Nandi llega a la entrevista cargado con su macuto, listo para viajar a Jersón a una nueva misión de operaciones especiales.

Nandi llega a la entrevista cargado con su macuto, listo para viajar a Jersón a una nueva misión de operaciones especiales. María Senovilla

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Un valenciano en la guerra de Ucrania: "Sólo puedes morir o volver. Caer preso de Rusia no es una opción"

Su nombre de combate es Nandi, lucha con las fuerzas especiales de la Legión Georgiana en Ucrania, y su trabajo consiste en adentrarse en territorio ruso y volver vivo para contarlo.

23 junio, 2023 03:12

"Es arriesgado porque si te cazan te van a dar matarile, y antes, te van a hacer pasar un rato muy amargo", explica con aplomo. "Aunque seas hombre, lo primero que hacen los rusos es violarte, todos lo sabemos: durante el combate van hasta arriba de drogas y alcohol, y lo primero que hacen es violarte", insiste Nandi.

Cada vez que este valenciano –de 50 años y padre de familia– cruza las líneas enemigas y vuelve con la información necesaria, está ayudando a un batallón ucraniano a recuperar su territorio. En eso consisten las patrullas de reconocimiento en profundidad (PRP) que le enseñaron a hacer en el Cuerpo de Operaciones Especiales del Ejército español, una experiencia que ahora le sirve para combatir como voluntario en Ucrania.

"El trabajo consiste en adentrarse en territorio enemigo, hacer fotos, grabaciones… y pasárselo al batallón ucraniano que lo necesita para planificar su ofensiva", resume. Podría parecer sencillo, si esto fuera una guerra entre caballeros –suponiendo que existan las guerras entre caballeros–. O al menos entre iguales.

Nandi, durante la entrevista, en uno de los cuarteles de la Legión Georgiana en Ucrania, donde este valenciano está combatiendo.

Nandi, durante la entrevista, en uno de los cuarteles de la Legión Georgiana en Ucrania, donde este valenciano está combatiendo. María Senovilla

Pero después de 16 meses de contienda, las prácticas rusas ya son conocidas por todos, y saben que las tropas del Kremlin no respetan los tratados internacionales, ni el Estatuto del Combatiente y el Prisionero de Guerra.

"Tienen un manual de torturas a seguir, con técnicas que incluyen desde limarte los dientes hasta practicarte las '21 rosas' –se detiene unos momentos para encontrar las palabras, y prosigue–: la técnica consiste en ir cortándote los veinte dedos de manos y pies, uno por uno, y dejan para el final el número 21, el que tenemos entre las piernas. Son salvajes", relata.

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"Además, a la Legión Georgiana la tienen un odio especial, porque el conflicto con ellos viene de muy atrás, y saben que somos una de las unidades mejor preparadas. Así que cazar a un georgiano para ellos es un plus… es mejor matarte a que te capturen, así que sólo hay dos opciones para nosotros: morir o volver con éxito de la misión", sentencia.

El cuerpo en el que Nandi está sirviendo en Ucrania –la Legión Georgiana– es uno de los que sufre más bajas, pero también de los que mejor reputación tienen en este conflicto. "Llevan la guerra en la sangre, por decirlo de alguna manera; llevan muchos años peleando con los rusos, y tienen mucha, mucha experiencia militar. Aquí hay muy buenos profesionales", explica.

No podría quedarse en el sofá

Para entrar en este cuerpo tuvo que demostrar su experiencia militar y "sobre todo la buena intención de estar aquí: aquí nadie viene a matar rusos", subraya. "La gran mayoría estamos aquí porque Putin se ha ensañado con los más débiles, con la población civil, y eso a la gente civilizada no nos deja quedarnos en un sofá sin hacer nada".

Lleva un parche de la Virgen de los Desamparados en su chaleco antibalas. Como buen valenciano, reconoce, tiene tres amores: "su madre, su Patria y su Virgen". Pero a medida que avanza la conversación, lo cierto es que sus palabras destilan un amor inmenso por la vida militar. "Nunca entré en combate con el Ejército español, nunca puse en práctica de verdad todos los conocimientos que me enseñaron", reconoce. Ahora lo está haciendo, y tal vez más de lo que le hubiera gustado.

Detalle del chaleco antibalas de Nandi, donde lleva un parche con la Virgen de los Desamparados junto a una insignia ucraniana

Detalle del chaleco antibalas de Nandi, donde lleva un parche con la Virgen de los Desamparados junto a una insignia ucraniana María Senovilla

"Eso que sale en la tele, de que los rusos son muy malos combatientes y se rinden, es mentira. Yo los he tenido muy cerca, y también son muy buenos. Habrá de todo, claro, pero a mí me han tocado delante muy buenos profesionales a los que se les nota la preparación y la experiencia", asegura.

