El Gobierno de Nicolás Maduro levanta un muro de contención para transmitir una imagen de normalidad horas después de que un grupo de militares y civiles pusiera en jaque una base del Ejército en Valencia. A pesar del esfuerzo oficial por hacer ver que todo está normal y bajo control, muchos hoy recuerdan la tesis del general Marcos Pérez Jiménez (Michelena, 1914; Alcobendas, 2001), dictador de Venezuela durante una década, un hombre que participó en varios golpes de Estado y que conocía muy bien a la Fuerza Armada en un país gobernado la mayor parte de su historia por militares.
En una conversación con el periodista Rafael Poleo en 1988 le comentó que “como viejo conspirador” sabía que en esos procesos de rebelión existían cinco etapas: Murmuraciones, donde no se distingue “nada preciso”; el rumor, que “indica aquello que la gente quisiera que fuera verdad”; los conatos, “pronunciamientos aislados de algún oficial”; la asonada, “pronunciamiento coordinado en el cual el jefe se alza pero los comprometidos le quedan mal”; y luego viene “el gran carajazo”.
Hasta el momento no se conoce la dimensión de este amago de golpe militar contra Maduro pero sí se ha evidenciado que existen ya grietas dentro del propio Ejército bolivariano que no aceptan la deriva del presidente venezolano. Aunque la intentona se produce en un momento de máxima tensión, se estima que la mayor parte de las fuerzas armadas permanece, a día de hoy, fiel al presidente venezolano.
Sin embargo, el presidente del parlamento, Julio Borges, ha aprovechado las acusaciones del oficialismo para negar cualquier implicación de la oposición y subrayar que lo ocurrido este domingo evidencia que hay una parte del Ejército que "quiere un cambio".
La cara visible de este incidente que ha sacudido Venezuela una semana después de las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente es un viejo conocido de Maduro: Juan Carlos Caguaripano Scott.
En 2014 fue acusado de conspirar en contra del Gobierno de Nicolás Maduro, pero escapó del país a pesar de tener una orden de captura en su contra. Este capitán de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), regresó clandestinamente a Venezuela y ha liderado la “Operación David Carabobo”, un ataque que le ha permitido sustraer armamento y escapar del Fuerte Paramacay, en Valencia, la tercera ciudad más importante del país, en medio de un clima de gran tensión política y una crisis económica y social sin precedentes.
Alias “Lucas”
Caguaripano Scott estaba adscrito al Grupo Antiextorsión y Secuestro de la GNB en el estado Amazonas, al sur de Venezuela, cuando fue acusado de operar en la clandestinidad por el fiscal militar Elías Placencia en abril de 2014. En ese momento se había ordenado aprehender al capitán por estar involucrado junto a tres generales en un complot para derrocar a Maduro.
Entonces se divulgó que utilizaba “Lucas” como pseudónimo y era el encargado “del proceso de captación y reclutamiento a jóvenes oficiales del componente Aviación militar en coordinación con el general de división Oswaldo Hernández”, se lee en una nota publicada por la emisora oficialista Alba Ciudad.
Juan Carlos Caguaripano huyó del país. Algunas informaciones dicen que con rumbo a Panamá y otras que se encontraba en Miami, Estados Unidos.
En esos días el entonces funcionario activo divulgó un vídeo en el que exhortaba a sus compañeros de la Fuerza Armada Nacional “a la reflexión” tras las “torturas y humillaciones” propinadas a los manifestantes opositores que pedían la salida de Nicolás Maduro del poder. “No podemos seguir siendo el brazo armado de un partido político”.
El “Golpe Azul”
Caguaripano luego fue vinculado por los cuerpos de seguridad venezolanos al “Golpe Azul”, tal como lo ha recordado la periodista Sebastiana Barraez, especialista en la fuente militar. Oficialmente se divulgó que hace un par de años que planificaba un golpe de Estado en el que estaban involucrados algunos civiles y militares, sobre todo de la Aviación, cuyo uniforme es azul, de allí el nombre del movimiento.
La versión del oficialismo explicaba que se había planificado atacar edificios gubernamentales con un avión Tucano. Por el caso fueron condenadas ocho personas en enero de 2017 y sus defensores alegaron que nunca se presentaron pruebas durante el juicio.
La Fuerza Armada, en un comunicado firmado por el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, ha minimizado las acciones para evitar así una reacción en cadena. Por una parte, asegura que son “mercenarios paramilitares” los que han protagonizado los ataques, negando que oficiales activos estén en el complot. También ha dicho que los instigadores “recurren a delincuentes y ‘rambitos’ como acción de propaganda”.
El 'hombre del helicóptero' apoya la rebelión
A finales de junio de este año un piloto de Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas se hizo famoso porque a plena luz del día sobrevoló el centro de Caracas y efectuó disparos en contra de la sede del Ministerio de Interior y luego atacó al Tribunal Supremo de Justicia. Su nombre es Oscar Pérez, y desde entonces es conocido como “el hombre del helicóptero”.
La aeronave pilotada por Pérez apareció unos días después en una zona montañosa cercana a la capital venezolana. Él se mantiene en la clandestinidad, pero desde su perfil de Twitter ha expresado su satisfacción por la acción comandada por Caguaripano Scott y le ha dado su respaldo. “Se llama ‘Operación David’ porque así cómo David venció a Goliat, nosotros venceremos a este narco régimen, en unidad cívico militar”.
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