El lavado verde o lavado de imagen verde viene del término anglosajón ‘greenwashing’, una forma de propaganda en la que se realiza un marketing verde de manera engañosa para promover la percepción de productos, objetivos o política de una organización sin respeto con el medio ambiente con el fin de aumentar sus beneficios.
En el caso de Marruecos, utiliza esta técnica para atraer inversores extranjeros al Sáhara Occidental que después le reconozcan su soberanía sobre este territorio no autónomo y pendiente de descolonizar, además de etiquetar productos obtenidos en el Sáhara como marroquíes. El gobierno ha asignado enormes extensiones de terreno para proyectos solares en el Sáhara Occidental, a pesar de que el 90% de la energía en el país vecino se importa del extranjero.
Esto es lo que denuncia la organización Western Sahara Resource Watch (WSRW) en el informe ‘Greenwashing occupation’ que se publica este miércoles. Documenta cómo “los proyectos de energía renovable de Marruecos en el Sáhara Occidental mantienen una ocupación extranjera ilegal y prolongan el conflicto”.
“La energía es utilizada por industrias que saquean los recursos no renovables del territorio y brindan oportunidades de trabajo que atraen a más colonos de Marruecos. También puede, con el tiempo, exportarse al extranjero, incluida la UE”, denuncia el documento.
Es parte del giro diplomático de Marruecos hacia los países africanos, utilizando su experiencia con las energías renovables y empresas para atraer apoyo para obtener el reconocimiento de su soberanía sobre el territorio del Sáhara Occidental.
WSRW es una organización que trabaja en la situación de los recursos naturales en el Sáhara Occidental. Está formada por organizaciones y activistas de más de 40 países que investigan y hacen campaña contra las empresas que trabajan en asociación con el gobierno marroquí en el Sáhara Occidental. Se creó en 2004 y trabaja en solidaridad con el Frente Polisario.
Piden la salida de las empresas energéticas
Ninguna de las compañías que participa en la industria de las energías renovables dentro del Sáhara Occidental, incluidas las más implicadas (la italiana Enel y la española Siemens Gamesa) ha aclarado a WSRW si ha intentado, al menos, obtener el consentimiento de los habitantes del territorio.
En cambio, se refieren a una supuesta “consulta” de las “partes interesadas” o la población local. Es el mismo enfoque adoptado por la Comisión Europea en sus acuerdos comerciales y pesqueros con Marruecos.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) dictaminó el 29 de septiembre de 2021 que el enfoque de la UE en el Sáhara Occidental es ilegal. El Tribunal declaró explícitamente que el Frente Polisario es el representante del pueblo saharaui, que debe obtenerse su consentimiento y que una “consulta” con la “población” no puede sustituir el requisito legal del consentimiento saharaui.
Teniendo en cuenta el derecho internacional aplicable elaborado en esta reciente sentencia, WSRW exige “una salida inmediata de todas las empresas energéticas del territorio ocupado”. Además, pide a los estados que “cuestionen los informes climáticos sistemáticamente erróneos de Marruecos”.
En declaraciones a EL ESPAÑOL, Erik Hagen de WSRW, hace un llamamiento a la comunidad internacional, “no debe permitir que Marruecos utilice proyectos de energía renovable para lavar de verde sus violaciones del derecho internacional. Es importante que los Estados miembros de la ONU protesten por esta práctica continua”.
Además, insiste en que “Marruecos está cambiando el ‘statu quo’ sobre el terreno a través de estos proyectos. La reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en octubre debería oponerse a este peligroso y creciente desarrollo”.
Sin embargo, las empresas extranjeras justifican su instalación en el Sáhara Occidental como “beneficiosa” o de “no hacemos política”, entre otras. Por ejemplo, Siemens Gamesa afirma que “una mejora de la infraestructura energética aportará un valor real a las comunidades y personas, a nivel nacional y local”, según recoge el informe de WSRW.
Autosuficiencia energética
Desde 2009, Marruecos ha adoptado una ambiciosa política energética que coloca a las energías renovables en el centro del mix energético nacional. Para 2030, la proporción de recursos renovables deberá alcanzar el 52% de la capacidad instalada. Claro que para ello cuenta con las zonas de viento y sol, incluidas las del Sáhara Occidental.
El país vecino está cambiando a la energía solar y eólica para satisfacer sus necesidades energéticas y reducir su dependencia de las importaciones de energía. Además, también está estudiando la posibilidad de aprovechar el potencial de la energía eólica y geotérmica en alta mar. Y en el Sáhara Occidental, el potencial es enorme.
El Banco Mundial sitúa el potencial de energía eólica marina del Sáhara Occidental en un 169 por ciento mayor que el de Marruecos. De ahí, la enorme importancia del territorio para la deseada autosuficiencia energética de Marruecos.
Este informe expone todos los proyectos de energía renovable existentes y previstos en el Sáhara Occidental. Estima que la energía producida por el viento en este territorio podría constituir el 47,20% de la capacidad eólica total de Marruecos para el año 2030. Para ese mismo año, la proporción de energía solar generada en el Sáhara podría estar entre el 9,70% y el 32,64% de la capacidad solar total de Marruecos.
La ubicación de la nueva planta solar de 150 MW en Dajla también es reveladora. Se instalará en un área llamada El Argoub, que ha experimentado un verdadero auge en la agroindustria. Las grandes plantaciones e invernaderos que producen frutas y verduras para la exportación son propiedad de conglomerados marroquíes-franceses o del propio rey Mohamed VI.
El documento también advierte de que existe un riesgo real de que la UE en el futuro dependa de los proyectos energéticos marroquíes en el Sáhara Occidental para satisfacer sus propias necesidades energéticas.
Desde el cambio de siglo, ha habido intentos infructuosos de convertir el Sáhara en la batería solar de Europa. El proyecto 'Desertec', un plan respaldado por la industria alemana para obtener el 15% de la energía europea del norte de África para 2050, colapsó en 2014. El Plan Solar Mediterráneo, que preveía una cooperación energética más estrecha en todo el Mediterráneo, se disolvió en 2013 debido a la falta de apoyo político. Pero la ambición de exportar energía del desierto a Europa todavía está en las agendas de ambos lados del Estrecho de Gibraltar.
Por eso, Erik Hagen de WSRW, mantiene que “las empresas europeas involucradas deben tomar nota de la reciente sentencia del TJUE y detener una mayor participación en el sector a menos que hayan obtenido el consentimiento explícito de los saharauis”.
Además, esperan que las empresas de inversión internacionales tracen una línea clara: “invertir en el sector renovable es generalmente algo bueno, pero tales inversiones no pueden basarse en violaciones de derechos humanos”.