El Ministerio de Defensa de Rusia ha denunciado este lunes que Ucrania planea con apoyo de Occidente llevar a cabo un boicot de la Pascua ortodoxa, fechas durante las cuales tienen previsto atacar con morteros móviles una serie de iglesias ortodoxas en varias regiones ucranianas.
"Kiev, con apoyo de una serie de países occidentales, concluye los preparativos de una serie de sofisticadas provocaciones monstruosas, con gran cantidad de víctimas en las regiones de Zaporiyia, Mikoláiv, Odesa, Sumy y Járkov", declaró el jefe del Centro de Control de Defensa Nacional de Rusia, Mijail Mizintsev.
Según el coronel general, se han preparado más de 70 grupos móviles en vehículos todoterreno, equipados con morteros, con el fin de "bombardear templos e iglesias ortodoxas en la noche de Pascua (del 23 al 24 de abril) y culpar a los militares rusos de asesinato en masa de la población civil durante esta celebración sagrada".
Mizintsev señalo que Kiev pretende invitar a periodistas occidentales para mostrarles "los desmanes de los rusos" y "difundir inmediatamente" noticias falsas.
"Las provocaciones que preparan las autoridades ucranianas muestra su total indiferencia respecto al destino de sus propios ciudadanos", indicó el alto militar.
El representante del Ministerio de Defensa ruso llamó a la ONU, la OSCE, el CICR y otras organizaciones internacionales "a incidir en el régimen de Kiev para evitar esta provocación inhumana, que desdeña todas las normas de la moral y el derecho humanitario internacional".
"Advertimos de antemano a todos los países del 'Occidente civilizado' dirigido por EEUU, de que Rusia tiene todas las pruebas sobre los preparativos del régimen de Kiev para cometer estos terribles crímenes", dijo.
Mientras, la máxima autoridad de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kirill, sigue justificando la invasión de Ucrania. Kirill se ha situado inexorablemente al lado del presidente Vladimir Putin y su respaldo a la guerra es prácticamente diario.
Son numerosas las ocasiones en las que Kirill ha llamado a la población a "abrazar el poder" para "demostrar solidaridad y rechazar a los enemigos externos e internos".
Kirill dirige a su rebaño desde una imponente catedral dorada que se levantó para celebrar la victoria de Rusia sobre Napoleón. Desde allí, semana tras semana, el poderoso líder de la Iglesia ortodoxa rusa trabaja para garantizar que todos los fieles participen en la invasión de Ucrania.
Ya sea advirtiendo sobre los "enemigos externos" que intentan dividir al "pueblo unido" de Rusia y Ucrania, o bendiciendo públicamente a los generales que lideran a los soldados en el campo, el patriarca Kirill se ha convertido en uno de los patrocinadores más destacados de la guerra. Sus sermones calan entre la población y, en algunos casos, incluso complementan la retórica que usa Putin para justificar el asalto de las ciudades ucranianas y la matanza de civiles.
Desde que Putin pusiera en marcha su 'Operación especial', las declaraciones de Kirill han causado un profundo cisma en la Iglesia Ortodoxa global. Tal y como informa el diario The Washington Post, ha habido sacerdotes en Ucrania y en otras partes de Europa y Estados Unidos que han condenado su defensa de la guerra. Incluso en Rusia docenas de clérigos de menor rango han roto con el patriarca y han firmado una carta abierta para condenar la invasión.
Los sacerdotes ortodoxos de Ucrania han ido incluso más allá. En una petición abierta que dieron a conocer la semana pasada, más de 320 de ellos acusaron al patriarca de predicar "herejía" y pidieron a los líderes de la iglesia mundial que lo lleven ante un tribunal para decidir si debe ser depuesto.
"Kirill ha cometido crímenes morales al bendecir la guerra contra Ucrania y apoyar plenamente las agresiones de las tropas rusas en territorio ucraniano", denunciaron. "Es imposible para nosotros permanecer de ninguna manera bajo la sumisión canónica del manto del patriarca de Moscú".
El patriarca ruso, lejos de unificar a sus fieles está consiguiendo justamente lo contrario: dividir a su rebaño. Sus postulados son favorables a Putin y cada día se alejan más de la caridad cristiana, los criterios morales y los derechos humanos.
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