Además del casco y chaleco en el que lleva a su Virgen, va cargado con su macuto. En cuanto acabemos la entrevista, partirá hacia Jersón con su unidad para llevar a cabo una nueva misión.

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Mientras hablamos, en uno de los cuarteles de la Legión Georgiana, van llegando otros soldados, también cargados con el macuto. Preparados todos para ir al frente sur.

Nandi los va abrazando, con una sonrisa en la cara, a medida que van llegando. "Los georgianos son muy parecidos a los españoles, tenemos buena sintonía; los ucranianos son más fríos, pero con esta unidad estoy muy a gusto", explica. Aunque son de distintas nacionalidades, se nota que se entienden perfectamente.

Con la mímica, los españoles son los mejores

"La comunicación muchas veces se basa en la mímica, sobre todo cuando estás al otro lado de las líneas rusas, ahí se habla poco. Y en eso de los gestos, los españoles somos los number one", asegura.

Pero llegar hasta el frente de combate no fue tan sencillo como hacer mímica. "Otros compañeros españoles, con los que había servido en el Cuerpo de Operaciones Especiales, también querían venir, pero cometimos el error de pasar por la Embajada de Ucrania en España: fue una pérdida de tiempo, no nos hicieron ni caso", dice. "Hay que venir aquí directamente, es la única manera".

Nandi asegura que no podía quedarse en el sofá, sin hacer nada, ante la agresión de Putin

Nandi asegura que no podía quedarse en el sofá, sin hacer nada, ante la agresión de Putin María Senovilla

Hablando sobre lo que se siente al estar aquí, Nandi asegura que la mejor sensación es la de volver entero de una misión. También hay momentos amargos: los funerales de los compañeros, "pero han sido tantos que al final te familiarizas con las despedidas", confiesa.

A lo que no se acostumbra es al "sabor amargo que se le queda cada vez que habla con su familia", y ellos le dicen que no quieren que esté aquí. "No sabes qué responder cuando te dicen 'esa no es tu guerra, tu sitio está en casa con nosotros papi' es duro", dice.

Este valenciano lleva casi seis meses luchando en Ucrania, junto a la Legión Georgiana, una de las que mejor reputación tienen en esta guerra

Este valenciano lleva casi seis meses luchando en Ucrania, junto a la Legión Georgiana, una de las que mejor reputación tienen en esta guerra María Senovilla

"Les prometí que me iba a quedar aquí seis meses, y luego volvía. Así que no me voy a quedar hasta el final de la guerra". Nandi cree que la contienda va para largo, y que falta mucho hasta que se sienten a negociar porque "como todas las guerras, ésta terminará en una mesa de negociación".

Verá el final desde Valencia, donde le espera su esposa y sus dos hijos –"la mayor me mete mucha caña, claro que tengo que volver", repite convencido–. También le espera su empresa de transportes. "Desde que estoy aquí, la empresa factura entre el 30 y el 40 por ciento menos, y voy a tener mucho trabajo por delante para remontar eso", confiesa antes de despedirnos.

Nandi nos muestra una de las zonas de adiestramiento para el combate urbano, donde él mismo entrena

Nandi nos muestra una de las zonas de adiestramiento para el combate urbano, donde él mismo entrena María Senovilla

Cuando parta hacia Jersón para la nueva misión, lo hará pensando en "don Fernando Rocha, de la Comandancia de Ceuta", el que una vez fuera su superior y al que considera "el mejor guerrillero de España". Y en cuyo honor, también, se ha puso Nandi como nombre de combate. "Le llamé para pedirle permiso, y me lo dio".

Se siente afortunado de haber aprendido de este oficial del Ejército español, pero ahora en Ucrania lucha a las órdenes de otro líder carismático, casi un mito: Mamuka "Ushangi" Mamulashvili, el comandante en jefe de la Legión Georgiana. "Cuando él va a vernos antes de la misión, sabes que todo va a salir bien, es difícil de explicar, pero es un honor servir a sus órdenes", concluye.

Se lo explicará a sus hijos pronto. No todo, porque –parafraseando a los que recorren el Camino de Santiago– dice que "lo que pasa en Ucrania, se queda en Ucrania". Pero al menos, cuando vuelva a su casa, podrá sentarse en el sofá junto a su familia con la conciencia un poco más tranquila, sabiendo que ha ayudado a su manera a detener la invasión rusa de Ucrania.