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Este miércoles 19 de abril las calles de Caracas no amanecieron como de costumbre. No fue un típico día de fiesta (este día se conmemora una de las fechas de la gesta de la independencia de Venezuela, la revolución de 1810), ni tampoco comenzó como una jornada más con la convocatoria de los manifestantes.
Equipos antimotines de la Guardia Nacional Bolivariana, tanquetas, puestos de control de las fuerzas de seguridad en los accesos a Caracas (desde el este y el oeste), y centenares de funcionarios policiales ocuparon las principales vías, autopistas y avenidas de la capital venezolana.
Un amplio despliegue militarizó a la capital como respuesta al 'Plan Zamora', un plan estratégico cívico-militar activado por el presidente Nicolás Maduro el martes en la noche, para contrarrestar la marcha opositora, anunciada desde hacía una semana y que buscaba una vez más exigir la restitución del orden constitucional en Venezuela, la realización de elecciones, la activación de un canal humanitario y la liberación de presos políticos.
En las protestas, dos jóvenes, de 17 y 24 años, han muerto por heridas de balas en Caracas y en San Cristóbal. También un guardia nacional perdió la vida en San Antonio de los Altos, cerca de la capital, durante otra de las protestas. Y para este jueves, la oposición promete más marchas.
Maduro se encargó de imprimirle más tensión a la jornada con un anuncio hecho desde el palacio presidencial de Miraflores, acompañado por la plana mayor del Gobierno y de la Fuerza Armada Nacional. Un mensaje que además se repitió este miércoles a las 7 de la mañana, hora de Caracas, en cadena nacional de radio y televisión.
"Que se active bajo toda la estructura militar, policial y civil el 'Plan Zamora' en su primera fase verde, para combatir el golpe de Estado secundado desde Washington y promovido por Julio Borges" (presidente del Parlamento venezolano), fueron las palabras de Maduro.
Pero la activación de ese plan estratégico y el amplio despliegue militar en Caracas no atemorizó a los opositores que salieron a protestar desde varias zonas y colmaron avenidas y autovías de la capital.
Marcelo y Jazmín decidieron unirse a la manifestación en El Marqués (este) junto a Sebastián, su hijo de cinco años. Ella afirma en medio de la multitud reunida en ese punto de la ciudad que el Gobierno de Maduro les ha quitado todo, incluso el miedo. “Por eso decidimos marchar juntos, en familia. Sabemos que muchas otras personas no pueden porque tienen temor, así que nosotros salimos por ellos”.
26 concentraciones había planificado la oposición para converger en una gran marcha con destino a la Defensoría del Pueblo, una vez más, sin poder lograrlo. Para Héctor Marcano, un jubilado de 71 años que salió a protestar desde la plaza Francia en Altamira, la jornada representaba “una buena oportunidad para expresar nuevamente el rechazo a toda la situación caótica que vive el país”. Afirma que la gente está muy cansada por el alto costo de la vida y la actuación del Gobierno. “Estamos en días conflictivos, porque la crisis social y económica altera el orden. Cualquier chispa puede prender la pradera”.
Escalada represiva
El denominado 'Plan Zamora' mostró su carácter represor, con una actuación mayor y mucho más fuerte a las demostradas en marchas anteriores (que transcurrieron sin ningún plan militar activo) sobre todo en el oeste de Caracas, específicamente en el municipio Libertador. Esta localidad está gobernada por el oficialista Jorge Rodríguez, es sede de varias instituciones públicas y ministerios, incluyendo el Palacio Presidencial, y el Gobierno insiste en calificarla como territorio chavista aunque las últimas elecciones parlamentarias (diciembre de 2015) hayan demostrado lo contrario.
Fue en el oeste donde murió un joven de 17 años que se encontraba en una de las concentraciones de la oposición. En la plaza La Estrella de la urbanización San Bernardino, Carlos José Moreno recibió un impacto de bala en la cabeza. Ese era uno de los puntos de concentración de la marcha opositora y allí se encontraba Moreno, pero aún no están claras las circunstancias de su asesinato. Unas versiones indican que lo mataron para robarle su motocicleta, otras indican que el joven no estaba en la manifestación sino que se dirigía a hacer deporte. El hecho ocurrió a las 11 de la mañana, a las pocas horas de haber dado comienzo la jornada de protesta.
También en el oeste, en la urbanización El Paraíso, los opositores fueron reprimidos en varias oportunidades con gases lacrimógenos impidiéndoles marchar y reunirse con las otras manifestaciones. Caso similar ocurrió en la zona de Bello Monte con los opositores que provenían del suroeste de la ciudad, de zonas populares como El Valle y Coche y de Santa Mónica.
