24 horas, es el plazo que ha dado el ejército israelí a la población de Gaza para abandonar el territorio. Este ultimátum implica una decisión que definirá el futuro de más de un millón de ciudadanos: quedarse en sus casas a esperar lo peor, una posible incursión del ejército de Israel, o bien intentar huir hacia el sur con destino al paso de Rafah, que conecta con Egipto. Si deciden esto último deben hacerlo entre bombardeos, sin luz, sin agua y con pocos víveres, algunos sin combustible y con una conexión a internet paupérrima. Es el caso del doctor Usama Alallouk, ha decidido arriesgar su vida para viajar a encontrarse con su hijo Raed, que le espera en Egipto."Decidle a Raed que estamos ya en el sur". Ambos iban a celebrar su boda el próximo 20 de octubre, pero la masacre cometida por Hamás hace siete días lo cambio todo. Ahora Raed, que había ido decidido a afrontar la guerra con los suyos, espera al otro lado de la frontera, en un pueblo egipcio para encontrarse con su padre. Les separan 10 kilómetros."Esta situación no va a quedar así para siempre", afirma. En la Sabana escucharás el testimonio de ambos y también el de Islam Handam, una española que nació en Gaza, atrapada en casa de sus suegros, situada en el este, junto con sus hijos, el menor de tres meses de edad."Estamos cansados de tanto esperar, no hay otra salida". Jara Atienza, redactora de Internacional, nos brinda un contexto geográfico e Ignacio Álvarez Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid, examina las consecuencias del ultimátum.
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