Deirdre McCloskey: "Si triunfa Milei y pierden Putin y Trump, nos aguarda un gran futuro"
La economista estadounidense, una de las académicas más respetadas del país, habla de los nuevos liberales, los nuevos fascistas y la busca de Dios.
3 junio, 2024 02:54Deirdre McCloskey (Estados Unidos, 1942) se disculpa. “Usted habla mi idioma, y por desgracia yo no hablo el suyo, pero ¿me permite una broma en español?”. Claro. “La persona con tres idiomas es trilingüe. La persona con dos idiomas es bilingüe. La persona con un idioma es una gringa”. McCloskey ríe sin sujeción, levemente recostada en este bello salón de la Fundación Rafael del Pino. “En México”, continúa, “se parten cuando lo digo”.
Deirdre McCloskey es economista de la Escuela de Chicago, como Milton Fridman, y una de las profesoras más respetadas de Harvard. Tiene 81 años. Durante la mitad de ellos, aproximadamente, fue marxista, agnóstica y hombre. En esta mitad de su vida es libertaria, episcopaliana y mujer. Escribió una trilogía sobre la burguesía y unas memorias sobre su transición. Escribió, y escribe, sobre historia económica, filosofía moral, teoría literaria, feminismo, política, religión. Su biografía fascina como su bibliografía. No evita preguntas. A menudo, es contraintuitiva. Los temas son inagotables. El encuentro es demasiado breve.
¿Cómo son las vistas de Europa desde Estados Unidos?
Me preocupa mucho el giro hacia la derecha. Tampoco me gustó el giro anterior a la izquierda. Soy una gran defensora de Ucrania y espero de corazón que la Unión Europea, y también la OTAN, proporcione a los ucranianos lo necesario para derrotar a Putin, que es un grave peligro. Me pareció curioso que lo primero que hicieron los países del Este cuando entraron en la OTAN fuese recortar radicalmente su gasto militar. Pensaron que ya no era necesario, disponiendo del paraguas americano. Ahora son conscientes de que fue un enorme error. Me alegra que Alemania invierta más para asegurarse de que el fascismo de los rusos no tenga vía libre para expandirse. Pero no es el único fascismo que me preocupa.
¿A qué se refiere?
Al fascismo europeo. Orbán, Meloni, Le Pen, los alemanes de AfD, Vox. Están en todas partes. No hay país que no tenga alguno de estos.
Hace poco se reunieron en Madrid.
Me horrorizó la asistencia de Milei. Lo tengo en alta consideración. Creo que es el futuro de Argentina. Tiene los mimbres para salvar a los argentinos de sí mismos. Me horrorizó que hablara para esa gente. El problema es que muchos creen que el único análisis político que necesitamos parte del espectro que va de la izquierda a la derecha, y que todos deberíamos estar ahí dentro. Es una estupidez. Los liberales no estamos en ese espectro. No creemos en Estados grandes ni poderosos. Vivimos en la casa del árbol, por encima de ellos. Nos horrorizan ambos. Sólo quieren grandes gobiernos que sean como papá y como mamá. Sólo quieren ser tratados como niños. Yo llamo adultismo al liberalismo. Queremos que los españoles y los americanos y los franceses sean adultos, que no esperen que la merienda salga gratis. Milei se equivocó al hablar para esa gente. Y este es el problema en los Estados Unidos. Hay autodenominados libertarios que se han convertido al trumpismo. Consideran que hay que posicionarse en el espectro. Ven que Trump está en la derecha y le acompañan.
"Soy de la Escuela de Chicago, y sé lo suficiente como para saber que no sabemos lo suficiente sobre cómo controlar la economía"
Odian a la izquierda y eso les une.
Sí, se vuelven poco racionales, poco democráticos en las formas. Están preparados para luchar en las calles. Pasó por primera vez en Italia, luego en Alemania. Ignoran la historia. Usted es español. Ustedes sufrieron una gran guerra civil. Murió un millón de personas...
Usted me dice que Milei es un liberal, pero Milei vino a España a hacer campaña por Vox en las europeas.
Estoy de acuerdo. Sé que es una idiotez. Está perdiendo el rumbo. Pronto tendremos una conferencia en Argentina con algunos de los liberales más ilustres de todo el mundo. Parte de nuestro propósito será persuadir a Milei de que se mantenga en las ideas liberales. Me refiero, por ejemplo, a su voluntad de eliminar el Banco Central. Es una idea buenísima. Hay que estar loco [sic] para pensar que se puede planificar una economía. Soy una economista de la Escuela de Chicago, y sé lo suficiente como para saber que no sabemos lo suficiente sobre cómo controlar la economía, así que debemos dejar de intentarlo.
¿Qué sabe que no funciona?
Los frenos. Los frenos no funcionan. El volante es impreciso. Navegas en la niebla, pues no es posible predecir el futuro…
Pero ¿no esperan demasiado de Milei?
