La detección en los países del sur de África de la nueva variante ómicron —que según los primeros datos es altamente contagiosa y podría escapar en parte a la protección de las vacunas— ha vuelto a dejar al descubierto la enorme desigualdad en el acceso a las inyecciones.
Ahora mismo, el 43% de la población mundial ha recibido la pauta inicial completa. Pero esta cifra global esconde grandes diferencias de cobertura, que van desde el 67% en la Unión Europea hasta apenas el 7% en el continente africano.
"En verano de este año, había una división entre el Norte y Sur, básicamente. Desde entonces, Asia y América Latina han sido capaces de recuperar terreno muy rápidamente, hasta alcanzar niveles de vacunación que son también muy impresionantes.
El resultado es que, un año después de que se administrara la primera vacuna, la división es entre África y el resto del mundo", relata un alto funcionario europeo.
"Es una situación que no nos podemos permitir. Las poblaciones, regiones o continentes que están menos vacunados son una posible fuente de mutaciones y nuevas variantes. Es algo que ya ha pasado en el continente africano. Todos tenemos interés en aumentar la tasa de vacunación en África porque nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo", apunta.
El G-20 se ha comprometido a vacunar al menos al 70% de la población mundial para mediados de 2022, algo imposible de alcanzar si no mejoran sustancialmente las cifras en África.
Desde el primer momento, la Unión Europea se marcó un triple objetivo: proteger lo antes posible a su población, exportar vacunas a los países que pueden permitírselo y donar dosis a los países más pobres. De hecho, los contratos de compra anticipada firmados por Bruselas con las farmacéuticas ya incluyen la posibilidad de donaciones.
Las dos primeras metas se encuentran en vías de cumplimiento. Además de haber vacunado al 67% de su población, la UE ha exportado 1.400 millones de vacunas producidas en su territorio a un total de 150 países en condiciones de mercado. Si Europa hubiera cerrado sus fronteras como hizo Estados Unidos, países como Japón, Canadá, Australia o Corea del Sur no hubieran podido vacunar a su población, presumen en Bruselas.
En el tercer objetivo, las donaciones a los países más pobres, la UE acumula un gran retraso. Los europeos se han comprometido a donar 250 millones de dosis de forma directa o a través de la alianza internacional Covax para finales de 2021, y alcanzar los 700 millones de dosis a mediados de 2022.
A principios de diciembre, los Estados miembros han donado 353,4 millones de dosis (bilateralmente o a través de Covax), pero sólo 116 millones se han entregado ya a los países destinatarios. Incluso Estados Unidos ha superado ya a la UE al haber enviado efectivamente a países pobres más del doble de dosis: 270 millones.
¿Cuáles son los factores que están retrasando la llegada de vacunas a los países de África? Durante la primera mitad del año, el principal obstáculo fue la falta de dosis debida a los problemas de fabricación de los laboratorios. Una escasez general de vacunas que derivó en una fuerte crisis política en la propia UE, con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en el ojo del huracán. "No podemos donar dosis que no existen", se justifican las fuentes consultadas.
Una vez que la fabricación alcanzó velocidad de crucero, el siguiente obstáculo han sido las trabas burocráticas y legales impuestas por los laboratorios. Para poder realizar las donaciones a través de Covax, la UE ha tenido que firmar "acuerdos trilaterales" con cada uno de los productores con los que tiene contrato (Pfizer, AstraZeneca, Janssen y Moderna) y con la alianza de vacunas Gavi, que tenía sus propias exigencias. "Han sido negociaciones largas y difíciles", afirman en Bruselas. Por fin los acuerdos ya están operativos: prueba superada.
Sin embargo, de los 308 millones de dosis que los Estados miembros ya han transferido a Covax (otros 45,2 millones se han donado de forma bilateral), sólo 72 millones han sido entregadas a países pobres. ¿Cuál es el problema? En primer lugar, Covax tiene que encontrar países que estén dispuestos a aceptar estas dosis. "Parece algo obvio, pero no lo es, porque para muchos de estos países recibir una gran cantidad de vacunas es demasiado difícil de gestionar, no están preparados", señalan las fuentes.
Otro escollo son los conflictos en la región. La UE tenía preparada una gran entrega para Etiopía, pero la situación de guerra en el país impide llevarla a cabo.
La siguiente dificultad son los permisos regulatorios en los países receptores. Por ejemplo, recientemente los Estados miembros han donado 62 millones de dosis de Moderna, pero esta inyección todavía no está aprobada en muchos países africanos, lo cual retrasa la entrega. Finalmente, también hay problemas logísticos, como la cadena de frío que exigen las vacunas de ARN mensajero o la escasez de jeringuillas especiales.
Bruselas disculpa muchos de estos obstáculos porque se trata del inicio de un proceso de vacunación mundial que no tiene precedentes. "Probablemente, el año que viene las cosas serán más fáciles porque los acuerdos ya están firmados y los países receptores ya tienen toda la infraestructura. Esperamos que el año que viene sea más fácil cumplir rápidamente los compromisos", confían las fuentes consultadas.
"El problema más difícil de afrontar, y estamos trabajando con la Unión Africana, con los medios de comunicación y con ONG, es la reticencia vacunal en algunos países. Es algo que no sólo está alimentado por los medios locales, sino también por agentes y medios externos, y lo tenemos que abordar si queremos aumentar la tasa de vacunación", explica el alto funcionario europeo.
¿Y qué hay de las críticas de la Organización Mundial de la Salud a Europa o Estados Unidos por acaparar vacunas para las dosis de refuerzo mientras queda tanta población desprotegida en África? "Estimamos que el año que viene produciremos en Europa 3.600 millones de vacunas. Son muchas más de las que se necesitan para la dosis de refuerzo y también para donar a los países más pobres. Comparar las dosis de refuerzo en la UE con los problemas en África no es justo", replican en Bruselas.
La UE mantiene además su oposición frontal al levantamiento de las patentes de las vacunas. Argumenta que no serviría de nada si no va acompañado de una transferencia tecnológica y además restaría incentivos a las farmacéuticas para innovar, algo más necesario que nunca para hacer frente a ómicron y las nuevas variantes.
El Ejecutivo comunitario sostiene además que esta medida no será necesaria. El año que viene se producirán en todo el mundo 22.000 millones de dosis. La UE tiene previsto invertir 1.000 millones de euros para poner en marcha plantas de fabricación de vacunas en Ruanda, Senegal y Sudáfrica. Rusia y China también han desarrollado centros de producción en todo el mundo.