La pesadilla de Putin: la ausencia de efectivos rusos da a Ucrania la iniciativa por primera vez
El sueño de la 'Nueva Rusia', de la unificación del este de Ucrania con el sur, desde Járkov a Odesa, se está viniendo abajo poco a poco.
6 agosto, 2022 02:42El 4 de julio, hace ya más de un mes, las tropas rusas daban por finalizadas las operaciones militares en la ciudad de Lisichansk, completando de esa manera la conquista de la región de Lugansk. En aquel momento, se abría la perspectiva de un avance sobre el “caldero” formado por Artemivsk, Kramatorsk, Sloviansk y el sur de Limán. La iniciativa parecía estar del lado ruso y las tropas ucranianas contaban sus bajas por más de doscientas al día. Fue entonces cuando, de repente, todo cambió.
El sueño de la Nueva Rusia, de la unificación del este de Ucrania con el sur, desde la ciudad rusófona por excelencia -Járkov- hasta el gran icono histórico y cultural que es el puerto de Odesa, se está viniendo abajo poco a poco. Desde aquel 4 de julio, las tropas rusas no han avanzado ni un kilómetro en dirección al oeste. Putin ha amenazado con misiles hipersónicos y la propaganda ha seguido funcionando al ritmo habitual, pero no han hecho lo mismo el ejército invasor ni sus distintos aliados.
Es cierto que, nada más conquistar Lisichansk, el alto mando ruso anunció una pausa para recomponer estructuras y reponer fuerzas, pero dicha pausa acabó hace tiempo y de hecho nunca se produjo del todo. Los ataques sobre Artemivsk no han cesado en ningún momento, como no lo han hecho los bombardeos sobre Mikolaiv en el sur. Según el Institute for the Study of War, podemos estar por primera vez ante un escenario bélico en el que es Ucrania quien tiene la iniciativa y la posibilidad de iniciar contraofensivas.
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De hecho, lo está haciendo en varias direcciones, aunque es cierto que el ejército ucraniano no está tampoco en disposición de grandes hazañas después de cinco meses y medio de lucha sin cuartel. Gracias a la llegada de las plataformas de lanzamisiles HIMARS, Ucrania lleva todo el verano castigando los centros de operaciones rusos en la retaguardia, algo que sin duda ha dado la vuelta a la tortilla. Al bombardear los arsenales depositados en Donetsk o en Jersón, han limitado muchísimo la operativa rusa, que tiene que buscar nuevas maneras de ganar terreno.
Las contraofensivas en Izium y Jersón
Si empezamos el análisis de la Nueva Rusia desde el norte, no se tarda mucho en apreciar los serios problemas a los que se enfrenta Rusia para cualquier tipo de avance. A petición personal de Vladimir Putin, el ejército invasor intentó lanzarse de nuevo sobre Járkov, ciudad que no pudo conquistar en su momento y cuyas inmediaciones abandonó a lo largo de los meses de abril y mayo para concentrar el mayor número posible de tropas y munición en el frente del Donbás.
El resultado ha sido el habitual: todos los ataques han sido repelidos y lo único que ha conseguido Rusia es que Ucrania no siga acercándose a la frontera con Belgorod, algo que tampoco parece interesar demasiado a las tropas de Zelenski, teniendo en cuenta que uno de sus compromisos con los Estados Unidos es precisamente no bombardear territorio ruso… o no hacerlo al menos con las armas suministradas.
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Si bajamos un poco más hacia el sur, detectamos actividad en torno a Izium, lo que nos invita a pensar en un repliegue ruso previo a una ofensiva ucraniana. Izium ha sido clave en el frente este como depósito de armas, centro de mando y lugar de descanso para las tropas rusas en la batalla de Lugansk. Perder Izium o tener que defenderla siquiera supondría un tremendo inconveniente para Rusia, que perdería un núcleo importantísimo en la zona y sufriría un corte inmediato de comunicaciones y transporte de suministros. Parece que ese es uno de los objetivos a corto-medio plazo del ejército ucraniano.
El otro se centra en el sur. La ofensiva sobre Jersón dura ya más de dos meses y es cierto que no se aprecian grandes avances en términos de territorio recuperado, pero la combinación de ataques de partisanos cada vez más intensos -el último, el 31 de julio, acabó con la vida de dos policías colaboradores de las autoridades rusas- con el bombardeo de puentes e instalaciones ferroviarias complica sobremanera el abastecimiento a las distintas ciudades conquistadas, hace peligrar su resistencia y provoca una cierta alerta ante la necesidad de proteger Crimea por encima de todo.
El bombardeo a los puentes
En las últimas semanas, se han observado continuos traslados de tropas desde el frente del Donbás al de Jersón. El sur es la clave del sueño de la Nueva Rusia, además de ofrecer esa seguridad a Crimea y acercarse peligrosamente a Odesa. El sur es, también, con sus cosechas y sus puertos con salida al Mar Negro, la condición de posibilidad del bloqueo al grano ucraniano, con el perjuicio que eso supone tanto para el gobierno de Kiev como para los países que dependen de dicho grano para su supervivencia.
Los ataques al puente Antonovski -cuyo éxito depende de quién cuente la historia- y a la línea ferroviaria cercana, con importantes destrozos, marcan un cambio en la estrategia ucraniana. Hasta el momento, se había confiado en una retirada ordenada de los rusos, al estilo de las que hemos visto en Kiev o en la propia Járkov. Ucrania ya no cree que esto vaya a ser así y ha optado por aislar a las tropas desplazadas a Jersón y dificultar el envío de más soldados y más armas. El problema es que no tiene suficiente munición para lanzarse a un ataque por tierra sobre la ciudad.
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Putin, que ha visto como de nuevo tiene que cambiar los planes sobre la marcha, sigue creyendo en la anexión mediante referéndum como gran solución para los problemas en la zona. El plan tiene algo de maquiavélico: si Jersón y Zaporiyia deciden, aunque sea sin unas mínimas garantías legales, convertirse en territorio ruso… y la Duma lo ratifica -algo que podría suceder tan pronto como en septiembre, aunque llevamos meses oyendo estos rumores y no acaban de concretarse-, Rusia siempre podría alegar que se está atacando territorio propio y amenazar con reaccionar en consecuencia.
Es el argumento de un trilero, de un tramposo, pero no está claro que Putin sea otra cosa a estas alturas. Su Nueva Rusia será con trucos de este tipo o no será nunca. Rusia no tiene capacidad militar para anexionarse los territorios necesarios. Lo que iba a ser un paseo se ha convertido en una pesadilla con unos 35.000 jóvenes muertos y otros 100.000 heridos. La situación está en tablas sin mucha posibilidad de desequilibrio. Ucrania se ha dado cuenta de que puede defender el este y a la vez intentar recuperar el sur, algo que no estaba nada claro. Rusia va mandando tropas por un territorio extensísimo según la necesidad cambiante. Eso, como hemos visto tantas veces, no suele acabar bien.