Niall Ferguson, durante una conferencia del World Economic Forum.

Niall Ferguson, durante una conferencia del World Economic Forum. Manuel López WEF

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Niall Ferguson: "Lo que ocurre en Oriente Próximo y Ucrania es un conflicto único, es la II Guerra Fría"

El historiador británico anticipó la invasión de Ucrania y la crisis de Oriente Próximo. Ahora advierte sobre el riesgo real de una guerra contra China.

24 junio, 2024 02:39

Después de 16 libros y otros hitos, como la fundación de la Universidad de Austin, como los años de profesorado en Harvard y Stanford, como la serie documental Empire, le sobrevino un nuevo orgullo: el título de Caballero de la Corona Británica. Así que Niall Ferguson (Reino Unido, 1964) agradece la felicitación con cortesía, pero sin detenerse en el halago, porque a Niall Ferguson no lo detienen las distinciones. Lleva media vida siendo uno de los historiadores más leídos y admirados a este lado del mundo, y quizá el más solicitado en los salones de la política y la academia.

En abril, cumplió 60 años. Le pregunto si es posible mantener a flote la pasión con el paso del tiempo. Sonríe. Niall Ferguson se concede el triunfo de una curiosidad con buen pulso. “Soy un hombre afortunado por trabajar en aquello que me fascina desde niño, la historia: la historia del pasado y la historia del presente”, dice. “Mi impulso diario es el siguiente libro o el siguiente ensayo. Ahora ando con el segundo volumen de la biografía de Kissinger. El resto del día me mantengo al tanto de lo que ocurre. Nunca me aburro. Mis únicas restricciones son mi fortaleza mental y física. Trabajaré hasta que caigan por la borda”.

—¿Pesa la popularidad, el respeto, la expectación?

—Todo lo que hago, lo hago para comprender el mundo —continúa—. Me entristecería si nadie me prestara atención, si no tuviese lectores. Estaría deprimido, pero no renunciaría a comprenderlo, a tratar de explicarlo, incluso si sólo me leyesen en casa.

—Pero ¿qué me dice de las costumbres, de los miedos? ¿Trabaja de la misma manera que antes de la fama?

—Trabajo de la misma manera que cuando era un estudiante universitario, pero ahora soy más eficiente, más experimentado, y eso compensa el envejecimiento. Siento que, con 60 años, mi pico intelectual ha pasado. Pero, ¿sabe qué?, los historiadores contamos con una ventaja respecto a los matemáticos. Incluso si la memoria empeora, como es natural con el paso del tiempo, acumulamos conocimiento. La historia es reconocer patrones. Y a más información, mejor eres.

Recuerdo que, en 2022, poco antes de la invasión a gran escala de Ucrania, me dijo: “Si usted trabajara en el Pentágono, el escenario más inquietante implicaría una crisis simultánea en Europa del Este, Taiwán y Oriente Próximo. Es decir, tener que lidiar con Rusia, China e Irán a la vez”.

Y aquí estamos.

¿Dónde?

Las guerras en el Este de Europa y Oriente Medio son una realidad, y la probabilidad de un conflicto por Taiwán o en Filipinas está creciendo. El problema de las tres guerras se acerca. Ni yo ni nadie sabe si Xi Jinping ordenará mañana, el 6 de octubre, el año que viene o nunca el bloqueo de Taiwán. Y digo el bloqueo porque me parece más probable que la invasión. Pero sí, creo que es el próximo gran impacto geopolítico que nos espera. Y le diré algo más. Ninguno de los que piensa que es improbable ha aprendido nada de los últimos dos años y medio. La mayoría pensaba que no habría invasión a gran escala de Ucrania. Yo sí. Y, hace un año, casi nadie esperaba que Oriente Medio saltara por los aires. Yo sí.

¿Por qué estaba seguro?

Porque sabía que la estrategia de la Administración Biden iba a fracasar, que era imposible revivir el acuerdo nuclear con Irán y potenciar los Acuerdos de Abraham al mismo tiempo. Cuando digo que el riesgo de una guerra con China por Taiwán es muy cierto, y el impacto de esa guerra sería mucho más grande que el de las actuales, no soy alarmista. Soy realista.

¿Qué le preocupa más en este escenario? ¿El armamento nuclear o la inteligencia artificial?

