El próximo domingo, Brasil elige el nuevo presidente del país y las mujeres tienen en sus papeletas el poder para decidir quien sube al Palacio del Planalto. Representan el 52,5% del electorado, 77,3 millones de un total de 147 millones de votantes, y el sábado pasado se unieron no para apoyar a un candidato, sino para mostrar su rechazo hacia Bolsonaro, el favorito de las encuestas que hace gala de un discurso de odio y apologista de la dictadura.
En 65 ciudades brasileñas, y también en las principales capitales europeas, cientos de miles de mujeres salieron a la calle bajo el lema #EleNão (#ÉlNo) para protestar contra Bolsonaro y pedir a la población que no le vote. “Eran miles de personas, mujeres, hombres, niños, de todas las edades, familias enteras gritando él no”, cuenta por teléfono Klarissa Platero, socióloga de la Universidad Federal Fluminense y que el sábado estuvo en la manifestación de Río de Janeiro. “Además, había muchas banderas de partidos. No era un movimiento simplemente social, sino un acto político de unión con un mensaje muy claro: estamos aquí, gente de diferntes ideologías, porque queremos defender nuestra democracia”, cuenta.
El movimiento de ‘Mujeres unidas contra Bolsonaro’ que empezó en las redes sociales y saltó a la calle este sábado da muestras del activismo político femenino y de la toma de conciencia de que su voto puede decidir el rumbo del país. “He visto un retroceso en la democracia brasileña y esta manifestación es un espacio para afirmar que el pueblo brasileño no va a aceptar ningún retroceso en las libertades democráticas", contaba a Efe el día de la manifestación la abogada Ana Luzia Marchiori.
Sondeos contradictorios
Sin embargo, la resistencia en la calle no se refleja en los sondeos, que arrojan datos distintos. El Datafolha publicado este martes, daba cuenta de un aumento del 10% en la intención de voto hacia Bolsonaro. Y una subida del 6% entre las mujeres. Pero, al mismo tiempo, sigue siendo el candidato más rechazado, con un 45% y el 50% de las mujeres afirman que jamás le votarían. “Los resultados son extraños porque no es eso lo que se respira en la calle. Yo tengo la convicción que las mujeres están diciendo una cosa en las encuestas pero harán otra a la hora de votar”, dice Platero.
Según la socióloga, los resultados previstos para el electorado femenino pueden estar anclados en una presión machista de la sociedad en la que “las mujeres de clases más bajas todavía tienen un discurso complaciente con el padre, el marido, el hermano, y eso puede llevarlas a decir que votarán Bolsonaro, pero llegado el día, no creo que lo hagan”. “Yo misma tengo la experiencia de hablar con mujeres que trabajan en Barra da Tijuca [un barrio de clase alta donde vive Bolsonaro y en que tiene la mayoría de su electorado] que, en un primer momento te dicen que votarán en él y a los 15 minutos están cambiando el discurso”, explica la socióloga.
En un intento de hacer un guiño al voto femenino, y sabiendo que un 23% de ellas aún no sabe a quién votar, varios de los presidenciables han elegido a mujeres para el cargo de vicepresidente, en uno de los países con menor número de mujeres en puestos de poder político: representan poco más de un 10% en la Cámara de los Diputados.
Pero aun sabiendo la importancia de conquistar su voto, los candidatos no han centrado sus discursos en los temas que más preocupan al electorado femenino. “El debate político se ha polarizado en torno a la corrupción y la democracia. Los candidatos atacan al Partido dos Trabalhadores por la corrupción y a Bolsonaro por la amenaza que supone para la democracia y no hay margen para que la agenda de género entre en el debate”, cuenta Platero. La ausencia de estos temas durante la campaña puede explicar el número tan alto de indecisas.
El movimiento ha convocado otra marcha de rechazo para el 6 de octubre, un día antes de los comicios, y la convicción de Platero es que, pese al número de indecisas, el mensaje dejado el sábado fue contundente: “Las mujeres han dejado clara su posición: no queremos en la presidencia a un candidato machista, misógino, homófobo, que despreza los derechos humanos y la democracia. Ese no es el Brasil que queremos”.