Caracas

La crisis económica estalló en Venezuela el año 2012 y, mes a mes, no ha hecho más que agudizarse. Los indicadores típicos están en números rojos. La inflación, por ejemplo, es la más alta del planeta (puede llegar a 1.000 %, según el Parlamento), y ha sido así desde hace cuatro años.

A este diagnóstico crítico, se le suma la presión internacional en contra del Gobierno de Nicolás Maduro, que ya se ha plasmado en sanciones por parte de los Estados Unidos. Aunque todavía no se han hecho latentes sus efectos en el día a día de los venezolanos, estos supondrán mayores dificultades.

Todos los sectores del país padecen los lances de la difícil situación económica, con diferentes matices que no son excluyentes. Algunos economistas, como el caso de Alexander Guerrero, afirman que Venezuela atraviesa por un “violento proceso” hiperinflacionario que hace que tener dinero “pierda todo sentido”.

Veamos: hace poco menos de dos años el Gobierno reguló el precio del cartón de huevos (30 unidades) en 420 bolívares. Hoy se consigue en los mercados en 28 mil bolívares. Econométrica, una empresa especializada en asesoría financiera, estima que el poder de compra del venezolano cayó a la mitad respecto a 2016. Es decir, que con la misma cantidad de dinero apenas se puede comprar la mitad de las cosas que se compraban hace un año, en un entorno plagado por la escasez de productos básicos y medicinas.

Esta situación afecta de manera directa a los trabajadores que viven de su salario y a los jubilados y pensionados, que tienen que hacer malabares para poder rendir sus ingresos. Pero también a los comerciantes que han visto cómo medio millón de compañías se han visto forzadas a cerrar en los últimos años, según datos de Consecomercio.

La industria privada también se ha contraído, quedando una tercera parte del parque industrial instalado cuando comenzó la “revolución bolivariana” hace 18 años, tal como apunta Conindustria.

Protestas en las calles de Caracas contra Nicolás Maduro. Marco Bello Reuters

¿Dónde están los billetes?

Esta pérdida del poder de compra está signada por la inflación, que extraoficialmente se estimó en 31,9% tan solo en el mes de agosto, todo un récord histórico para la golpeada economía del país sudamericano. Eso hace que crezca la demanda de billetes y que los de menor denominación sean prácticamente inservibles.

Este fenómeno obligó al Gobierno venezolano a modificar el cono monetario a principios de este año. Hasta hace 10 meses el billete de mayor denominación era de 100 bolívares; ahora es el de 20.000 bolívares, pero la crisis es tan aguda que muchos expertos, como el diputado y economista José Guerra, recomiendan al Ejecutivo que imprima billetes de 100.000 bolívares, porque el nuevo cono monetario se ha mostrado insuficiente.

En Venezuela no hay suficientes billetes —que son impresos en el exterior e importados por el Banco Central— para cubrir la demanda y las colas para conseguir efectivo en los cajeros automáticos y oficinas bancarias son largas y constantes. De hecho, muchos bancos han tenido que restringir la cantidad de efectivo que entregan al día a sus usuarios.

Incluso el petróleo es insuficiente

Venezuela es fundamentalmente una economía monoproductora. El petróleo ha sido el encargado de sostener al país. Hay quien dice que, mires por donde mires, hay petróleo. Y no deja de ser verdad. Autovías, edificios, centros comerciales, coches, el país entero se ha levantado a fuerza de crudo, pero la dependencia es tal que con la caída de los precios en el mercado mundial, se ha hecho insuficiente.

Cuando Hugo Chávez era presidente, y el precio del barril superó los 100 dólares, Venezuela vivió una bonanza que a la larga sería insostenible. La producción nacional bajó, porque era más fácil importar y había suficiente dinero para ello.

El carácter de economía de puertos que históricamente ha signado a los venezolanos se potenció.El país vivió artificialmente de la renta petrolera y derrochó. El exministro de Planificación de Chávez, Jorge Giordani, ha dicho que entre 1999 ingresó un billón de dólares por facturas petroleras a Venezuela y que de todo ese dinero al menos 300 mil millones de dólares se malversaron. La firma Ecoanalítica calcula que más 500 mil millones de dólares se destinaron para importar durante ese período. 

Los estados financieros de 2016 de la estatal Petróleos de Venezuela muestran una disminución de los ingresos del 60,6 % con respecto a 2014, producto de la caída de los precios del petróleo, pero también de la sostenida caída de producción y exportación de crudo. La oposición acusa al chavismo de haber llevado a PDVSA a un estado “grave”.

La visión del Gobierno

El Gobierno de Nicolás Maduro ha insistido hasta el cansancio en que la situación crítica de Venezuela se debe a una “guerra económica” impulsada por factores desde el exterior y que a lo interno del país tiene a la oposición y a los empresarios como ejecutores. El mandatario asegura que las mafias colombianas son las que han contribuido con la escasez de alimentos, medicinas y billetes, al llevárselos como contrabando al país vecino.

El presidente también ha acusado a los comerciantes de especular con los precios de los productos y a los empresarios de no querer producir. A todos los ha amenazado con la cárcel.

Maduro se hace llamar “presidente obrero” y dentro del discurso oficial utiliza los numerosos aumentos salariales durante su gestión como ejemplo de sus políticas sociales, pero estos incrementos en los sueldos se han mostrado insuficientes al lado de la inflación, que crece a mayor velocidad.

Asimismo, ha dicho que la Constituyente servirá para salir de la crisis, pero antes dijo lo mismo cuando pidió leyes habilitantes o decretó la emergencia económica sin contar con el visto bueno del Parlamento. Las medidas anunciadas por su Gabinete, que han ido desde la creación del Ministerio de Agricultura Urbana, hasta la implantación de varios sistemas de subastas de dólares no han funcionado.

Trump no descarta una "acción militar" en Venezuela Kevin Lamarque Reuters

El agravante de las sanciones

A la compleja situación económica de Venezuela se le suman las sanciones implementadas por el Gobierno de Estados Unidos. Un decreto de la Administración de Donald Trump ha prohibido que los bancos norteamericanos transen bonos con el Gobierno de Maduro y PDVSA, cerrando así la fuente de financiamiento que hasta el momento había logrado mantener a flote a la “revolución bolivariana” en días en los que su estructura es insostenible solo con el negocio petrolero.

Estas medidas también incrementan la posibilidad de que Venezuela caiga en impagos de su deuda, un aspecto que el madurismo ha cuidado mucho. De hecho, su Gobierno ha preferido bajar las importaciones de alimentos, repuestos y medicinas —generando escasez— antes de dejar de pagar sus obligaciones con la deuda.

La postura de Trump, quien incluso ha mencionado que no descarta una “acción militar” en Venezuela, se puede endurecer aún más, afectando a Maduro y su entorno inmediato, pero también el ya complicado nivel de vida de los venezolanos.

El mensaje de la Casa Blanca cuando las medidas fueron anunciadas hace unos días fue claro: “Las medidas están calibradas cuidadosamente para retirarle a la dictadura de Maduro una fuente crucial de financiación para mantener su régimen ilegítimo”. Valiéndose de la crisis económica, Trump pretende lograr lo que la oposición no pudo tras cuatro meses de protestas.