Las armas nucleares todavía son las peores, pero el advenimiento de nuevos hallazgos en la inteligencia artificial dispara los riesgos de muchas maneras. Estos sistemas serán cada vez más autónomos y cae por su propio peso que hablamos de algo extremadamente peligroso. Permitirán desarrollar nuevas armas, tal vez biológicas. Pero incluso si la IA se estancase, tendríamos más que suficiente con las armas nucleares. La principal diferencia entre la Primera Guerra Fría y la Segunda es que Estados Unidos se enfrenta, ahora, a dos superpotencias nucleares, y potencialmente serán más. Ahí tiene a Rusia, naturalmente. A China, que está acumulando cabezas nucleares a toda velocidad. A Corea del Norte, que tiene poder nuclear, aunque una tecnología más pobre. Y luego a Irán, que está cerca de conseguir la bomba. La situación es bastante más peligrosa ahora que durante la Primera Guerra Fría, cuando Estados Unidos tenía de su parte a dos fuerzas nucleares más, Reino Unido y Francia, y la URSS iba por su cuenta, pues China se alejó tan pronto como consiguió la bomba.

"Fracasamos en la disuasión de Putin. Fracasamos en la disuasión de Irán. El próximo fracaso vendrá con China"

¿Ve probable que los rusos o los chinos la usen?

Sí. Si Rusia comienza a perder, se abrirá una opción nuclear para Putin. Y si comienza una guerra en Taiwán y escala a ciertos niveles, también. Ya le digo: la Segunda Guerra Fría es potencialmente mucho más peligrosa que la Primera.

Hay quien sostiene que la amenaza nuclear de los rusos sólo es posible porque ni los americanos, ni los británicos, ni los franceses sacan los dientes con sus propias armas atómicas.

La disuasión de Biden ha fracasado. Cuando Putin nos amenazó con usar armas nucleares, la respuesta debió ser: “¿Está seguro? Nosotros también tenemos. Y si usted se empeña, se arriesga a que las usemos”. En cambio, nos dijimos: “Oh, cielos, Putin tiene armas nucleares. Será mejor que vayamos con cuidado, ¡no escalemos!”. A la gente de Biden le encanta usar el término desescalada, pero debería ser una palabra prohibida.

¿Por qué?

Es justo lo contrario de la disuasión, y ahora estamos en apuros. Fracasamos en la disuasión de los talibanes. Fracasamos en la disuasión de Putin. Fracasamos en la disuasión de los iraníes. El próximo fracaso vendrá con Xi Jinping. Es evidente que esta no es la mejor manera de hacer las cosas. Tenemos que recordar a todo el mundo en el Departamento de Estado y la Casa Blanca las leyes básicas de la disuasión. Han olvidado todas las lecciones de la Guerra Fría. Hemos permitido a Putin, y quizá también a Irán y China, establecer el dominio de la escalada. Estamos en una posición terrible que impide que la guerra de Ucrania acabe de otra manera que con la victoria de Rusia. Si estamos asustados por las armas nucleares de Rusia, entonces, efectivamente, tememos la victoria de Ucrania. Y nunca recomendaría a nadie implicarse en una guerra que tiene miedo de ganar.

El lamento de muchos ucranianos es ese: no entregamos lo suficiente para ganar al principio. Ahora es mucho más difícil. ¿Todavía ve posible su victoria?

Lo primero que debemos hacer es definir nuestra idea de victoria. Para el presidente Zelenski, es el regreso a las fronteras de 1991, incluyendo Crimea. Pero es muy difícil que volvamos a eso. Yo vería una victoria de Ucrania en que emergiese como un Estado-nación democrático y viable, incluso si algunos de sus territorios se mantienen bajo ocupación rusa. En mi última visita a Kyiv, lo expresé de la siguiente manera. Ustedes quieren ser Corea del Sur, no Vietnam del Sur. Si son Corea del Sur, por supuesto, vivirán con el peligro al otro lado de la puerta. Pero nunca tendrán que firmar un papel donde diga que lo aceptaron. Los surcoreanos nunca lo hicieron. Tendrán que demostrar que pueden ser una economía exitosa, y que ser ucraniano es mejor que ser ruso. Esta victoria me parece alcanzable.

¿Cómo?