Como ha ocurrido en protestas anteriores, una gran muralla desplegada con tanquetas militares fue instalada en la autopista Francisco Fajardo para impedir el paso de la marcha hacia el centro de la ciudad, donde se encuentra la Defensoría, y donde el chavismo organizó su propia manifestación para contrarrestar a sus adversarios. Los gases lacrimógenos contra la disidencia fueron una constante.
El balance sobre el primer día del 'Plan Zamora' realizado por Provea, una organización dedicada a la defensa de los derechos humanos, es alarmante: tres asesinados y 50 detenidos.
Balance resultados del Plan Zamora: dos asesinados, 50 detenidos y un número indeterminado de heridos en todo el país. 4:00 pm
— PROVEA (@_Provea) 19 de abril de 2017
Aunque el derecho a la manifestación pacífica está contemplado en la Constitución venezolana, Maduro ya se ocupó de limitarlo el martes, durante su alocución, cuando señaló que la oposición tenía todas las garantías para marchar pero sólo en el este de Caracas. Y efectivamente, hizo cumplir su palabra aplicando la represión en el oeste.
Mientras tanto, Maduro canta y baila
El chavismo se concentró en el centro de Caracas. No hubo represión por parte de las fuerzas de seguridad y desde distintos puntos los partidarios del Gobierno caminaron hasta la avenida Bolívar. En ese lugar el presidente Nicolás Maduro celebró lo que consideró una “victoria popular”. Bailó, cantó y también amenazó a los opositores.
Los dardos más afilados fueron contra Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional. Lo acusó nuevamente de ser el cabecilla del golpe de Estado que según el oficialismo gesta la disidencia con apoyo de Estados Unidos y “la oligarquía colombiana”. “Borges, eres tú el responsable de la violencia”, dijo el presidente venezolano y amenazó con la cárcel al dirigente de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Desde el 4 de abril, cuando comenzaron las protestas opositoras, se han registrado siete muertos y decenas de heridos en todo el país. Se estima que 538 personas han sido detenidas y 241 manifestantes siguen encarcelados, según la ONG Foro Penal. Ninguna de las manifestaciones ha sido televisada por los canales nacionales, en lo que supone un apagón informativo sin precedentes.
Venezuela vive así un toma y daca institucional. El chavismo es acusado de dar un “golpe judicial” que ha despojado de sus funciones al Parlamento, donde hay mayoría opositora. Los magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia emitieron dos sentencias que cercenaron las atribuciones de la Asamblea Nacional, en una jugada que fue catalogada por Luisa Ortega Díaz, la fiscal general de la República, como una “violación al modelo constitucional”. La respuesta del chavismo ha sido dar mayor fuerza y vigor a la represión.
"Aquí está Nicolás Maduro mandando con el pueblo", gritó el presidente ante sus seguidores. En un arrebato de exageración aseguró que tres millones de personas habían marchado para apoyarlo durante la jornada, dijo alegremente que el rechazo hacia la oposición superaba el 80% —según encuestas que no precisó— y de la misma forma aseguró querer ir “a elecciones pronto”.
La inflación en Venezuela es la más alta del mundo (720%, según el Fondo Monetario Internacional), y su PIB ha caído en más de un 18% desde que Maduro asumió la presidencia
El panorama del chavismo no es tan alentador como lo quieren hacer ver sus voceros y medios oficiales. Al descontento interno se suma la presión internacional; hace apenas un par de días 11 países latinoamericanos hicieron un llamamiento para que Maduro respete los derechos constitucionales de los venezolanos.
En lo económico la nación suramericana atraviesa una importante crisis que con el paso del tiempo ha empeorado en todos sus marcadores: la inflación es la más alta del mundo (720%, según el Fondo Monetario Internacional), el desabastecimiento de alimentos y medicinas es latente y los precios del petróleo, principal producto de exportación, no han subido como para sostener una economía cuyo PIB ha caído en más de un 18% desde que Maduro asumió la presidencia.
Es por eso que el oficialismo apuesta por la “mesa de diálogo” para rebajar las tensiones, una jugada que en 2016 le funcionó para debilitar a la oposición y evitar la realización del referendo revocatorio en contra del mandato de Maduro.
"Estoy listo para reunirme y verme la cara con los voceros de la oposición y pedirles que rectifiquen", dijo el mandatario caribeño en un discurso que causó extrañeza y en el que viró del ataque feroz a la conciliación, se permitió algunos pasajes autobiográficos y al final se atrevió a soltar un "¡qué viva Maduro!" mientras los opositores eran intensamente reprimidos a pocos kilómetros de su victorioso grito.