Aunque falta casi año y medio para las presidenciales mexicanas, los candidatos se colocan poco a poco en la línea de salida. Se habla de recolocación de fuerzas y posibles alianzas, de encuestas e intención de voto, de si las elecciones del próximo junio en el Estado de México serán un oráculo electoral.
Por supuesto, también de Donald Trump. El nuevo presidente de Estados Unidos utilizó a México como saco de boxeo durante la campaña y desde que entró en la Casa Blanca ha seguido pegándole. Según los sondeos, un hombre ha logrado cabalgar esta ola: Andrés Manuel López Obrador, fundador y presidente del partido Morena, sempiterno candidato de izquierda a la presidencia de México.
Encabeza en las últimas encuestas, da igual los rivales que le pongan enfrente. Puede ser Margarita Zavala, la esposa del expresidente Felipe Calderón y una de las posibles candidatas del conservador PAN. O el presidente de este partido, Ricardo Anaya. Los del PRI, partido del presidente Enrique Peña Nieto, no salen del tercer lugar en ningún escenario.
AMLO, como se le llama, lleva siempre una ventaja ganadora. Ha pasado del 18,7% que tenía en marzo de 2016 a un 27,1% este febrero, con casi 5 puntos por encima de su primera perseguidora. La subida del precio de los carburantes, conocido como el 'gasolinazo', y Donald Trump explican para muchos este avance. Esta semana, en Washington, puso una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para defender a los mexicanos en EEUU. “La campaña de odio de Trump es neofascista”, dijo.
EL TERCER INTENTO
Aunque este sondeo, realizado por Consulta Mitfosky, le ponga en cabeza, Roy Campos, presidente de esta empresa y uno de los analistas políticos con más seguidores en Twitter, prefiere ser cauteloso. “Si bien va adelante en las preferencias, la ventaja que presenta no es nada comparable a los más de 10 puntos que llegó a tener sobre sus oponentes para 2006, cuando lo alcanzaron y en la práctica lo empataron”, advierte, “la gran diferencia es que hoy las condiciones son distintas y lo veo más fuerte”.
“Ha aprendido a hacer campaña. Existen redes sociales que permiten compensar, y mucho, a los medios tradicionales a los que acusa de perjudicarlo, y el coraje ante el político tradicional está motivando un voto al cambio drástico y él es el único político que se ha colocado en esa condición”, enumera Campos. “En la balanza, se podría decir que la exposición permanente y constante y su tendencia a improvisar pueden hacerle cometer errores y desgastarlo, ya que falta mucho para la elección”.
La primera vez que AMLO se presentó a presidente fue en 2006 y por la agrupación progresista Coalición Por el Bien de Todos, perdiendo frente a Calderón y el PAN por poco más de 240.000 votos. AMLO lo consideró, como muchos mexicanos y unos cuantos libros, un fraude. Luego, fue candidato para 2012, perdiendo de nuevo y acusando de nuevo de fraude, esta vez por la campaña de relaciones públicas de la emisora Televisa a Peña Nieto, los enormes gastos electorales del PRI y supuesta compra de votos, que un comentarista mexicano entonces ironizaba que fue visto por todos menos el Instituto Federal Electoral, encargado de velar por los comicios. Pero parece que 2018 puede cumplirse lo de la tercera va la vencida.
LA NUEVA IZQUIERDA
Para John Ackerman, del Instituto de Investigaciones Jurídicas y reputado analista político cercano a la izquierda, la llegada de Trump ha dado lugar a dos fenómenos. “El gobierno de Peña Nieto, bajo en apoyo, trata de usar sus acciones para recuperar la legitimidad perdida, envolviéndose en un patrioterismo superficial, cosa que no parece haber tenido mucho éxito”, explica Ackerman. “La otra corriente es el nacionalismo cosmopolita e internacionalista que ha caracterizado a México, que rechaza figuras como Marine Le Pen o Donald Trump, y se ve en el despegue al apoyo a López Obrador”.
Cree Ackerman que Obrador sí puede cabalgar esta ola 'trumpista' el año y medio que queda hasta las elecciones. El riesgo, en su opinión, está en un posible fraude. “Ese es el peligro. Tenemos una larga experiencia y puede estar hasta fomentado por Trump”, argumenta, “en el tiempo que queda veo muy difícil que alguien desplace a López Obrador, él es la nueva izquierda, ha dejado atrás por mucho al PRD [partido tradicional de izquierdas y antigua casa de AMLO] y no solo es el primer partido de la izquierda, sino también el favorito para ganar”.
Esa distancia ha descolocado completamente al PRD. Miguel Barbosa, peso importante del partido, renunció a su puesto como coordinador en el Senado tras anunciar públicamente que respaldará a AMLO y Morena. En los mentideros políticos se habla ya de que su equivalente en el Congreso se pasará a Morena en los próximos meses. Los expertos consultados coinciden en que el PRD está superado y puede darse por amortizado, pero difieren en las opciones.
Ackerman dice que “el PRD representa la burocracia, la corrupción, la traición a un proyecto, es un cascarón vacío en vías de extinción y debería irse a casa”. Campos, por su parte, ve que la discusión está en qué dirección tomará el partido. “Puede moverse hacia alianzas con el PAN, que pensando en las viejas ideologías sería su oponente natural, o hacia López Obrador, que es con el que más perredistas se identifican”, explica, “creo que al final sus seguidores se dividirán y puede debilitar aun más al PRD, que en 2018, además de la presidencia, pone en riesgo tres de los cuatro Estados que gobierna: Ciudad de México, Morelos y Tabasco”.
EL DESAFÍO DE AHORA
En este contexto y en la crisis de representación, un movimiento nuevo ha surgido en la progresía mexicana. Llamado Ahora, lo apoyan e integran antiguos simpatizantes de AMLO, como el respetado académico Sergio Aguayo, el antiguo consejero del Instituto Federal Electoral Alfredo Figueroa o la politóloga Denise Dresser.
En caso de cumplir los elevados requisitos para una candidatura independiente -lograr en 120 días las firmas del 1% del electorado, más de 800.000 votantes-, su candidato será Emilio Álvarez Icaza, antiguo secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la misma donde AMLO ha puesto su denuncia. Para cumplir los requisitos, se han dado hasta septiembre para reunir 80.000 avales o personas que se encargarían de conseguir unas 10 firmas cada uno en los cuatro meses de plazo.
“Es un grupo de amigos, la mayoría activistas y académicos, muy respetados, que yo creo que están mostrando un actitud muy poco generosa y solidaria con Andrés Manuel y Morena, ya que en lugar de tender puentes y empujar en una misma dirección para cambiar el gobierno en 2018, compiten y les roban sus banderas, generando división en la izquierda”, opina Ackerman.
Campos, tras dejar clara su admiración por ellos, los describe más como un Pepito Grillo. “Hasta ahora los veo más como un movimiento que levanta conciencias y obligue a los candidatos a adoptar medidas de alto nivel”, observa. “No los veo encabezando a las mayorías, pero esto apenas empieza y debemos verlos ya trabajando más que en un lanzamiento”.