Rusia no puede mantener esta guerra indefinidamente. Si demostramos a Putin que no dejaremos caer a Ucrania y que estamos dispuestos a infligir costes altísimos a Rusia no sólo este año, sino también el próximo, tendrá que conformarse. Sus recursos no son infinitos. Está en nuestra mano llegar a esta situación en un año. Eso sí, sólo si somos capaces de sostener el apoyo a Ucrania y sólo si permitimos que pueda hacer más daño a Rusia. Porque los daños de los rusos a los ucranianos son masivos. Sus plantas de energía están seriamente afectadas, y puede que lo pasemos por alto ahora, pero a partir de noviembre será un factor decisivo. ¿Qué daño equiparable ha causado Ucrania a Rusia?

Ninguno. No se les ha permitido atacar objetivos militares en suelo ruso hasta ahora, y con muchas reservas.

Claro, la guerra es asimétrica hasta extremos absurdos. Los estrategas de Washington tienen que comprender que no hay muchas guerras que acaben en empate. Las guerras no se ganan en los penaltis. La estrategia actual consiste en regar por goteo a los ucranianos, con interrupciones ocasionales potencialmente definitivas que ofrecen a Putin una senda creíble de victoria de aquí a un año. Tenemos que cambiar. Tenemos que demostrar que no hay senda para la victoria rusa, que el coste de mantener esta guerra será demasiado alto para él. En ese caso, se podrá abrir una negociación que se resuelva de una manera parecida a Corea en 1953. No es una solución perfecta, pero detendría los combates e iniciaría la reconstrucción, y a mí me parecería un triunfo para Ucrania.

Casi todos los europeos dan por hecho que la victoria electoral de Trump en noviembre empujará a la rendición de Ucrania. ¿Nos estamos precipitando?

Sí, porque ni siquiera sabemos quiénes ocuparán los puestos de poder en la Administración Trump. Lo más importante que debemos recordar a los europeos es que el presidente de los Estados Unidos no es un rey. Tiene que nombrar a un secretario de Defensa, un secretario de Estado, un asesor de Seguridad Nacional. Hay muchas decisiones de política exterior que no las toma el presidente por su cuenta: necesita al Congreso. Los europeos que pontifican sobre Trump diciendo que, si es reelegido, todo será terrible y abandonará a Ucrania, sin más, no entienden cómo funciona el proceso. Sólo caricaturizan.

"Me sorprendería que los chinos y los rusos no estuviesen discutiendo cuándo dar el siguiente paso"

Pero ¿lo hará?

Veo muy difícil que la Administración Trump sea tan sumamente cándida como para regalar la victoria de la caída de Ucrania a Rusia y China. Si escucha con atención a republicanos como Mike Gallagher o Mike Pompeo, figuras importantes de la seguridad nacional, comprobará que no tienen ninguna intención de abandonar a Ucrania. No me canso de decirlo. Tucker Carlson no será el secretario de Estado. Cuando se trata de China, la mayoría de los republicanos son más halcones [en política exterior, alguien que asume una posición dura e inflexible] que los demócratas. Muchos entienden que detrás de Rusia está China, y que esa es la razón por la que Rusia sigue en pie en la guerra. Incluso recibe suministros masivos de doble uso [civil y militar] y posiblemente tecnología letal de Beijing. No demos por sentado que, un día después de la toma de posesión, Trump llamará a Zelenski para comunicarle que no habrá más envíos de armas. Y le diré más.

Diga.

Trump suministró más armas en 2020 a Ucrania que Biden en 2021, como los ucranianos recuerdan bien. Si habla con los ucranianos, no son tan pesimistas. Entienden que Biden no ha sido tan buen amigo como nos gusta pensar. Fíjese en lo que me dijo un importante estadista ucraniano: “Las llamadas de Biden a no escalar han costado la vida a decenas de miles de ucranianos”. De modo que no hay nada escrito con Trump. Está por ver quiénes ocuparán los puestos de poder en su administración. Esa será la clave.

Entre tanto, los europeos se han preparado para una posible espantada.

