Benjamin Netanyahu, presidente de Israel, vestido de militar en una de sus idas a la frontera.

Benjamin Netanyahu, presidente de Israel, vestido de militar en una de sus idas a la frontera. Europa Press

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Netanyahu se arriesga a una guerra con Hezbolá: pone a 50.000 militares en la frontera con el Líbano

El mandatario enfrenta un quiebre en su sector político por la incertidumbre sobre un alto el fuego con Hamás y la duración 'eterna' de la guerra.

6 junio, 2024 02:57

En medio de las negociaciones por un alto el fuego y presiones tanto internas como externas para que detenga los ataques en la Franja de Gaza y haga retornar a los cientos de rehenes secuestrados por Hamás, Benjamín Netanyahu, presidente de Israel, resolvió desplegar 50.000 reservistas en la frontera norte con El Líbano. Las tensiones han ido en escalada y el mandatario envió una señal contundente acompañada de palabras amenazantes. En su visita a la zona señaló que su país está preparado para una ofensiva. La medida se toma pocas horas después de que el grupo chiita Hezbolá lanzara una serie de misiles a territorio israelí. Si bien fueron interceptados, la acción produjo incendios de 1.000 hectáreas.

"Estamos preparados para una acción muy fuerte en el norte. De una forma u otra restableceremos la seguridad en el norte", advirtió Netanyahu. Hasta el momento, su gobierno ha enviado aproximadamente a 300.000 militares desde que comenzó la guerra tras el ataque de Hamás el pasado 7 de octubre. Mientras la comunidad internacional pide un cese a la hostilidad, el presidente insiste en una lógica bélica que en vez de suavizar las posiciones sólo consigue profundizar el conflicto.

La nueva movilización, según afirmaron las autoridades, estará vigente hasta el 31 de agosto, aunque tiene opciones de extenderse si se considera necesario. Con esto, se presume que a la guerra le queda mucho por recorrer y que la paz es cada vez más una ilusión y menos una posibilidad en la mesa. 

Ayer por la mañana, poco antes del masivo despliegue militar, la defensa aérea israelí interceptó un dron en Metula, localidad del norte de Israel. Lo sucedido fue visto como una provocación, que si bien no cobró víctimas fatales y tampoco heridos, tuvo una respuesta al más estilo Netanyahu. Los recientes ataques se suman a un trágico historial de violencia entre las dos partes. Desde que comenzó el intercambio de fuego, 440 personas han muerto, siendo la mayoría del lado libanés. En Israel, si bien el balance es más positivo, 23 personas han fallecido a raíz de la confrontación.

El jefe de Estado de Israel, en su visita al paso fronterizo, también se refirió al hecho. "Ayer el suelo ardía aquí y me alegro de que lo apagaran, pero también ardía el suelo en el Líbano". Su plan es continuar la ofensiva y no ceder en su intento de destruir a sus enemigos y adquirir una victoria absoluta.

Conflicto en sus filas

La guerra sigue y no da luces de acercarse a un final. Las últimas negociaciones en El Cairo, Egipto, quedaron en letra muerta. Netanyahu pidió garantías que no le supieron asegurar y Hamás se oponía firmemente a ellas. A juicio del presidente israelí, su país debería poder emprender una nueva ofensiva en el futuro si se estimaba necesario.

Mientras el conflicto continúa, los rehenes permanecen en manos del grupo armado de Palestina. Las presiones hacia el mandatario, tanto de la sociedad civil como de la clase política, van en alza. El tiempo se le hace eterno al líder israelí y no son pocos los que piensan que extiende la guerra sólo para mantener el poder y no ser procesado judicialmente por su responsabilidad en el ataque del 7 de octubre. 

En una entrevista, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recordó los intentos de Netanyahu por cambiar la Constitución a su favor y desglosó que "hay muchas razones" para pensar en la tesis de que alarga el combate por su conveniencia. Lo cierto es que en el plano interno las cosas van de mal en peor para él y su liderazgo. El ministro Itamar Ben-Gvir prometió disolver la coalición de gobierno hasta que se entreguen detalles concretos de un eventual plan de tregua. En paralelo, un sector ultraderechista se opone tajantemente a cualquier intento de conversación.

Es con esa última postura con la que más se familiariza Netanyahu. En su más reciente visita a la ciudad de Kiryat Shmona, que se mantiene evacuada desde que Hezbolá comenzar sus ataquetes a comunidades israelí, señaló que "cualquiera que piense que puede hacernos daños y que nos quedaremos cruzados de brazos está profundamente equivocado". Todo parece que la violencia mutua se agudizará en los próximos días.

La situación en las fronteras es crítica. Tal como sucede en el sur, en el norte existen más de 60.000 personas desplazadas. El Ejército es incapaz de custodiar del todo la seguridad al tratarse de una banda disciplinadamente articulada, con manejo sofisticado de inteligencia y cientos de guerrilleros dispuestos a todo.