Entre los montes de Beni Arous, a unos 60 km de la ciudad de Tánger, se celebra el Mata Moussem, una carrera ecuestre de origen mongol con más de 800 años de antigüedad.
Durante tres días, cuando acaba la siega de los campos de trigo, cerca de 300 jinetes de varias tribus del noroeste de Marruecos compiten entre sí para apoderarse de una sencilla muñeca de trapo elaborada por las mujeres de la zona.
Montados a pelo, sin protección y con vestimentas tradicionales, se enzarzan en una carrera salvaje acompasada al ritmo de los gritos zaghareet y una música tan gutural como hipnótica. ¿El premio? En la antigüedad, casarse con la mujer más bella del poblado. Hoy, un cheque, trigo y el honor de haber ganado.
Esta tradición fue recuperada hace 12 años por la familia Baraka, descendiente directa del poeta Moulay Abdeslam, fundador del sufismo. En la actualidad, el Festival Internacional Mata, cuenta con el Alto Patrocinio del Rey Mohammed VI y ha conseguido ser reconocido como patrimonio inmaterial de la Organización Islámica Mundial de Educación, Ciencia y Cultura (ISESCO). El siguiente paso es conseguir inscribir la festividad en la UNESCO. Mientras, esta fiesta quiere seguir siendo un “espacio para el intercambio de culturas”.