El Senado de Brasil ha ratificado la destitución de Dilma Rousseff como presidenta de la nación latinoamericana y puesto fin a casi 14 años de hegemonía del Partido de los Trabajadores (PT).
"Eligieron rasgar la Constitución federal, condenaron a una inocente y consumaron un golpe parlamentario", ha afirmado la presidenta depuesta tras la votación.
Entre aplausos y silbidos se ha recibido el resultado final del juicio político a la dirigente izquierdista, sobreimpresionado en la pantalla electrónica de la cámara alta del Parlamento brasileño: 61 a favor de su cese, 20 en contra.
La victoria de los partidarios de la destitución se daba por descontada por la dirección de los discursos de los senadores en la sesión del martes, pero quedaba por despejar la duda de cuál sería la diferencia.
Los dos tercios necesarios (54 votos sobre 81) para tumbar el mandato de Rousseff han sido superados en siete, con lo que se cierra un capítulo histórico en Brasil, que comenzó el pasado diciembre cuando el presidente del Congreso aceptó la denuncia de diputados opositores contra Rousseff, a la que imputaban delitos de maquillaje de cuentas públicas al frente del Gobierno y la publicación de decretos crediticios sin autorización parlamentaria.
Temer asume el mando
Apenas dos horas después de la votación que depuso definitivamente a Rousseff, su exvicepresidente y presidente interino, Michel Temer, entró en el mismo salón de plenos del Senado atosigado por parlamentarios y simpatizantes, hasta llegar al estrado.
Allí, y a semejanza de la ceremonia por la que asumió el poder Itamar Franco en 1992, más simple de la habitual y sin discursos, pronunció la frase protocolaria: "Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución, observar las leyes, promover el bien general del pueblo brasileño y sustentar la unión y la indendepencia de Brasil".
A continuación, presidió su primer Consejo de Ministros como presidente oficial y en esa calidad se subió al avión que lo trasladará como jefe de estado a la cumbre del G20 en China. Michel Temer asumirá ahora el poder hasta las próximas elecciones, marcadas para octubre de 2018.
La sesión, que ha vuelto a escuchar acusaciones de “golpe” por parte de los senadores contrarios al juicio político, ha reservado una dosis extra de intriga y un desdoblamiento extra: a petición de dos senadores fieles a Rousseff, y con el beneplácito del presidente del Tribunal Supremo, se ha votado por separado si la expresidenta es inhabilitada también para cargos públicos durante los próximos ocho años. En esta segunda votación Rousseff sí ha salido bien parada: 36 legisladores han votado en contra de su inhabilitación y sólo diez más a favor.
No ha habido sorpresas respecto a lo que se venía barruntando en los últimos días durante los debates en la cámara. Los discursos de los senadores habían evidenciado cuál sería su voto, con la excepción de un puñado de indecisos que el PT de Rousseff y Lula da Silva intentó convencer para apretar un poco el marcador de forma infructuosa, como queda patente en el resultado final.
Se cierra un largo proceso
La separación de votaciones sobre la pérdida del cargo y la inhabilitación de Rousseff ha retratado la desesperanza de sus aliados ante la votación, un indicativo de que el PT reconocía la derrota y daba a entender que al menos querría que Rousseff se mantuviese en la vida pública.
Las últimas alegaciones de defensa y acusación han expuesto la división y la tensión entre ambas partes. “Canallas”, llamó el senador del PT Lindbergh Farias a los rivales. “Esto es una farsa, una farsa. Nosotros nunca olvidaremos este día”, ha afirmado exaltado.
Enseguida le ha respondido el senador de DEM Ronaldo Caiado: “Canallas son los que vaciaron Petrobras, los que se enriquecieron ilícitamente, los que llevaron al límite a este país”, ha afirmado tajante. Rápidamente, tras otros dos alegatos, se procedió a la primera y fundamental votación.
Dilma Rousseff ha seguido la sesión desde el Palacio de Alvorada, su lugar de residencia hasta hoy, junto a Lula da Silva y varios colaboradores del PT, mientras que Michel Temer lo ha hecho en el palacio de Planalto, a la espera de que culminase el proceso para tomar posesión.
Desde el inicio de la última fase del impeachment la presidencia interina ha intentando acelerar la votación. Con la votación se cierra un largo proceso que ha mantenido en vilo a la opinión pública brasileña, dividida ya no en el enfoque literal de las acusaciones que han acabado con el mandato de Rousseff, sino en el fondo de la cuestión.
Para los partidarios del impeachment, el juicio político ha sido un episodio traumático pero necesario para la democracia brasileña. Para los contrarios, el juicio político atiende a una conspiración golpista promovida por las élites del país. En cualquier caso, Rousseff se convierte en la segunda presidenta sometida a un impeachment en los últimos 24 años de la agitada democracia brasileña.
"Yo, a partir de ahora, lucharé incansablemente para construir un Brasil mejor y sé que otros y otras asumirán la lucha", ha afirmado la ya expresidenta.