Poco a poco, sin desbandadas y de forma organizada, parece que el ejército ucraniano se va retirando de Bakhmut antes de que los avances rusos impidan que dicha retirada se produzca de forma segura y ordenada. Era algo que se venía barajando desde hace varias semanas y sin duda supone un éxito propagandístico para Rusia, que lleva desde agosto sitiando la ciudad, tanto con su ejército regular como, sobre todo, con los mercenarios del Grupo Wagner, que han sostenido la ofensiva cuando en el Kremlin no parecían mostrar tanto entusiasmo.

La inminente caída de Bakhmut nos obliga a colocar toda la situación en perspectiva y hay que advertir de que no es fácil. De entrada, Bakhmut se ha convertido en el centro de atención y batalla durante meses sin que sepamos muy bien por qué. Cuando Eugeni Prigozhin, dueño del Grupo Wagner y, después, Sergei Surovikin pusieron esta ciudad en el centro de su diana fueron muchos los expertos que tuvieron que frotarse los ojos. 

Rusia estaba cediendo terreno en Lugansk, estaba cediendo terreno en Donetsk y venía de dos derrotas escandalosas en Járkov y Jersón, perdiendo kilómetros y kilómetros de territorio. ¿Qué hacían sus mercenarios y buena parte de sus tropas de reemplazo combatiendo farola a farola por una ciudad de 73.212 habitantes? ¿No habría sido más sensato enviar esas tropas a los frentes donde contraatacaban los ucranianos en vez de cebarse y convertir en ruinas un enclave cuya utilidad estratégica era discutible?.

Puente en Bakhmut.

El tiempo dirá. Es cierto que la toma de Bakhmut supone el acceso directo a dos vías importantes de comunicación: la autopista M03, que lleva a Sloviansk, la gran ciudad del Donbás ruso junto a su vecina Kramatorsk, y la T0513, que pasa por Siversk, aún en manos ucranianas y muy cercana al frente de Svatove-Kreminna. Llegados allí, quedarían a su vez a tiro de piedra de Limán, la gran joya de la corona de la contraofensiva de septiembre. Ahora bien, ¿ha merecido la pena emplear tantísimos recursos humanos y materiales solo para concederse esta oportunidad?, ¿tendrá eso consecuencias a corto-medio plazo?

Es inevitable comparar la situación con la de Severodonetsk el pasado mes de junio. La diferencia es que en Severodonetsk murieron muchos menos soldados rusos (y aliados) y el sitio duró menos tiempo, pero la disyuntiva que se le presentaba al ejército de Zelenski era similar: ¿nos retiramos o luchamos hasta el final para desgastar al enemigo? Ucrania eligió lo segundo y acertó. Sí, Severodonetsk cayó, como caería después Lisichansk, esta con mucha menos resistencia, pero el sufrimiento ruso fue tal que su ofensiva se paró en seco, provocó la necesidad de una movilización parcial y no pudo impedir la citada contraofensiva de septiembre que dejó a los ucranianos otra vez a las puertas de estas dos ciudades.

[Ucrania se retira de Severodonetsk y entrega una zona clave del Donbás al Ejército ruso]

Lo sucedido en Bakhmut supera con mucho lo ocurrido allí. Es imposible recurrir a cifras oficiales porque no las hay, pero las estimaciones hablan de decenas de miles de muertos por el bando invasor. Solo dentro de la estructura del Grupo Wagner se calcula que los fallecidos en acción podrían llegar a los quince mil, fruto de una estrategia suicida consistente en enviar tropas y tropas a campo abierto con la esperanza de que en algún momento el otro bando se despiste o, simplemente, no aguante la presión. 

Rusia pretende ganar la guerra del Donbás mediante aplastamiento. Pretende mandar tantos hombres a morir al frente que Ucrania, tarde o temprano, se quede sin soldados ni munición con los que defenderse. La urgencia de Zelenski a la hora de pedir armamento a Occidente va en ese sentido: la precisión y sofisticación occidental han de compensar la cantidad rusa. Es su única salida. Después de más de un año, ambos ejércitos están completamente agotados y seriamente diezmados. Ahora bien, Putin no tiene problema en ordenar otra movilización y mandar otros 300.000 hombres al frente. Le da igual que por el camino mueran 50.000 y otros 150.000 resulten heridos. Le es absolutamente lo mismo.

Las distintas opciones rusas

Ahora bien, que un problema te sea indiferente desde el plano moral no quiere decir que no tenga consecuencias desde el puramente práctico. Volvamos al ejemplo de Severodonetsk: ¿qué va a hacer ahora Rusia con Bakhmut , una ciudad fantasma? Efectivamente, tiene acceso por carretera a Siversk-Limán y a Sloviansk-Kramatorsk, pero no sabemos el estado de esas carreteras ni qué les espera a campo abierto según vayan avanzando. Las tropas ucranianas, recordemos, no han desaparecido, simplemente se han reubicado, entendemos que a tiempo.

La duda, lógica, es si intentará ese avance en dos direcciones, si solo elegirá una (en ese caso, parece que Siversk es un objetivo más razonable, puesto que pueden llegar refuerzos con facilidad por el flanco este) o si el excesivo número de bajas, los problemas esperables de munición y el agotamiento de sus hombres provocará algo parecido a lo de junio, es decir, un estancamiento en la ofensiva. Desde hace tiempo, corre el rumor de que Putin habría exigido a Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor y coordinador desde enero del ejército desplegado en Ucrania, la conquista total del Donbás antes del 31 de marzo. De ser cierto, ya pueden darse prisa.

Un soldado en Bakhmut.

Y en ese sentido, las prisas son malas consejeras. Vender Bakhmut como un éxito sería un error tremendo. El autodenominado segundo ejército del mundo se ha pasado meses y meses intentando ocupar una localidad del tamaño de Palencia. Al final lo ha conseguido porque solo faltaría, pero la imagen dada ha sido lamentable. Las tácticas suicidas y acumulativas llegan hasta donde llegan y lanzarse ahora a nuevos objetivos parece precipitado. Necesitarían refuerzos inmediatos y no está claro de dónde podrían sacarlos a corto plazo con suficiente preparación para una tarea así.

La única esperanza rusa es que, enfrente, tampoco tienen al ejército de julio de 2022. Tanto las tropas regulares como las de élite ucranianas están lógicamente cansadas. El heroísmo tiene también su fecha de caducidad. Por todo ello, es posible que Rusia se encuentre con una ventana de oportunidad si ese cansancio es realmente intenso. Desde luego, cuando llegue el armamento occidental, todo será mucho más complicado para los invasores. Ahí puede estar la clave de los próximos meses de guerra: si Rusia no ha sufrido tanto como pensamos y está para ofensivas incluso mayores, puede que sea su momento. Si las bajas son las que todos intuimos y Ucrania ha organizado un buen plan de defensa, puede que en verano tengamos otra contraofensiva más dura aún que la del año pasado.

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