Las distorsiones en la economía venezolana se han tornado más fuertes a medida que ha avanzado la hiperinflación. Desde el último trimestre de 2017, el país suramericano pasó a ser, junto a Zimbabue, la segunda economía en vivir este fenómeno en el siglo XXI, y así ha transcurrido, pues el gobierno de Nicolás Maduro no ha tomado ninguna medida para frenarla.
Un control cambiario que suma 15 años, la sequía de dólares por la caída de la producción petrolera en la estatal PDVSA, y por ende la reducción de importaciones de alimentos a dólares subsidiados, han originado una nueva dinámica donde al Gobierno, controlador de precios desde tiempos de Chávez, parece no importarle que las importaciones de alimentos y productos básicos se realice a dólar libre o paralelo.
El sector privado ha dejado de ser convocado a las subastas de divisas que realizaba el Banco Central de Venezuela y se ha visto obligado a recurrir al mercado cambiario paralelo para obtener las divisas necesarias para importar sus productos; esto ha incidido en el alza acelerada de los precios en una economía enferma.
Por ello en los últimos meses los anaqueles de abastos y supermercados lucen abastecidos con arroz de Guyana, pasta de Turquía o Italia, azúcar de Brasil, harina de trigo de Portugal, jabones de Jordania o pasta de dientes de China. Toda una variedad de productos provenientes de países tan distantes como diferentes culturalmente con Venezuela, pero a unos precios inalcanzables para el cuidadano común. El venezolano pasó de no encontrar alimentos en los supermercados a verlos en las estanterías y no poder comprarlos. La hiperinflación está destruyendo el poder de compra del bolívar mientras los precios de los productos aumentan aceleradamente.
La importancia de las remesas
Los que medianamente pueden sobrevivir en esta economía asfixiante son quienes reciben algún ingreso en moneda extranjera. El economista Asdrúbal Oliveros, de la firma venezolana Ecoanalítica, ha explicado que entre 1 millón y 1,2 millones de venezolanos residentes en el exterior están enviando remesas al país suramericano, a un promedio de 100 dólares mensuales. Cifra baja si se toma en cuenta que en Centroamérica el promedio de remesas enviado por persona, al mes, es de 500 a 600 dólares, ha precisado Oliveros.
Actualmente en Venezuela, con pocos dólares o euros se puede comprar mucho.
Incluso, estudios de Ecoanalítica indican que el mercado cambiario paralelo actualmente mueve 10 millones de dólares diarios, de los cuales 44% de esas transacciones corresponden al “menudeo”, es decir, a las pequeñas cantidades de divisas que las personas cambian a diario para poder costear los precios tan elevados.
Un venezolano que pueda recibir remesas desde España y cambie 30 euros, tendrá unos 28 millones de bolívares en sus manos. Mientras en el país ibérico esos 30 euros pueden costear el almuerzo y cena de un día, en Venezuela alcanza para un mercado completo, para cuatro personas, que incluya 2 kilos de carne de res, 2 kilos de pechuga de pollo, 2 kilos de pescado, 30 huevos, 6 litros de leche, 3 kilos de arroz, 1 kilo de pasta, 1 kilo de judías negras, 500gr de queso amarillo, 500gr de jamón, y 1kg de cebollas, tomates y patatas. Una realidad que viven pocos, 20% de la población, según estimaciones de especialistas.
Sin embargo, el economista Oliveros ha hecho una observación: el costo de la vida en dólares se está encareciendo y el proceso hiperinflacionario lo está encareciendo. Por ello progresivamente los venezolanos se han dado cuenta de que 20 dólares o 20 euros ya no rinden igual que 2017.
El mínimo: 2,6 euros
En Venezuela, el sueldo mínimo ha sido aumentado este 30 de abril a Bs 2.555.500, lo que equivale a 2,6 euros si se calcula a la tasa paralela, la que realmente está marcando los precios. Con esta cantidad apenas se pueden comprar alimentos o se tiene que elegir entre comida y medicinas. Comprar ropa o zapatos ha dejado de ser una opción.
La escasez de medicamentos en Venezuela también ha sido mermada un poco con las importaciones que se realizan a dólar libre. Por ello, una caja de antibióticos puede costar Bs 2 millones o Bs 4 millones. Igualmente los antihipertensivos, los medicamentos para trastornos de la tiroides y la metformina para la diabetes, por citar algunos.
Los medicamentos esenciales y de enfermedades crónicas han pasado de la escasez al desabastecimiento, un mes se consiguen, otro no, y cuando aparecen en las farmacias tienen precios inalcanzables, sobre todo para la población de la tercera edad, que más los necesita. Los abuelos pensionados por el Estado pasaron a recibir, con el aumento decretado por Maduro el 30 de abril, Bs 1.400.000 (1,44 euros); apenas alcanza para comprar 1 cartón de huevos.