Trump cree que la situación debe estar más compensada. Yo también. Los europeos tienen que asumir una parte más importante de la defensa de Europa. La manera de Trump para conseguirlo es amenazar con ignorar el Artículo 5 [el todos para uno y uno para todos de la OTAN]. Seamos honestos, ha funcionado. Nada ha empujado más a los europeos a aumentar sus presupuestos de Defensa en los últimos 50 años que Trump. Sus amenazas y su retórica buscan que los europeos hagan lo correcto, que es hacerse cargo de una parte mayor del coste de defender Europa. Es un reequilibrio que debió hacerse hace mucho tiempo.

Vladímir Putin estrecha la mano con Xi Jinping en el Foro de la Franja y la Ruta de 2023.

Vladímir Putin estrecha la mano con Xi Jinping en el Foro de la Franja y la Ruta de 2023. Sergei Guneev Reuters

Si estamos en la Segunda Guerra Fría, si la caída de Ucrania sería una victoria para China, ¿cuáles son los vasos comunicantes entre Europa del Este y Oriente Próximo?

Mire, debemos ver lo que está ocurriendo como un conflicto único, que es global, dentro de una Segunda Guerra Fría, potencialmente una Tercera Guerra Mundial, donde hay un eje que une a China, Rusia, Irán y Corea del Norte. Pese a sus muchas diferencias, comparten el objetivo de socavar la primacía estadounidense, lo que los americanos llamamos el orden liberal internacional. Su modo de conseguirlo es abrir diferentes y simultáneos desafíos a Estados Unidos y sus aliados, causando una especie de sobreesfuerzo. Y eso es lo que creo que está sucediendo. Estuvimos seis meses sin envíos a Ucrania porque la Cámara de Representantes luchó al límite. Ahora llevamos ocho meses de contradicciones y ambivalencia sobre los límites del apoyo a Israel. Y si tiene que lidiar con una tercera crisis en Taiwán o Filipinas, Estados Unidos descubrirá que no tiene tantos aliados de su parte.

¿Por qué lo dice?

Cuando se ha tratado de Israel, un puñado de países europeos, entre ellos el suyo, ha respondido con el reconocimiento del Estado inexistente de Palestina. Es una postura diplomática curiosa. En Taiwán, apostaría a que ningún europeo se implicaría. Estados Unidos tendría que afrontar la crisis con sólo Japón, Reino Unido y Australia de su lado. Es un escenario de pesadilla, con tres frentes abiertos donde sólo hay una alianza clara para Ucrania. Me sorprendería mucho que los chinos y los rusos no estuviesen discutiendo y estudiando ya cuándo es el mejor momento para dar el siguiente paso, porque la ventana de oportunidad no es infinita.

Al menos, Xi Jinping tiene comprometida su palabra en Taiwán.

Claro, para Xi es su logro final. Someter Taiwán al control de Beijing es lo que supuestamente lo colocará en la misma liga que Mao Zedong. Pero no tiene diez años para hacerlo. Su salud no parece la mejor. Lo veo pasado de peso. Supongo que fuma, aunque no sea en público. No le deben quedar muchos años. Bill Burns [director de la CIA] cree que estará preparado para la guerra antes de 2027. El año pasado dijo hasta en dos ocasiones que esa es la orden interna en China. Pero quizá sea antes de 2027, y no veo que tengamos un plan para el día que bloqueen Taiwán. Y le digo una cosa. Los juegos de guerra donde Estados Unidos y China luchan por Taiwán no acaban bien para nosotros. En esas estamos.

"Quienes vivimos en Occidente tenemos la responsabilidad de evitar que se produzca un nuevo Holocausto"

¿Y en Oriente Próximo? Ahora la guerra es contra Hamás. Pero la amenaza más preocupante es Hezbolá.

En febrero, estuve en Israel. Me reuní con varios ministros y con distintos representantes de la sociedad, desde ultraortodoxos hasta liberales de Tel Aviv. Me impresionaron dos cosas. La primera es que la aceptación del objetivo de la guerra, destruir Hamás, era común a todos. La segunda es la comprensión de que la parte más importante de la guerra todavía no ha llegado, y es contra Hezbolá. Me temo que se dará en algún momento antes de septiembre. Cada día que pasa, hay más signos de actividad militar de Hezbolá, y no estoy seguro de que los israelíes vayan a tolerarlo durante mucho más tiempo. Detrás de Hamás y Hezbolá está Irán, y ya nadie puede dudar de que esto es una guerra de Irán contra Israel, con sus proxies haciendo la mayor parte del trabajo. La guerra de Gaza está cerca de acabar. Pero la guerra en la región, no.

