Paraguay celebra este domingo unas elecciones generales en las que se decidirá el sucesor de Horacio Cartes en la Presidencia para los próximos cinco años. Mario Abdo Benítez, hijo de uno de los hombres fuertes de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), parte como favorito pero los sondeos pronostican que tendrá que buscar aliados en un Congreso fragmentado.
Más de cuatro millones de paraguayos están llamados a las urnas este 22 de abril, de los cuales unos 55.000 votarán en el extranjero. El plato fuerte es la elección del presidente y el vicepresidente, aunque también se renovarán la Cámara de Diputados, con 80 escaños, y el Senado, con 45, así como las autoridades de las 17 gobernaciones, y se elegirá a 18 miembros del Parlamento de Mercosur.
En total, diez candidatos compiten por la Presidencia pero los únicos con opciones reales son Benítez, del oficialista Partido Colorado, y Efraín Alegre, de la alianza izquierdista GANAR. Las encuestas señalan a Benítez como claro vencedor con más de 20 puntos de ventaja sobre Alegre, lo que significaría la continuidad del Gobierno conservador al menos hasta el año 2023.
Benítez, de 46 años de edad y conocido popularmente como Marito, carga con la mochila de 35 años de dictadura en los que su padre, del mismo nombre, fue el secretario privado de Stroessner y, como tal, miembro del llamado 'cuatrinomio de oro', integrado por los cuatro hombres más cercanos al dictador.
Cuando el golpe de Estado de su otrora mano derecha, el general Andrés Rodríguez Pedotti, puso fin al mandato de Stroessner y los suyos, Benítez contaba 16 años y estaba estudiando en Estados Unidos, donde se quedó hasta completar sus estudios universitarios para escapar de las turbulencias políticas en la pequeña nación suramericana.
A pesar de que tan solo era un adolescente, sus declaraciones posteriores le han impedido desprenderse del apodo de 'hijo de la dictadura'. En Estados Unidos forjó una amistad con el nieto del represor, Alfredo Goli Stroessner, y junto a él fundó el movimiento Paz y Progreso, la corriente stronissta del Partido Colorado con la que, según dice, pretende "cicatrizar heridas".
Tampoco ha ocultado sus simpatías por los supuestos logros de la era Stroessner, aunque en los últimos tiempos sí ha condenado las violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura paraguaya, que formó parte del Plan Cóndor. "Obviamente que las enormes falencias que tuvo el Gobierno de Stroessner son indefendibles", dijo en una entrevista a la revista 'Perfil'.
Una reelección incendiaria
Benítez se coló en estos comicios tras superar la criba interna del pasado 17 de diciembre. Se impuso a Santiago Peña, el candidato aupado por el actual presidente, Horacio Cartes, y su facción colorada, en unas elecciones primarias que sirvieron de catarsis al partido gobernante tras meses de tensiones que terminaron con el Congreso incendiado (literalmente).
La Constitución paraguaya prohíbe la reelección presidencial, precisamente, como consecuencia del régimen castrense, para evitar que alguien pueda perpetuarse en el poder. Cartes y sus aliados intentaron enmendar la Carta Magna en verano de 2016 pero la propuesta naufragó porque es un tema que suscita un enorme rechazo entre ciertos sectores políticos que ven la acumulación de mandatos como una amenaza directa a la democracia.
Meses después, en marzo de 2017, los socios de Cartes en el Congreso resucitaron la propuesta de la mano de un extraño compañero: una parte de la oposición izquierdista que pretendía despejar el camino al expresidente Fernando Lugo, que fue cesado en un juicio político por dejación de funciones, con la mira puesta en su eventual regreso este domingo.
Un grupo de senadores forzó el reglamento de la cámara alta para volver a someter a votación la enmienda constitucional y el 31 de marzo, de noche y a puerta cerrada, en una sesión calificada de ilegal por los colorados disidentes, incluido Benítez, así como el resto de la oposición, encabezada por Alegre, dieron luz verde a la reelección presidencial.
La reacción no se hizo esperar. Decenas de manifestantes rodearon el Palacio Legislativo dando pie a un enfrentamiento con la Policía en el que se usó fuego real, gas lacrimógeno y cañones de agua. El edificio del Congreso se incendió y un joven militante del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), dirigido por Alegre, murió.
La fatídica madrugada del 1 de abril obligó a retirar la enmienda constitucional y provocó el cese del ministro del Interior y del comandante de la Policía Nacional por "excesos en el uso de la fuerza pública", según admitió Cartes. Las investigaciones posteriores revelaron que el joven murió por el impacto de una bala de goma.
Lugo, en la trastienda
Esta crisis política hizo tambalearse al Gobierno de Cartes, que finalmente ha conseguido completar su lustro, y ha debilitado al Partido Colorado que, salvo el paréntesis protagonizado por Lugo (2008-2012), ha gobernado el país de forma ininterrumpida durante más de 61 años, esto es, desde la restauración democrática.
Alegre, de 55 años, pretende aprovechar la oportunidad para devolver a la izquierda al Gobierno. Es la cabeza del Partido Liberal y, gracias al pacto entre la formación política y el Frente Guasú de Lugo, fue ministro de Obras Públicas durante el mandato del exobispo católico.
En el impeachment contra Lugo votó para cesarle desmarcándose del entonces oficialismo, si bien en estos años se ha vuelto a acercar al expresidente, que sigue siendo una figura de peso en la política paraguaya. "Dicen que somos una bolsa de gatos porque nos tienen miedo", dijo Alegre, en una entrevista a Reuters, sobre la división en GANAR.
Lugo, que compite por una plaza en el Senado, y su Frente Guasú serán clave en el nuevo Congreso. Los colorados son mayoría en el actual legislativo, con 66 parlamentarios, mientras que los liberales son la segunda fuerza (39) y el Frente Guasú, a gran distancia, la tercera (6). Los sondeos vaticinan un fuerte repunte de la coalición izquierdista, lo que la convertiría en el comodín del hemiciclo.
Alegre lo tendría más fácil, porque el Frente Guasú es uno de los partidos integrados en GANAR. Benítez, en cambio, vería condicionado todo su mandato. Consciente de ello, Marito ha pedido a los paraguayos que le den la llave del Congreso para impedir que los derrotados "veten" los ejes de su futuro Gobierno: la lucha contra la corrupción y la defensa de los valores tradicionales.