A simple vista, ¿qué podrían tener en común John Gotti Jr., jefe de la familia mafiosa Gambino de Nueva York, y Joaquín Guzmán Loera, patrón del cártel de Sinaloa y actualmente preso en el penal de máxima seguridad del Centro Correccional Metropolitano? La respuesta parece simple: una vida al margen de la ley plagada de fortuna. Pero desde esta semana ambos comparten abogado: Jeffrey Lichtman, el conocido letrado de la Barra de Nueva York, ha aceptado finalmente la defensa del narco mexicano después de un año de suplicas a la Fiscalía
Lichtman, a quien se le ha garantizado que no se le incautarán sus honorarios de sospechar que proceden del narcotráfico, compartirá la defensa con Eduardo Balarezo, el encargado de representa a Guzmán Loera desde hace un año y que ha logrado aplazar el proceso en dos ocasiones.
El éxito mas sonado de Lichman en su carrera profesional consistió en librar de la cárcel al mafioso John A. Gotti Jr., acusado de homicidio, extorsión y narcotráfico. El abogado logró primero la absolución del cargo de extorsión y más tarde que el jurado no coincidiera en el veredicto final, por lo que el Gobierno estadounidense desistió de procesar de nuevo a Gotti.
La estrategia a seguir con El Chapo podría estar encaminada a recalcar que él no fue el responsable del envío de drogas a Estados Unidos. No obstante, la fiscal Andrea Goldbarg ya ha lanzado un aviso a la defensa del narco, extraditado en enero de 2017: “De nada servirá si El Chapo fue un jefe de mediano rango o el máximo responsable del cártel de Sinaloa”.
Por cualquiera de los 17 delitos por los que está imputado, Guzmán Loera podría pasar el resto de su vida en la cárcel si finalmente es condenado. Lo que parece seguro es que la Justicia norteamericana no espera colaboración alguna de El Chapo ya que, según sus abogados, jamás se declarará culpable como terminó haciéndolo el narcotraficante mexicano Alfredo Beltrán Leyva, alias El Mochomo, que actualmente cumple condena en Estados Unidos.
La próxima citación de El Chapo ante el juez Brian Cogan será el 20 de septiembre, y es probable que ambos abogados comparezcan en la Corte. Balarezo ya ha lanzado un mensaje a su colega para que se ponga a trabajar pronto en el caso: “Esperamos que el señor Lichtman esté preparado para arremangarse”, dijo en relación a la inminente celebración del juicio, que está previsto que se extienda durante cuatro meses.
La Fiscalía ha entregado a la defensa 82 gigabytes de datos con 117.000 archivos de sonido, 1.125 páginas de documentos, decenas de fotografías, y miles de audios que pretenden dar fe de la responsabilidad de El Chapo en el trafico de drogas. La acusación que pesa sobre él es la de estar al frente de un “imperio criminal” y ser el responsable de introducir toneladas de droga en Estados Unidos: cocaína, marihuana, heroína y metanfetaminas. No hay en su contra acusaciones de homicidio ni delitos de sangre porque de esos crímenes se le debería juzgar en México.
Juicio mediático
El juicio está llamado a convertirse en un gran proceso mediático. De hecho, ya lo están siendo las vistas preliminares a las que asiste la esposa de El Chapo, la estadounidense y reina de la belleza Enma Coronel, con quien ha tenido dos hijas: María Joaquina y Emalí Guadalupe. La prensa meoyorkina, adicta a las comparaciones, la equipara ya con Kim Kardashian. Elegantemente vestida y siempre con gafas negras para ocultarse, asiste a las vistas acompañada de sus dos hijas y siempre bajo la atenta mirada desde el estrado de su esposo, al que ya se le considera el mayor narcotraficante de todos los tiempos, por encima de Pablo Escobar. Se estima que su fortuna es superior a los 14.000 millones de dólares, a pesar de que hasta la fecha la Fiscalía no le ha encontrado ni un solo céntimo.
La serie televisiva de Netflix, El Chapo, ha recreado la figura del narcotraficante más buscado de la historia, dejando entrever lo que muchos mexicanos intuían: la supuesta connivencia del narco con los poderes públicos. Ficción o no, la realidad es que la imagen de Joaquín Guzmán Loera se ha visto de alguna manera fortalecida ante la corrupción y manejos de los servidores públicos que en la serie aparecen claramente identificados.
Guzmán Loera fue extraditado un año después de su detención después de un largo proceso judicial. La decisión responde al Tratado que México y Estados Unidos firmaron hace cuarenta años y, a pesar de que no se hace mención en él, se entendía que jamás podrían verse implicados en el proceso de extradición los naturales de México. No lo consideró así la Justicia mexicana cuando en enero de 2017 El Chapo fue enviado a Estados Unidos considerándose poco relevante elevar el caso a la Corte Suprema.
¿Pero cuáles fueron los motivos que desembocaron en la extradición del narco mexicano?. Joaquín Guzmán había sido arrestado después de su ultima y rocambolesca fuga del penal de máxima seguridad Altiplano I. Las relaciones diplomáticas entre ambos países pasaban por su peor momento. El recién nombrado presidente Trump arreciaba en criticas contra su vecino del sur, insistía en la urgencia de construir un muro de la vergüenza y anular el Tratado de Libre Comercio. La extradición se entendió como un gesto de paz del presidente Peña Nieto que de nada sirvió.
Según reza el Tratado de Extradición firmado en 1978, el ciudadano mexicano Joaquín Guzmán Loera no debería ser juzgado en Estados Unidos por ninguno de los diez juicios que tiene abiertos en México: tráfico de drogas, delincuencia organizada, homicidio, extorsión y secuestro. Pero esto se antoja complejo, ya que las causas por las que se le juzgará a partir de próximo 5 de noviembre en la Corte de Nueva York son, precisamente, tráfico de drogas y delincuencia organizada.
En aquel tratado se estipuló en el artículo 17 que si un juez toma la decisión de cambiar la calificación de alguno de los delitos que le imputan al sospechoso, la extradición podría mantenerse exclusivamente bajo dos condiciones: que el delito esté fundado en el conjunto de hechos por el cual se solicitó originalmente la orden de extradición, y que el nuevo delito sea castigado con la misma pena máxima que el original, o con una pena menor. Tan solo hay un gesto de correspondencia y humanidad en aquel Tratado de Extradición carente de reciprocidad. En el caso de que El Chapo sea condenado a muerte, esta no podrá ejecutarse.