aproxima
Aunque él mismo esconde sus cartas y asegura que ni siquiera es seguro que busque la reelección, toda la maquinaria macronista está ya en marcha para sentar las bases de su continuidad en el cargo. En ese contexto, 2021 es un año clave, el que quedará en la memoria de los electores cuando medio año más tarde introduzcan su voto en las urnas.
Así pues, muchos responsables políticos confiesan que es hora de poner rumbo a 2022. "El periodo que se abre es el que debe fusionar el mandato actual con la elección presidencial", declara el centrista François Bayrou, fiel allegado de Macron, al diario Le Figaro.
Atrás quedan unos años convulsos, marcados por una gran confrontación social, huelgas contra las reformas de la empresa pública de ferrocarriles y de las pensiones o las protestas incesantes de los "chalecos amarillos". Todo ello, acallado desde febrero pasado por la gran crisis del coronavirus, que sin duda redistribuyó las cartas de la política y colocó al presidente ante un nuevo panorama.
Por un lado, señalan sus fieles, la eclosión de la Covid-19 detuvo el reloj reformista, pero al tiempo ha relegado al olvido las polémicas del inicio del mandato. Macron espera sacar partido de su liderazgo durante la pandemia, aparecer como un estadista de alto rango, capaz de tomar decisiones firmes en momentos delicados, lo que puede elevar su carisma frente a sus rivales.
"En la crisis, el presidente ha reforzado su peso político, su capacidad electoral, su identificación con el puesto", señala el ministro de Comercio Exterior, Franck Riester, a Le Figaro. Ese aura no será suficiente para ganar las presidenciales de 2022, pero sí es una buena base para afrontar la carrera.
El próximo día 31 deberá pronunciar un nuevo discurso de Año Nuevo en el que sentará las bases de lo que puede ser su plataforma de reelección. Todavía estará muy centrado en la lucha contra el coronavirus, en la que Francia está pagando un elevado precio.
Pero el Gobierno francés piensa ya que la reconstrucción tras la batalla ofrece posibilidades para transformar el país y ahí también puede obtener ventaja el presidente.
Frente a una extrema derecha que vacila entre un europeísmo tibio, una derecha conservadora que no encuentra un líder que encarne la era "post Sarkozy" y una izquierda en busca permanente de la unidad, Macron cuenta con un plan de relanzamiento dotado de muchos millones. Él mismo se encargó de pelearlo en Europa hasta el punto de aparecer, junto a la canciller alemana, Angela Merkel, como uno de sus adalides.
Un baremo concreto
Ahora falta encontrar la forma en la que las políticas encuentren un eco real en la vida de los ciudadanos. Una obsesión de Macron, temeroso de que todas sus reformas se queden en grandes principios pero que la gente no tenga sensación de que su vida ha mejorado.
Por ello, ha encargado a su ministra de Función Pública, Amélie de Montchalin, la elaboración de un baremo concreto, en el que todo el gabinete quedará retratado sobre el avance de sus reformas.
El presidente francés afronta 2021 con la imperiosa necesidad de remontar en los sondeos, después de tres años marcados por las crisis de todo tipo y con la vista puesta en su reelección en 2022.
"Es una especie de 'servicio postventa' de las reformas, para dar credibilidad a la palabra política, porque los ciudadanos solo esperan una cosa: que mejoremos su vida cotidiana", explica De Montchalin a Le Monde.
Lo mismo opina Macron, que en una reciente entrevista al semanario Le Point aseguraba que "la crisis de confianza no es tanto por los discursos que por la distancia que hay entre las palabras y los actos".
Pero en su equipo saben que no basta con eso y 2021 debe servir también para encontrar las reformas profundas que permitan a Macron dejar una huella en el país.
Su antecesor, el socialista François Hollande, pasará a la historia como el presidente que aprobó el matrimonio homosexual y, antes que él, el conservador Nicolas Sarkozy, como quien liberó el mercado laboral.
Macron necesita un cartel con el que presentar sus cinco años en el Elíseo, algo que dé crédito a su deseo de que los franceses le confíen otro mandato.