En la vasta región de la Amazonia de Brasil existen, en pleno siglo XXI, decenas de tribus que eluden al fenómeno de la globalización. No conocen los grandes inventos contemporáneos. Elementos tan cotidianos como los smartphones y el uso del Internet escapan del entendimiento de estos grupos que corren el peligro de que sus hogares, ubicados en el corazón de lo que se conoce como ‘el pulmón del planeta’, sean destruidos.
Los mineros de oro ilegales, conocidos en Brasil como garimpeiros, han cometido una “masacre” contra estos pueblos tribales con total impunidad. Según denuncia la ONG Survival International, la cual se define como un “movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas y tribales”, estos extractores de piedras preciosas son los responsables de la muerte de “más de una decena” de miembros de estas tribus aisladas.
La organización pudo averiguar estos asesinatos gracias a una “chivatazo”, según The Washington Post. Los mineros habrían acudido a un bar después del trabajo y allí se les escuchó jactarse de haber acabado con la vida de estas personas.
Los documentos elaborados por Survival International revelan que los mineros cortaron en trocitos los cuerpos de los miembros de la tribu para que no flotaran en el agua para después arrojarlos al río Jandiatuba. Posteriormente, los garimpeiros saquearon los objetos de valor, tales como joyas, de los asesinados, algo que ha servido como prueba para culparlos del crimen.
La indolencia del Gobierno
Actualmente, la Fiscalía está llevando a cabo una investigación relacionada con estos sucesos. Sin embargo, los activistas consideran que las autoridades brasileñas no están protegiendo a las comunidades tribales vulnerables de la actividad de la minería ilegal y explotación forestal, las cuales están destruyendo su hábitat.
Stephen Corry, director de Survival, ha dicho que el presidente Michel Temer y su gobierno "tienen una gran responsabilidad por este ataque genocida" si los informes se confirman. Del mismo modo, Corry señala que los recortes a la Fundación Nacional de los Indígenas de Brasil (Funai), organismo gubernamental encargado de proteger a estos pueblos, ha socavado la protección de las tribus.
"Los recortes en los fondos del Funai ha dejado a decenas de tribus indefensas contra miles de invasores mineros de oro, ganaderos y madereros- que están desesperados por robar y saquear sus tierras", ha explicado Corry.
La zona donde ocurrió la supuesta masacre se conoce como la “frontera aislada”, un área de la selva tropical que alberga a los pueblos más incomunicados del planeta. En la mayoría de los casos, estos grupos dependen del entorno natural para sobrevivir.