El presidente venezolano ha anunciado el tercer aumento de sueldo mínimo y de pensiones en lo que va de 2018, una decisión que, según sus propias palabras, es para “proteger” al pueblo. Nicolás Maduro insiste en que la inflación es inducida por la “guerra económica impuesta por la oligarquía y el Fondo Monetario Internacional”.
Si bien este ha sido el incremento porcentual más alto anunciado por el Gobierno (95%), el monto sigue siendo bajo y ha quedado muy rezagado en comparación con el crecimiento vertiginoso de la hiperinflación.
Incluso el venezolano que no gana sueldo mínimo, sino el promedio de Bs 5 millones a Bs 10 millones mensuales (entre 5,1 y 10,2 euros), vive la destrucción del poder de compra del bolívar y su progresivo empobrecimiento; pasa tanto en os estratos medios como en los más bajos y populares.
La comisión de finanzas de la Asamblea Nacional ha informado que en marzo la tasa de inflación ha cerrado en 67%, mientras que la tasa anualizada (marzo 2017-marzo2018), se ubicó en 8.878,1%. Tan solo en el primer trimestre del año el acumulado fue de 453,7%.
“Lamentablemente seguimos en hiperinflación y sin políticas económicas que la frenen”, ha expresado el diputado Rafael Guzmán, diputado de la comisión de finanzas del parlamento venezolano, el elegido el 2015 y de mayoría opositora. También el líder opositor Henrique Capriles se ha referido al problema tras el aumento de sueldo, detallando en una imagen cómo ha decaído el sueldo en Venezuela de $31,16 en enero de 2017, a $2,99 a partir de mayo de este año.
Después del 20
Como si el chavismo no sumara ya 18 años en el poder, Nicolás Maduro en su versión de candidato presidencial a la reelección ha asegurado que si gana las elecciones del venidero 20 de mayo, devolverá la “estabilidad económica” al país.
“Necesitamos una gran victoria el 20 de mayo para yo acabar con todas las mafias de la economía. No me dejen solo en esta batalla. El primer apoyo que necesito son 10 millones de votos”, ha dicho el mandatario en un acto de campaña el pasado 2 de mayo, donde además ha pedido confiar en él porque si gana derrotará “a toda la guerra económica, lo juro”.
Su campaña no solo ha estado caracterizada por promesas para resolver la crisis económica sin mayores detalles, sino en las amenazas y chantajes. “Todo el que tenga carnet de la patria tiene que ir a votar el 20 de mayo, eso es dando y dando. Estoy pensando en darle un premio al que salga a votar ese día”, ha dicho Maduro.
Desde que comenzó el año el Gobierno, a través de los consejos comunales (grupos de vecinos que militan o apoyan al Partido Socialista Unido de Venezuela-Psuv), han insistido en la necesidad de que al menos un miembro de cada familia se saque el carnet de la patria porque será requisito indispensable para seguir recibiendo las cajas de comida de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), un programa implementado desde 2016 donde se entrega una caja con unos 20 productos, a un precio subsidiado (Bs 25.000, 0,02 euros a la tasa paralela). Todos son importados, sobre todo de México, Chile y países latinoamericanos.
Una opción que en tiempos de hiperinflación ayuda sobre todo a los que ganan sueldo mínimo y a los abuelos pensionados. Incluso Maduro ha expresado que extenderá el beneficio de los CLAP a la clase media. Pero este beneficio ha sido un elemento de control y coacción en tiempos de elecciones; así ocurrió en octubre y diciembre de 2017, tras los comicios de gobernadores y alcaldes, respectivamente.
Las propuestas de la oposición
Frente a estas medidas y promesas económicas, ha comenzado a destacar la propuesta de uno de los candidatos, Henri Falcón, alternativa opositora a Maduro pero sin el apoyo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Falcón, quien es militar y abogado, militó en el chavismo hasta 2010 y tiene como principal propuesta dolarizar la economía si gana las elecciones; según esto, llevará el salario mínimo a 75 dólares.
Este plan es impulsado por Francisco Rodríguez, un economista venezolano formado en Harvard que trabajó en la oficina de presupuesto del parlamento venezolano durante los primeros años de gobierno de Hugo Chávez, y que luego ocupó cargos en el PNUD y en Bank Of América (jefe de la región andina). Antes de sumarse al equipo de Falcón como jefe de su programa de gobierno, Rodríguez era el economista jefe de la firma bancaria Torino Capital, en New York.
En las últimas semanas han publicado las tablas salariales en dólares para los trabajadores de la administración pública, profesores universitarios y otras profesiones, algo visto con agrado por unos pero con recelo por otros, tanto por su pasado chavista como por la posición asumida por la MUD.
La coalición de partidos opositores ha reiterado que no participará en las elecciones del 20 de mayo por considerarlas fraudulentas y carentes de las garantías mínimas constitucionales. En un comunicado emitido el 3 de mayo, la MUD ha llamado a suspender el evento electoral y ha exhortado al candidato Henri Falcón a no ser parte “de la farsa electoral programada por el Ejecutivo Nacional”. Mientras llega la fecha la hiperinflación se afianza.