El mes pasado Ragaa, de 37 años, decidió guardar todos los tickets de la compra. Incluso apuntaba pequeñas cantidades, como cuando compraba el pan o fatir, una especie de mil hojas que se puede combinar con dulce o salado. Había notado que con los mismos ingresos entrando en casa cada vez podían hacer menos cosas, y la idea de ahorrar se había desvanecido hacía meses.
Todo lo que ella gana haciendo traducciones lo destina a una casa que compró hace años y que teme no poder seguir pagando. Su marido, que trabaja como responsable en el departamento de marketing de una empresa de alimentación no tiene un mal sueldo. Su salario ronda las 6.000 libras egipcias al mes (unos 600 euros). No tienen hijos, por lo que su situación debería ser desahogada teniendo en cuenta, además, que por el alquiler de su casa –un apartamento de tres habitaciones en una zona nueva a las afueras de El Cairo– pagan 2.000 libras, una cifra nada desorbitada.
Pero Ragaa y su marido apenas llegan a fin de mes. Calcularon que se gastaban en comida al mes 1.800 libras, en internet y teléfono 800 libras, 300 más de gastos de comunidad, electricidad y agua y unos 800 en transporte. Descontando los gastos fijos les quedan unas 1.200 libras al mes para todo lo demás, pero Ragaa dice que no dan para nada.
Sus lujos pasaban por ir una vez al mes al cine. A veces, cuenta ella, iban a algún café a tomar algo. “Lo más barato que encuentras en un lugar limpio y de calidad aceptable es el café egipcio, pero con los impuestos pagas 20 libras (2 euros) o más. Por un sándwich los precios no bajan de 30 libras”. Cuenta que el día que comen fuera siempre pide salmón porque le encanta pero nunca lo compran para cocinarlo en casa. Su dieta consiste en arroz, pollo y de vez en cuando carne picada que suelen cocinar con pasta.
Ragga y su marido son de los afortunados en Egipto: tienen casa y hasta coche, pero forman parte de los millones de personas que ven cómo su nivel de vida empeora día a día. Son, o eran, lo que en España podemos considerar clase media. Profesionales con trabajo pero que ya no pueden cambiar de zapatos, salir a cenar fuera o irse de vacaciones.
Sarah es profesora asistente y gana 1.400 libras al mes (140 euros), su marido trabaja para el gobierno por 500 libras. Una compañera de ella le prestó 1.000 libras hace poco porque no podía pagar dicha cantidad que debía desembolsar al recibir una casa subvencionada. Tiene dos hijos, uno ya casado y otro en el colegio. Las estadísticas dicen que Sarah no es pobre, pero apenas le llega para comer.
La tasa de pobreza sube al 27,8%
Las estadísticas oficiales (CAPMAS) señalan que la tasa de pobreza subió del 26,3% en 2012/2013 al 27,8% en 2014/2015, y la línea de pobreza se ha establecido en 482 libras, desde las 326 del año fiscal anterior. Según CAPMAS, gracias a los productos subvencionados (aceite, arroz, azúcar, harina, etc.) un 4,6% se mantiene a salvo de caer en dicha categoría.
Mientras, la inflación en junio llegó al 14,6% y la libra egipcia no deja de perder valor frente al dólar encareciendo innumerables productos y servicios, al tiempo que la reserva de divisas escasea. El cambio oficial se sitúa en 7,88 por dólar, pero en el mercado negro ha llegado a las 14,50, según Reuters, una cifra que en sólo un par de semanas a subido dólar y medio. A mediados de marzo, el Banco Central devaluó la moneda un 14% en un intento por frenar las numerosas operaciones ilegales, pero el movimiento no hizo sino empeorar la situación.
A principios de agosto, el presidente Abdel Fatah al Sisi advirtió a los egipcios de que aún están por llegar nuevas medidas duras. El Gobierno ha conseguido un préstamo de 12.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional para tres años, pero a cambio debe reducir el déficit. "No vacilaré ni un segundo a la hora de tomar las decisiones difíciles”, dijo sobre las medidas de austeridad.
Con medidas valientes acortamos el camino
Días antes el Parlamento había aprobado un paquete de reformas en el que se incluye la ley del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que será del 13% este año y aumentará al 14% el próximo año fiscal. "El Gobierno no tiene capacidad política ni práctica de recaudar impuestos directos, y tiene que hacerlo a través de los indirectos", explicó a Efe el analista egipcio del Centro Carnegie para Oriente Medio, Amr Adly.
