Simbólicamente, la muerte de Fidel Castro supone el fin de una era para el continente americano. A efectos prácticos, sin embargo, su partida no traerá grandes cambios a Cuba ni a la América Latina de hoy, opinan los expertos consultados por EL ESPAÑOL.
“No hay que olvidar que llevaba desde 2008 fuera del Gobierno”, afirma Francisco Sánchez, subdirector de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en España. “El impacto que puede tener en América Latina por todo el significado de la figura histórica de Fidel Castro es de carácter simbólico. Es la muerte definitiva de un cambio y un fin de ciclo: el ciclo de las revoluciones, de las utopías armadas”.
Sánchez pone un ejemplo de actualidad: la guerrilla más longeva de Latinoamérica, las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC), acaban de firmar un acuerdo en vías de refrendación con el propósito de dejar atrás la violencia para incorporarse a la vida civil, un hecho que ilustra el cierre de capítulo que marca la muerte del mayor de los Castro.
Pero en lo que respecta a la situación política cubana inmediata y la relación de la isla con sus 'socios' latinoamericanos, la muerte de Fidel Castro no será el factor que altere el statu quo. Tampoco tendrá consecuencias internas para estos países.
“Es una cuestión anecdótica, porque las cosas en Cuba no van a cambiar por la muerte de Fidel (…). En términos prácticos ahí no hay ningún cambio a corto plazo”, asegura Pedro Roig, investigador sénior del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami (Florida, EEUU), quien vivió la Revolución. El analista asegura que Raúl Castro tiene planificada desde hace tiempo su sucesión para garantizar el continuismo en la nación caribeña y preservar el legado de su hermano.
El dirigente opositor cubano Eduardo Cardet, coordinador nacional en Cuba del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), exponía recientemente a este diario un argumento similar. “Para mí la participación de Fidel Castro en la vida política de Cuba ya no existe. De todas formas, ellos están preparando el continuismo porque quieren conservar el poder, que lo puedan lograr o no ya es otra cosa”, advertía. Cardet se mostraba, aun así, cauto: “Pero, bueno, que ocurra un cambio radical es poco probable a corto plazo, aunque no se puede descartar nada”.
Los analistas coinciden en que la muerte de Fidel Castro no afectará a las relaciones de Cuba con Bolivia, Ecuador y Venezuela. Sin embargo, afirman que la influencia cubana en los dos primeros es mucho menor que en la República Bolivariana, gran aliado de la isla en términos geopolíticos y económicos. En Ecuador, además, Rafael Correa no se presentará a las elecciones de 2017 y el boliviano Evo Morales ha perdido un referendo para enrocarse en el poder, aunque no se descarta que pueda intentar un cambio constitucional.
Si bien Hugo Chávez admiraba a Fidel Castro, el nuevo gobernante venezolano, Nicolás Maduro, también mantiene una fuerte relación con la Cuba castrista. El pasado marzo, sin ir más lejos, los mandatarios venezolano y cubano firmaron un documento para consagrar la cooperación entre sus respectivos territorios durante el próximo quindenio en materia energética, financiera o sanitaria.
“Cuba interviene hoy tanto o más en la política venezolana como hace diez años”, argumenta Guillermo Tell Aveledo, politólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela. “Tiene preferencia en el gabinete, tiene preferencia en todos los organismos del Estado, incluso control directo de algunas ramas de la organización pública. La estructura está montada para que no haya cambios relevantes. Lo otro es que el cambio ideológico que implica la muerte de Fidel Castro pueda alterar la situación en Cuba de modo que sí cambien esas relaciones, pero eso está por ver; no hay ningún factor real que lo demuestre”.
El experto venezolano asegura que Maduro se formó ideológicamente en Cuba y que desde que regresó de la isla en los 80 se convirtió en una “figura de la política cubana en Venezuela”. Considera que la relación del actual mandatario con Cuba es "mucho mejor incluso" que la de su predecesor, quien tenía un vínculo estrecho con el mayor de los Castro. Es más, se especula con que fue el régimen cubano quien situó a Maduro en la línea sucesoria de Chávez.
Roig, el cubano-estadounidense, considera que la relación de Maduro con la dinastía Castro es "distinta" a la de Chávez. Destaca, por ejemplo, que el creador del chavismo murió en La Habana y no en Caracas. Pero asevera que "Maduro depende para estar en el poder de los cubanos".
Estos dos expertos coinciden en que una muestra clara del peso de Cuba en Venezuela es en el ámbito de la inteligencia. Aveledo señala que funcionarios cubanos integran el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), que los opositores al chavismo consideran la policía política de Maduro. También Cuba tiene poder en el Ejecutivo chavista. “Los embajadores cubanos sirven prácticamente como ministros en nuestro gabinete”, asegura el experto venezolano.
La crisis económica y social que azota Venezuela, sin embargo, puede afectar a Cuba, señala Roig: “Ahora mismo se calcula que el grifo de Venezuela ha caído en más de un 60% (…). Y para Raúl Castro la caída del subsidio de Venezuela es gravísimo y contaban con abrir el mercado americano y se dan con este fenómeno inesperado de la victoria de Donald Trump”.
El presidente electo de Estados Unidos ha dejado claro en su alocución tras la muerte de Fidel Castro, a quien calificó de "dictador brutal", que su Administración retomaría la mano dura con el régimen del país isleño, una postura que reclamaban muchos cubanos en el exilio.
Residentes de la isla críticos con el régimen afirman que el rumbo tomado por el Gobierno de Barack Obama no ha traído transformaciones sociales al país caribeño. Con todo, Sánchez, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, cree que, en el caso de Cuba, la tesis de que el aperturismo económico trae consigo demandas de libertad se cumpliría. "La gente accede a mejores servicios y necesita libertades", afirma.