Durante meses, la guerra se ha centrado en controlar o recuperar el mayor número posible de territorios en el sur y el este de Ucrania en el menor tiempo posible. Ahora, sin embargo, con el mercurio en negativo en prácticamente todo el país y la nieve cubriendo varios puntos de la línea de frente, el conflicto se ha convertido en una cuestión de pura supervivencia.
Se espera que las temperaturas se desplomen hasta los -20º C en las próximas semanas, lo que ralentizará irremediablemente las operaciones militares en el campo de batalla. Así, el refugio y el calor se convierten en elementos esenciales para salvaguardar la integridad de los soldados, que tendrán cada vez más y más dificultades para avanzar. No obstante, el invierno, y en concreto el fin de la temporada de lluvias y de barro, dará paso a la congelación de los suelos, lo que permitirá avanzar rápidamente a los tanques y blindados de ambos contendientes.
Ante este escenario, las fuerzas ucranianas dicen estar preparadas para combatir en condiciones extremas gracias a la ayuda que ha ido enviando Occidente y a pesar de que Rusia ha dañado gran parte de las infraestructuras energéticas del país. Consideran, de hecho, que es el momento ideal para seguir hostigando a las tropas rusas.
Por su parte, el ejército del Kremlin, que ha perdido un número incontable de vehículos durante todo el conflicto, parece tener prisa por conseguir pequeñas victorias antes de que llegue oficialmente el invierno, por lo que ha acelerado sus contraataques en Bakhmut -donde está llevada a cabo una encarnizada ofensiva-, en el este de la región de Járkov y en el oeste de la de Lugansk, según el Institute for the Study of War (ISW). Eso presupone que los rusos adoptarán una posición defensiva en la época de frío.
De hecho, de acuerdo con el Ministerio de Defensa de Reino Unido, el ejército ruso se ha empantanado en el este y no tendrá tropas suficientes para lanzar una ofensiva en los próximos meses. Eso, según la inteligencia británica, ha llevado al presidente ruso, Vladímir Putin, a luchar para reconstruir su ejército y romper las líneas defensivas ucranianas entrada la primavera.
A pesar de ello, hay quien cree -como los analistas del ISW- que ni los rusos ni los ucranianos van a suspender sus ataques. Y es que Rusia, aunque falta de unidades mecanizadas, podría estar guardando un as en la manga: sus brigadas del Ártico, entrenadas para combatir en condiciones extremas.
Escuadrón en Ucrania
A finales de 2014, tras la anexión ilegal de la península ucraniana de Crimea, Moscú creó en el Ártico una nueva fuerza militar para proteger un territorio estratégico por su riqueza de recursos y por ser un emplazamiento desde el que proyectar poder en el Atlántico Norte. Esas nuevas unidades, que iban a unirse a las patrullas de la flota costera, estaban compuestas por dos brigadas de infantería mecanizada reforzadas con unidades de artillería de apoyo, defensa aérea y personal técnico, además de con vehículos especializados para el frío. Un comando situado en la localidad de Murmansk conocido como la 80.ª Brigada de Fusileros Motorizados del Ártico.
"Las formaciones árticas están armadas con vehículos todoterreno, incluidos vehículos de transporte de dos secciones, motos de nieve, embarcaciones anfibias. Las armas y los atuendos especiales contribuirán al cumplimiento exitoso de las tareas en las latitudes del norte. El entrenamiento de combate se brindará teniendo en cuenta las condiciones climáticas", señalaron entonces altos cargos militares rusos a la agencia de noticias estatal TASS.
Ocho años después, al menos una de las dos brigadas del ártico se encuentra en Ucrania, combatiendo en un entorno muy diferente al habitual. Este escuadrón no participó en la guerra durante los primeros meses, ya que permaneció en la frontera rusa con Finlandia.
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Sin embargo, según imágenes satelitales publicadas por la publicación finlandesa Yle, Putin envió al menos uno de esos grupos tácticos al campo de batalla en julio. Más tarde, en otoño, hay informes que sitúan al escuadrón ártico en el noreste de Jersón, de donde ahora se habrían retirado tras haber sufrido graves pérdidas.
La 80.ª brigada rusa está entrenada para luchar en la nieve, utilizando incluso motos de nieve o trineos tirados por perros. En este sentido, no sorprende que no haya sido una buena opción desplegarla en pleno verano, aunque podría ser muy efectiva para el frío invierno ucraniano. Habrá que esperar a ver si Putin decide optimizar sus fuerzas en vez de enviar al frente a personal mal entrenado, con una baja moral y disciplina y sin jerarquía.
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