"El 11-S unió mucho no solo a los neoyorquinos sino a todos los americanos en muchos sentidos, aunque lo cierto es que para muchos de nosotros, la respuesta a los atentados que tomó nuestro Gobierno después, aún sigue siendo un elemento de división", apunta Phoebe, una contable de Florida afincada en Nueva York desde hace más de 15 años y cuyo primo estuvo destinado en Afganistán.
"La guerra ha sido larga, compleja, horrible y sin éxito... y continúa en más de 80 países", tal y como recordó en una reciente conferencia Catherine Lutz, co-directora del proyecto de investigación Costs of War y profesora de asuntos públicos e internacionales en la Universidad Brown. Según los datos que maneja Lutz, 20 años después de que comenzara la misión del ejército estadounidense en Afganistán, el coste de la guerra global contra el terrorismo asciende a 8.000 millones de dólares y 900.000 muertes.
"El Pentágono y el Ejército de EE. UU. han absorbido la gran mayoría del presupuesto federal discrecional, y la mayoría de la gente no lo sabe. Nuestra tarea, ahora y en los años venideros, es educar al público sobre las formas en que financiamos esas guerras y el alcance y consecuencias de esa financiación", destaca la profesora de Brown.
Deber patriótico
En respuesta a los ataques del 11-S, cientos de miles de estadounidenses se alistaron en el ejército. Para muchos, se trataba de una cuestión de honor, de deber de proteger y servir a su país, de respeto hacia las cerca de 3.000 personas que perdieron la vida en los ataques en Nueva York y Washington D.C. Según United Service Organizations USO, 181,510 estadounidenses se alistaron en el ejército en el año siguiente al 11 de septiembre.
Pese a la creencia popular, lo cierto es que las cifras de reclutamiento militar no aumentaron sustancialmente en los años posteriores al 11 de septiembre. De hecho, el Ejército cumplió con sus objetivos de alistamiento en 2001 y 2002, pero ya en 2005 no alcanzó su cifra objetivo de reclutar a 80.000 nuevos militares.
Aunque muchos se alistaron para “vengar a sus muertos del 11-S”, lo cierto es que la crisis económica y las dificultades para encontrar empleo “han hecho más por el reclutamiento que los ataques de las Torres Gemelas”, según un oficial de reclutamiento consultado por El Español que prefiere mantener el anonimato.
En una entrevista de 2015, Angelo Haygood[AG1] , subdirector de operaciones de reclutamiento de la Fuerza Aérea, explicó que a todos los reclutas se les pregunta cuáles son las tres razones principales para unirse al servicio. En siete de los últimos 10 años, los reclutas han citado el "patriotismo" como una razón para unirse a las Fuerzas de Seguridad del Estado, aunque para Haygood, no se puede decir que lo sucedido el 11 de septiembre de 2001 fuera ni el único ni el principal motivo para alistarse en las Fuerzas Aéreas.
La gran mentira
Un veterano de guerra que prefiere mantener el anonimato explica que “no puedo decir que me volviera 'patriota' a raíz del 11-S.” “Lo que sucedió fue triste porque se debió a las mentiras de la gente,” añade en una conversación con EL ESPAÑOL.
“Al final, las mentiras, el odio y el engaño que motivaron la decisión de enviar a las fuerzas estadounidenses a Iraq y Afganistán no pudieron ser respaldadas por hechos. Pensándolo en retrospectiva, lo que hizo el gobierno de Bush fue simplemente decir que habían encontrado armas de destrucción masiva, que Sadam Hussein había apoyado a los talibanes, que los iraquíes y los afganos eran nuestros enemigos. Pero a día de hoy, siguen aparecer todas esas supuestas pruebas, no ha sido más que una gran mentira.”
“Estados Unidos continuó con su carrera armamentística tras la Guerra Fría y necesitaba una 'excusa' para colocar todos esos equipos de seguridad. Ha sido todo una gran mentira. Desde los noventa, todos los gobiernos vendieron armas a los llamados 'revolucionarios' que de hecho eran matones, delincuentes y miembros de regímenes dictatoriales. Ellos (el Gobierno) nunca han dejado de llenarse los bolsillos, mientras ignoraban las necesidades del personal de su propio ejército”, denuncia este militar retirado.
No entendemos Afganistán
“Estados Unidos no debería haber entrado allí; no teníamos por qué luchar contra lo que era una revolución internacional. No entendemos la realidad de Afganistán y nunca la entenderemos”, sentencia un antiguo miembro de los Marines que participó en la guerra entre las dos Coreas en los años 50.
En el extremo opuesto de esta realidad se encuentra María, quien no puede disimular su alivio. Su hijo se alistó hace dos años en los marines, nada más acabar el instituto. La sombra de un más que posible servicio en Afganistán pendía sobre toda la familia desde hace meses. “Es una tragedia lo que está pasando con toda esa pobre gente; ver a madres suplicando a nuestros soldados que se lleven a sus bebés le rompe el corazón a cualquiera. Y aunque estoy orgullosa de mi hijo y de su decisión de alistarse para intentar ayudar a gente en situaciones como ésta, no puedo evitar sentirme aliviada sabiendo que no va a tener que ir a Afganistán”.
"Hemos fracasado"
N.S. sirvió con las Fuerzas de Seguridad del Ejército del Aire estadounidense en Iraq. Cuando hace balance sobre estos veinte años en general y la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán en particular, reconoce tener “sentimientos encontrados”. “¿Cuándo hubiera sido un buen momento para marcharse? Hemos estado allí (Afganistán) tanto tiempo y dejado tanta gente atrás…”
“Siento que hemos fracasado en nuestra misión. No hemos preparado a los afganos bien, es más, les hemos dejado en una situación horrible. No hemos cumplido con nuestros compromisos y eso, entre otras cosas, pone en entredicho las operaciones de nuestras fuerzas de seguridad en el futuro”, concluye N.S.