Mire, los argentinos lo intentaron con el peronismo durante 80 años y no les funcionó. El plan consistía en que uno mantenía al otro y el otro al uno. Milagro. Era absurdo. Milei lleva pocos meses en el cargo. No tiene la mayoría del Congreso de su lado, pero hace lo que puede. Es el único camino a seguir para Argentina; para el mundo, incluso. Es importante que le vaya bien a Milei, y que Trump y Putin pierdan. Si suceden las tres cosas, nos aguarda un gran futuro.
¿En todas partes?
En todas partes. De lo contrario la gente tendrá la tentación de seguir intentando planificar la economía. La planificación no funciona para una economía entera. En su vida y en la mía, tenemos que planificar. ¿A quién entrevisto mañana? ¿Cuándo publico mi artículo? El problema es querer planificar una nación. Le desafío a planificar la lengua española. ¿A que no se puede? Es espontánea. El Gobierno no puede, ni debe, meterse ahí. No existe el Ministerio de la Lengua Española, ¿verdad? Así tiene que ser. Así nos va bien. La misma verdad es aplicable a la economía.
Entonces le revolverá que Estados Unidos y China levanten muros comerciales, y que la Unión Europea, persuadida por Francia, se vea tentada a lo mismo.
El proteccionismo es popular. Si consiguiese que los Gobiernos de Estados Unidos y España prohibiesen que nadie pudiese escribir libros sobre liberalismo, salvo yo, estaría encantada. Oh, tendría el monopolio del liberalismo… No me importaría contradecirme. Eso es exactamente el proteccionismo. Si fuese médico en Estados Unidos, desearía que dejasen de llegar médicos de otras partes del mundo. Me pondría las cosas más difíciles. En cambio, empeorarían para los pacientes. Y ese es el problema principal del proteccionismo. Pero hay algo más importante.
Diga.
Los liberales son igualitaristas. Siempre lo fueron. En el siglo XVIII, la norma era clara. Los reyes siempre ganaban. Las mujeres siempre perdían. Así ha sido durante siglos. Los liberales siempre se opusieron, y en el corazón de esta convicción reside el sentido de igualdad de permiso, no de igualdad de resultado, que es la premisa del socialismo y que resulta en una sociedad hormiguero donde todos esperan obtener lo mismo. Y no, nunca es así. Los miembros del partido acumulan más que el resto, y aun así les funciona el reclamo. Hay gente más inteligente que otra. Hay gente más guapa que yo. Los hay más altos y más bajos. Los hay nacidos en un país y en otro, en una familia y otra. La variedad es inmensa. La izquierda moderada dice: “No queremos la igualdad al final del camino. Queremos conseguir la igualdad de oportunidades...”. Durante muchos años, yo pensé que era lo correcto.
"No soy una anarquista, pero admiro la tradición anarquista de España. Necesitamos Estados más pequeños"
¿Qué ocurrió?
Le desafío a conseguirlo. Me temo que es imposible. Si naciera en Sudán del Sur, ¿cómo conseguiría ser igual que un nacido en Francia? Es ridículo. Sólo podría acercarse a algo parecido a la igualdad migrando a París, Madrid o Nueva York. Si viene de una familia que no lee libros a sus hijos, es muy probable que los hijos no salgan lectores, y el daño será permanente. Yo, por ejemplo, elegí a mis padres con mucho tiento. [Ríe] Mi padre era profesor en Harvard. Mi madre era cantante de ópera.
No está mal.
¡Me lo merezco! Pero no, no hay manera de conseguir la igualdad de oportunidades. Podemos ayudar a los pobres de distintas maneras. A través de la educación, por ejemplo. No podemos hacerlos iguales, pero mañana podremos alcanzar la igualdad de permiso, que consiste en no poner barreras en los caminos de la gente. En no decirle a una mujer: “Lo siento, cariño, no puedes ser piloto de avión”. En no decirle a un español: “Lo siento, no puedes ir a Estados Unidos”. Los Estados levantan millones de obstáculos. The New York Times descubrió que, para administrar un huerto de manzanos, estás sometido a 5.000 regulaciones distintas.
Entiendo que incluirán regulaciones sanitarias.
Pero ¿qué me dice de las regulaciones sobre las escaleras? Te indican las que puedes usar y las que no, y es ridículo. A veces son regulaciones arbitrarias, y si da con una inspección laboral exhaustiva se meterá en un lío. Es desigualdad ante la ley. Deberíamos dejar a la gente en paz. Deberíamos ayudar a los pobres, y la mejor manera de hacerlo, y la más digna, es asegurarse de no poner trabas en su búsqueda de trabajo.
La idea de Europa cambiaría con usted: sin sanidad y sin educación pública. ¿Está segura de que se puede mejorar nuestro sistema sin empeorarlo antes?