¿Qué cabe esperar?

Podemos usar la analogía del pulpo. Irán tiene los tentáculos de Hezbolá y Hamás, pero también en Siria e Irak, por no hablar de Jordania y Cisjordania. Israel se enfrenta a una amenaza existencial y los iraníes han obtenido un éxito extraordinario al centrar la atención de Occidente en la situación de los civiles en Gaza, cuando debería estar en la supervivencia de Israel y la posibilidad de un segundo Holocausto. Me impresionó que, pocos días después del 7 de octubre [cuando Hamás mató a más de 1.200 personas y secuest a otras 256], los debates en muchos campus americanos se dirigiesen a las víctimas palestinas, y no a las israelíes, que fueron las primeras. Es difícil que Israel gane esta guerra informativa, pero yo me pongo de su lado. Nosotros, quienes vivimos en Occidente, tenemos una responsabilidad: evitar que jamás se produzca un nuevo Holocausto, que es lo que representaría la destrucción de Israel.

Responda o no a la presión mediática, la Fiscalía de la Corte Penal Internacional pidió la detención de Netanyahu y el Tribunal de La Haya sugirió la posibilidad de un genocidio en marcha en Gaza.

Todo es parte de la farsa. La Corte Penal Internacional sólo sirve para deslegitimar la legislación internacional. Devalúan el significado de la palabra genocidio. Lo privan de significado. Y todo sucede mientras los medios reciclan las estadísticas falsas de Hamás. Y todo esto causará un daño permanente.

Usted no es uno de los que creen en la solución de los dos Estados.

Los palestinos tuvieron la oportunidad de tener un Estado y la desecharon. No una vez: dos. Nunca habrá un Estado palestino. Dejemos de fingir que puede existir. Cuando han podido tenerlo, no lo han querido.

El exministro Shlomo Ben Ami, progresista y negociador con los palestinos, llegó hace tiempo a la misma conclusión.

Claro, Hamás no necesita un Estado palestino. Hamás es una organización criminal que sacrifica a tontos útiles en Gaza para pegarse la vida padre en Cachemira. No entiendo cómo los europeos caen en esta basura. Pero lo hacen. No entiendo cómo ven a los ucranianos como heroicos defensores de la libertad y a los israelíes como blancos colonos. Pero lo hacen. Mi función como historiador es tratar de explicar que la situación de los ciudadanos ucranianos y los israelíes es parecida. Que son partes de una coalición democrática amenazada por el Eje de la Mala Voluntad [The Axis of Ill Will, en su idea e idioma original]. Que los rusos están implicados en Oriente Medio como en Europa del Este y que nos están engañando. Esa es mi tarea.

Vivimos tiempos extraños, decía. ¿Cómo lee los resultados de las últimas elecciones europeas, con este giro a la derecha?

Para empezar, la interpretación de una victoria de la extrema derecha me parece exagerada. Al final, es muy probable que Von der Leyen salga reelegida como presidenta de la Comisión. La composición del Parlamento Europeo no cambia radicalmente. Simplemente, ha ganado el PP. La historia europea es una historia de continuidad. Lo más importante vendrá de Francia. Resulta que veíamos lo evidente. Macron está acabado como fuerza política. Y. curiosamente, tanto él como Rishi Sunak [primer ministro de Reino Unido] se han suicidado por miedo a la muerte. Lo han hecho convocando prematuramente elecciones, quizá a la espera de un milagro. Pero no lo habrá. Sus partidos serán duramente derrotados.

¿Qué prevé?

En Reino Unido, una victoria del Partido Laborista probablemente más amplia que en 1997 y el mayor mandato desde 1945. Pero me temo que el resultado en Francia será algo distinto. Pese a que la izquierda se ha unido, es una alianza débil. Lo que me parece que quieren los franceses es un gobierno de derechas, que la Agrupación Nacional y los Republicanos se unan. Pero con el sistema francés nunca se sabe qué acabará ocurriendo. La única pregunta es: ¿dimitirá Macron tras las elecciones o se quedará como un presidente incapacitado? No sé qué pensar. Me cuesta imaginar su dimisión.

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