El príncipe saudí Mohamed bin Salmán y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, avanzaron este miércoles en la restauración de unas relaciones dañadas por el asesinato en 2018 de un periodista crítico en Estambul, y bajo la perspectiva de cuantiosas inversiones saudíes para la maltrecha economía turca.
Mohamed bin Salmán fue recibido en el palacio presidencial de Ankara con un protocolo de jefe de Estado de primer orden, incluyendo una tropa a caballo que llevaba las banderas turca y saudí hasta el palacio.
El encuentro, sin embargo, estuvo cerrado a los medios y la Presidencia turca se limitó a emitir un breve comunicado protocolario.
"El presidente Recep Tayyip Erdogan se ha reunido en el complejo presidencial con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán Al Saud, que se halla de visita oficial en Turquía", fue la única información oficial sobre el encuentro.
El príncipe saudí llegó a Ankara procedente de Jordania en una gira por la región que arrancó este martes en El Cairo, acompañado por una numerosa delegación política y económica.
[Las 'cartas ocultas' de Erdogan sobre el crimen de Khashoggi comprometen el futuro de MBS]
Inversiones millonarias
Las esperadas multimillonarias inversiones saudíes podrían tener un efecto positivo importante para Erdogan de cara a las elecciones presidenciales y parlamentarias de junio de 2023, justo cuando la devaluación de la lira y la disparada inflación, del 70%, tienen muy enfadada a gran parte de la población.
Con todo, una encuesta que acaba de publicar la empresa demoscópica MetroPoll, señala que el 60% de los turcos se oponen a estrechar lazos con Arabia Saudí.
La emisora estatal TRT informó de que se van a firmar acuerdos en sectores como el turismo, la sanidad y la industria militar, y de que los dos líderes tratarán también asuntos regionales e internacionales.
Erdogan culpa al príncipe
Ankara y Riad mantenían relaciones distantes desde el secuestro y asesinato en el consulado de Arabia Saudí en Estambul de Jamal Khashoggi, un periodista saudí en su día cercano al régimen de su país pero que se marchó al exilio en 2017, cuando Mohamed bin Salmán, con el que se mostró muy crítico, fue nombrado heredero.
Erdogan achacó el crimen "a las más altas esferas" del reino, aunque exculpando al rey Salmán bin Abdulaziz, en lo que se ha interpretado como una alusión al príncipe, el gobernante de facto del país.
La Justicia turca inició un juicio en ausencia contra 26 ciudadanos saudíes, hasta que a principios del pasado abril se cerró el caso, poniendo fin a una de las principales investigaciones para condenar a los culpables.
Ese mismo mes de abril, Erdogan marcó el arranque de una nueva era con un viaje oficial a Arabia Saudí, donde fue recibido por el rey, Salmán bin Abdulaziz, con el que buscó acuerdos de cooperación bilateral en los sectores de salud, energía, seguridad alimentaria, industria de defensa y finanzas.
Durante aquella visita, se reunió también con el príncipe heredero.
[Erdogan: "Algunos de los detenidos por el 'caso Khashoggi' han sido asesinados"]
La maltrecha economía turca, con una inflación interanual que este mes supera el 70%, impulsa a Erdogan a mejorar sus relaciones con las monarquías del Golfo para atraer sus inversiones a Turquía.
Dinero en vez de honor
La visita ha sido duramente criticada por la oposición, que acusa a Erdogan de actuar por dinero en contra del honor y los intereses del país.
Pero Khashoggi no es el único factor que había distanciado a las dos mayores potencias geopolíticos de la región.
La relación entre Turquía y Arabia Saudí ya quedó agrietada por el apoyo de Erdogan a los movimientos prodemocráticos de la llamada primavera árabe entre 2010 y 2012, a Catar y al movimiento de los Hermanos Musulmanes, a los que Riad considera "terroristas".
[El "salvaje asesinato" de Khashoggi, paso a paso, según Erdogan]
Además, Turquía siempre ha mantenido una relación de buena vecindad con Irán, intentando mediar para levantar las sanciones internacionales sobre el país, mientras que Arabia Saudí hace lo posible para aislar a Teherán, su gran adversario geopolítico.
Además del interés en recibir una inyección económica, varios analistas ven en el giro de Erdogan, subrayado por la visita del príncipe a Ankara, un mensaje a Estados Unidos de que Turquía quiere recomponer las relaciones con los aliados de Washington en el Golfo Pérsico.