Lo primero, efectivamente, sería no empeorarlo. Ya conoce el dicho: si está en el hoyo, deje de cavar. Pero es intentarlo: poco a poco, con privatizaciones. Liberalizando sectores. Yo dependo de Uber. Mis ojos ya no son lo que eran. No tengo coche en Washington. Me muevo con Uber o en metro. Con el tiempo, el mercado desarrollará más competidores. A diferencia de los taxis, no es un monopolio. En Ámsterdam, donde viví, los taxis están en manos de las mafias búlgaras y te timan todo el rato. Es un caos. El estatismo causa muchos problemas. Entre otros, hace que la educación superior en Europa esté fundamentalmente sostenida por los Gobiernos. Quienes estudian en España lo hacen prácticamente gratis. ¿Sabe lo que eso significa? Es una transferencia de los contribuyentes de las clases populares a los hijos de los ricos. Periodistas, médicos, profesores, abogados… Sus hijos tuvieron libros cerca y la posibilidad de formarse para ir a la universidad. Los hijos de buena parte de la clase trabajadora, no. Les gravan la cerveza y reparten el dinero entre los ricos.
Carezco de los datos globales, profesora. Pero hay miles de personas que, de lo contrario, es muy probable que no hubiesen recibido una formación en Derecho, Filología o Medicina.
Desde luego, pero el resultado sigue siendo desproporcionado. Como le decía, mi propio padre fue el hijo de un constructor de vías ferroviarias en Wisconsin, y aun así se convirtió en un profesor en Harvard. Su padre no fue a la universidad, pero leyó algunos libros y solía discutir de política. Mi padre recibió una educación, igual que su hermano, pero seamos claros: no es lo habitual. Y habrá quien piense que existen muchas ventajas en que reciban una educación gratuita quienes ya han recibido una educación... ¿Sabe qué país era el mejor educado de Europa entre 1933 y 1945?
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Uno de cada tres oficiales de las SS tenía al menos un título en Humanidades: en Griego, en Latín, en Filosofía. Puede comprobar mis reservas respecto a los Estados grandes. No soy anarquista, si bien admiro la tradición anarquista de España. Necesitamos Estados más pequeños. Necesitamos un 10% de Estado, no un 50%. El sistema universitario es mejor para los pobres en Estados Unidos que en Europa. Si eres rico, te lo pagas. Si eres pobre, te becan.
"Los jóvenes no leen demasiado, pero tampoco lo hacían los de mi generación. Sólo cambian los motivos"
Nuestro sistema de salud está lejos de ser perfecto, pero resuelve problemas que nunca tendría un rico.
Nuestro problema en Estados Unidos viene de una larga historia de esfuerzos de monopolio. Cada Estado tiene una capacidad de decisión inmensa, mucho poder: los promueve. Estuve casada durante 30 años con una enfermera. Es el amor de mi vida. ¿Sabe qué? No podía trabajar en otro Estado que no fuese en el que se tituló. Si fuese la reina del universo, aboliría todos los monopolios del sistema sanitario estadounidense. Prefiero la medicina socializada de España a lo que tenemos en estos momentos. Pero mi prioridad sería acabar con los monopolios y conseguir un sistema de libre mercado. Nos funcionaría muy bien.
Y vuelvo sobre la educación. ¿Ha leído las tesis de Jonathan Haidt? Sostiene que la tecnología está destruyendo las mentes de los jóvenes.
Ya, bueno. Es una creencia popular. Sin evidencia, pero popular. ¿Acaso no es lo que siempre han dicho las generaciones mayores de las más jóvenes? Sócrates estaba en contra de la escritura. “¿Cómo le hablas a un texto?”, se decía. Sócrates pensaba que, cuando hablaba con Alcibíades, podía conversar y mantener un debate. Simplemente escribiéndole, ¿qué conseguía? ¡Sólo escucharle! Pensar que la juventud es terrible es una constante en la historia de la humanidad. Sí, los jóvenes no leen demasiado, pero tampoco lo hacían los de mi generación. Sólo cambian los motivos. De modo que no, no creo que la tecnología esté detrás de la demolición del mundo.
Se nos agota el tiempo, profesora, y ni siquiera le he preguntado por Dios.
¿Dios?
Claro.
Oh, estoy claramente a favor. Soy episcopaliana, pero sólo porque dejamos de llamarnos anglicanos tras la revolución. Lo he sido desde 1998. Me convertí después de mi cambio de género. Antes fui agnóstica. No tenía fe. Pero luego, lentamente, me convertí en una cristiana. Sigo trabajando en ello. No viene sin más. No recorres, como Pablo de Tarso, el camino hacia Damasco hasta la aparición de Dios, hasta que Dios te pide que creas. No funciona de esa manera. Para creer, primero tienes que ir a la iglesia. Tienes que trabajar en comunidad. Hay quien siente su espiritualidad individualmente y rechaza las religiones organizadas. Sólo los grandes santos pueden acceder a la fe sin la comunidad. Tienes que ser Catalina de Siena para hacerlo. Con la fe, sucede igual que con el periodismo. Tienes que trabajarlo. La fe es un viaje, no un destino, y el viaje es infinito.
Se agotó.
En ese caso, debe saber una cosa: creo en la libertad de prensa. Si piensa que soy fea o estúpida, o ambas a la vez, no se corte: escríbalo. No me molestaré.
Nunca acabé una entrevista así.
Soy una defensora radical de la libertad de prensa, a diferencia de su presidente. Deberían sacarlo de la oficina lo antes posible y contratar a un liberal. Yo me ofrecería como voluntaria, pero tenemos un pequeño inconveniente: no hablo español.
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