Se espera, además, el avance en la eliminación gradual de los subsidios sobre los combustibles –Al Sisi dio un primer paso en 2014 generando gran malestar entre los egipcios–, los servicios básicos y los alimentos. A juzgar por la campaña mediática que el Ejecutivo ha puesto en marcha, son conscientes de la desfavorable acogida de las medidas de austeridad. En las carreteras principales de El Cairo se pueden ver paneles publicitarios con lemas como: “Con medidas valientes acortamos el camino” o “El miedo y el escepticismo alargan el camino”.
"El Gobierno actual va a terminar en el peor desastre económico. El alza del dólar, el crecimiento de la deuda externa y los insoportablemenmte altos precios no van a ser tolerados por el pueblo", ha alertado Fatima El Asyouty, una economista e investigadora egipcia citada por Middle East Eye.
Empobrecimiento de la escasa clase media
Los ánimos están tensos, la subida de los precios es la conversación de cada día en las calles egipcias. Todo ha subido, desde la electricidad –entre el 25% y el 40%–, el agua y los transportes hasta la ropa, el material escolar o las medicinas.
Adly asegura que la aplicación del IVA va a repercutir en particular sobre la clase media, que consume más de lo estrictamente necesario y pasará a pagar mucho por ello. Para completar el panorama, la tasa de desempleo se sitúa alrededor del 13% y el turismo sigue cayendo.
Muchos egipcios se lamentan por cómo ha empeorado su nivel de vida tras la revolución que hace cinco años derrocó a Hosni Mubarak, y hay quien desea que haya otro golpe, cualquier salida ante el futuro incierto que vislumbran.
Las familias se buscan la vida como pueden. En el caso de Lisa, una canadiense casada con un egipcio desde hace más de una década, ella se va a su país cuatro meses al año para trabajar y ahorrar un dinero que necesitarán a lo largo del año. Su marido gana 2.000 libras al mes trabajando como cocinero. Tienen un hijo en una escuela estatal. “La educación es horrible aquí. Tenemos cuatro profesores privados seis veces a la semana, cada uno cobra 30 libras la hora. La vida es dura”.
La única solución es cambiar los hábitos de consumo y abandonar cualquier capricho, a saber: una tableta de chocolate, un detergente determinado, una lata de atún de calidad… cada vez más cosas están fuera del alcance de la escueta clase media.
Un kilo de carne antes costaba 45 libras y ahora 100, la leche ha subido de 7 a 12 y el pollo de 25 libras a 50
Mustafa es farmacéutico, como su mujer, y tiene un máster, pero su salario ronda las 5.000 libras (unos 500 euros), escaso para los cinco miembros que forman la familia. Salen adelante gracias a que la casa en la que viven ya está pagada y a que tienen mucha paciencia. “Un kilo de carne antes costaba 45 libras y ahora 100, la leche ha subido de 7 a 12 y el pollo de 25 libras a 50”. No son optimistas y están seguros de que la situación va a ir a peor. “Estamos en crisis porque se han tomado malas decisiones económicas, y siguen por el mal camino”, lamenta Mustafa.
En el mismo sentido, Haytham Moahed Gaber, que es jefe en la sucursal de un laboratorio clínico, cree que “por desgracia la situación no va a mejorar debido a la inflación, la creciente deuda, la escasez de moneda extranjera y la avaricia de los comerciantes”. Ellos también son cinco en la familia y ganan unas 5.000 libras. Para él la situación es “difícil", no obstante es de los que consigue ahorrar algo cada mes.
Mohammed, que trabaja en ventas dice que “no hay señales de mejoría. La corrupción está ahí y nadie hace nada al respecto. Somos nosotros, el pueblo, quienes vamos a seguir pagando la subida de impuestos y el alza de los precios. Los militares, la Policía y la gente del sistema judicial están a salvo. El país es suyo, ¿no es verdad?”.
Incluso quienes tienen salarios altos se aprietan el cinturón. Para Salma, soltera, medio egipcia medio jordana y que gana nada menos que 25.000 libras al mes (2.500 euros) en un banco internacional –recordemos, un profesor ronda las 1.400 libras (140 euros)– el panorama también pinta difícil. “El mal manejo de la situación económica y el cese de la entrada de dólares, tanto por el turismo, el Canal de Suez y las remesas de los extranjeros, ha agravado la situación. El país depende ahora de los préstamos extranjeros del FMI y el Banco Mundial, lo que conlleva asumir una serie de medidas de austeridad. Las importaciones pesan mucho más que las exportaciones y vamos a ver cómo sube aún más la inflación”, sentencia.
(*Algunos de los nombres de este reportaje son ficticios para poder ofrecer unos testimonios completos que incluyen aspectos de la vida privada de estos ciudadanos egipcios).