Sobre el terreno, las tropas rusas culminarán la conquista de Mariúpol y desalojarán a los últimos resistentes de su acería. Pero en la memoria de muchos europeos sonará el rugido del líder del grupo ucraniano Kalush Orchestra delante de 200 millones de telespectadores de Eurovisión en directo, muchos más en las redes: "Por favor, ayudad a Ucrania, ayudad a Mariúpol, ayudad a Azovstal, ya mismo".
Fue un "venceréis pero no convenceréis" al final de 'Stefania', escrita originalmente por el frontman del grupo, Oleg Psiuk en homenaje a su madre. "Encontraré siempre el camino a casa, aunque todas las carreteras son destruidas", dice la letra. Lo que entonces era metáfora, es ahora sangrienta realidad tras la invasión ordenada por Putin.
"Después de todo, con la guerra adquirió un significado adicional, la gente identificó la madre con Ucrania y la canción anidó en los corazones de mucha gente", declaró la pasada semana el mismo Psiuk.
El entusiasmo de la audiencia en Turín se transformó en un oleada paneuropea que batió todos los récords con 439 puntos. Si para los jurados profesionales, Sam Ryder del Reino Unido (283 puntos), Suecia y la española Chanel habían sido mejores y sólo habían dado 192 puntos a los representantes del país martirizado por las bombas, el público (el pueblo me parece un poco excesivo) paneuropeo plebiscitó su causa. Ganó con 631 puntos logrando la máxima puntuación en 28 de las 40 naciones participantes.
Cierto, Rusia no es una democracia con un sistema de opinión libre. Seguramente en el Kremlin no se ve Eurovisión y menos en una edición en la que han sido excluidos. Seguramente a Putin le parezca una mamarrachada el mix de folk y rap y su triunfo una manipulación de una noche que se abrió con 'Give peace a chance' de John Lennon, coreada por la multitud. ¿Lennon, cuantas divisiones? Podría haber dicho Putin como Stalin al ministro francés de Exteriores, Pierre Laval ("¿Cuántas divisiones tiene el Papa?").
Atascado en el frente militar, superviviente a las sanciones económicas de la Unión Europea, Putin ha encajado en los últimos días una fuerte derrota política con la decisión de Finlandia de integrarse en la OTAN, formalizada este domingo. Si uno de los motivos de la invasión de Ucrania fue la ampliación hacia el Este de la Alianza Atlántica, a Rusia le ha salido el tiro por la culata porque ésta se amplia ahora hacia el Norte, con Suecia dispuesta a seguir los pasos de Finlandia.
¿Y va a preocuparse por la bofetada popular de un concurso de canción ligera, convertida en la gran juerga gay anual? Debería. Desde hace 66 años, la noche de Eurovisión es el momento anual que más europeos hacen lo mismo al mismo tiempo. La causa rusa es notoriamente impopular en toda Europa. Más desde anoche. Más le valdría a Putin buscar una salida, aprovechando los auspicios de Francia y Alemania. Antes de que la única opción que le quede, sea echar a volar las mariposas del átomo, es decir, apretar el botón nuclear.
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