El globo espía chino, derribado el pasado 4 de febrero por el Ejército estadounidense, vivió más de lo que le tocaba y un misil del F-22 le pilló donde no debía estar. Lo primero, porque los funcionarios chinos no activaron debidamente el sistema de autodestrucción que llevaba incorporado. En cuanto a lo segundo, Estados Unidos cree que realmente su función era espiar las bases militares de Guam y Hawái, pero que acabó en las costas de Carolina del Sur por capricho del viento.

Esta es la teoría que ahora mismo tiene más fuerza en la Inteligencia estadounidense. Así, el globo iba camino de Guam y Hawái -donde presumiblemente encontraría mucha más información que atravesando el pueblo de Billings-, cuando los fuertes vientos le dijeron que por ahí no, que tomara las nubes de Alaska y Canadá. Finalmente, esos vientos lo empujaron hasta Estados Unidos. Atravesó Montana, donde fue divisado claramente por muchos ciudadanos, y acabó ahogado en el Pacífico.

El continuo viraje en las hipótesis, desde uno y otro bando, demuestra que China y Estados Unidos están consiguiendo confundirse mutuamente. La reacción de una a las actuaciones de la otra está atravesada, frecuentemente, por el error.

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De hecho, este miércoles algunos funcionarios estadounidenses deslizaron que cada vez están más convencidos que los tres objetos voladores derribados el pasado fin de semana en Norteamérica, en un primer momento calificados como nuevos casos de espionaje chino, no constituían ningún tipo de amenaza. Incluso se sospecha que, en realidad, se trataba de objetos utilizados para la investigación científica.

Errores en cadena

Una de las cosas más llamativas respecto al asunto del globo chino era que las autoridades de Pekín no hubiesen conseguido destruirlo antes de que fuese capturado por el Ejército estadounidense. 

Según ha desvelado el 'The New York Times', el 28 de enero fue la primera vez que China intentó destruir el globo. En esos momentos, el espía volador se aproximaba a las islas Aleutianas y su trayectoria estaba más que descontrolada. Sin embargo, la función de autodestrucción automática no se activó correctamente y el globo siguió su curso, que era el del viento. 

Se cree que los operadores chinos podrían haber fallado también en el cálculo meteorológico y no hubiesen pronosticado bien las corrientes que había en Alaska en esas fechas. Otra opción que se baraja es que simplemente le dejasen seguir adelante para ver qué información podía recoger, pero que cuando quisieron dar marcha atrás ya no era posible.

Cuando ocurrió esto, el secretario y la vicesecretaria de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken y Wendy Sherman, contactaron con el portavoz de la embajada china Zhu Haiquan la tarde del 1 de febrero y le pidieron que su gobierno tomase cartas en el asunto.

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A las 12 horas de inacción, el Pentágono hizo pública la existencia del globo. Más de 24 horas después, hubo una reunión privada entre diplomáticos de China y Estados Unidos. Funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores chino se limitaron a excusarse con la embajada estadounidense en Pekín alegando que el globo era una máquina civil inofensiva que se había desviado de su ruta. Esta respuesta agitó el nerviosismo de la administración de Biden.

En otro encuentro entre diplomáticos, que tuvo lugar tres días después de que se desatase la crisis, los chinos dijeron que llevaban días intentando acelerar la salida del globo del espacio aéreo norteamericano, algo que pilló por sorpresa a los propios estadounidenses.

No obstante, para China ya era tarde. La presión sobre Biden iba en aumento y la decisión de derribar el globo para analizar sensores estaba tomada, con el consiguiente incremento de las tensiones entre ambos países. Aun con todo, Estados Unidos tampoco ideó la ejecución más adecuada ya que, por el efecto del impacto del misil, lo único que ha podido acabar analizando han sido los restos de la estructura del globo.

Muchas dudas

Aún hoy hay muchas cosas que el gobierno estadounidense sigue sin comprender. Aunque el globo estaba equipado con pequeñas hélices, las agencias de Inteligencia de EE.UU. no creen que tuviera el poder de cambiar drásticamente la velocidad o la dirección.

Tampoco se sabe cuál es la estrategia china respecto a sus globos. Estados Unidos afirma que el Ejército chino ha enviado ya dirigibles espía a más de 40 países de todo el mundo, lo que supondría una violación de la soberanía de esas naciones.

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"Tienen 260 satélites de inteligencia en órbita", dijo John Culver, ex analista de inteligencia estadounidense sobre China. "Son una gran potencia espacial. Esto puede aumentar esa capacidad".

"El gobierno chino sabe que Estados Unidos suele volar cientos, tal vez más de mil, aviones de reconocimiento frente a sus costas cada año. Están frustrados por no poder contraatacar. Este programa les da algo que pueden señalar internamente. Es un programa que tiene valor político para ellos y valor bélico", añadió.

Según se ha podido saber, el globo espía derribado sobre el Pacífico disponía de equipos y antenas con capacidad para recoger comunicaciones electrónicas, y transmitía señales cifradas a satélites chinos. Las autoridades estadounidenses aseguran que ese globo no pudo enviar ninguna información que China no tuviese ya.