Los supervivientes del terrible brote de ébola que azotó Sierra Leona de 2014 a 2016 lamentan que se perdieran muchas por no haber tenido un servicio de ambulancias gratuito, algo que a finales de 2018 podría ser una realidad.
Antes de dejar la Presidencia, Ernest Bai Koroma (2007-2018) lanzó en febrero el Servicio Nacional de Emergencias Médicas (NEMS), un ambicioso proyecto para dar asistencia sanitaria prehospitalaria que, según el plan previsto, comenzará con 163 ambulancias.
En el oeste de la capital, Freetown, ya hay un cartel colgado donde se lee NEMS en una oficina, pero quien atiende dentro es la organización religiosa italiana CUAMM - Doctors With Africa.
"Vimos que el transporte era la principal barrera para que la gente llegase al hospital y los pacientes crecieron el triple cuando empezamos a ofrecer los servicios de forma gratuita", explica el director de operaciones de NEMS, Riccardo Buson, que puso en marcha con CUAMM - Doctors With Africa tres ambulancias gratuitas en Pujehun, región del sur de Sierra Leona.
Esta organización cristiana, a la que el Gobierno le adjudicó el proyecto, comenzará un servicio piloto de ambulancias en esta región el mes que viene, para llevarlo después al oeste de Freetown y esperan que esté circulando por todo el país para finales de año.
"Vamos a contratar a 450 conductores y 450 paramédicos", dice Buson, que asegura que ya ha empezado la selección de personal y el entrenamiento para asegurarse de que "dan el mejor servicio".
Las ambulancias tendrán un servicio de GPS y un teléfono móvil y satelital para que estén conectadas y localizables en todo momento.
Además, la organización tiene previsto entregar al Gobierno de Sierra Leona este servicio gratuito en 2020 para que pase a gestión completamente pública.
Abdul Richard Kamara, un conductor de ambulancias, espera que el año que viene este proyecto esté en pleno funcionamiento y pueda hacer más fácil la vida de la gente y el acceso a la sanidad.
Kamara, uno de los líderes de la Asociación Nacional de Supervivientes de Ébola (SLAES) en el distrito de Tonkolili (norte), recuerda bien cómo fue el peor brote de ébola del mundo, que sacudió el país entre 2014 y 2016, con más de 11.000 muertes en los tres países más afectados: Sierra Leona, Liberia y Guinea.
"Fue todo un reto conducir una ambulancia durante el brote de ébola -cuenta-, había quien lanzaba piedras al vehículo y, en alguna ocasión, tuve que bajarme y hablar con la gente para que confiasen en el sistema de ambulancias".
"Cuando llegó el ébola en 2014 no había un solo servicio de ambulancias decente en todo el país", lamenta el presidente de la SLAES, Yusuf Kabbah, en una entrevista con Efe.
La falta de ambulancias en las zonas del interior del país sólo tuvo una consecuencia: más muertes. Y, de hecho, provocó más contagios, pues los familiares de los enfermos contrataban taxis y moto-taxis para que acercasen a los contagiados a los centros hospitalarios más cercanos, por lo que exponían también a los conductores a la enfermedad, explica Kabbah.
"Hay una persona en la organización que era taxista -recuerda- y se contagió del virus porque no había ninguna ambulancia en su área, así que tenía que ser él quien llevase a los enfermos al hospital".
El brote de ébola golpeó con dureza a los trabajadores sanitarios del país y dejó devastado un sistema sanitario ya de por sí muy frágil.
Sierra Leona tiene 1.350 centros de salud y hospitales y 19.030 trabajadores sanitarios, de los que casi la mitad no cobran por su trabajo y el 62% son mujeres, según recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su último informe sobre el país de 2017.
La mayoría de estos empleados, localizados en un 70% en áreas urbanas (cuando el 62% de la población vive en zonas rurales), son enfermeras y trabajadores comunitarios. El país cuenta con 156 médicos, de los cuales sólo 41 son especialistas, según la OMS.
En un país donde faltan datos sobre el número de pacientes en los hospitales o sus necesidades, la tarea de poner en marcha un sistema nacional y gratuito de ambulancias parece abrumadora a la par que esperanzadora.