Arde el pulmón del mundo. En las últimas semanas, miles de incendios están avanzando sin control por la Amazonía, dejando cifras récord de destrucción. En lo que va de año, el número de incendios registrados supera un 83% los registrados en el mismo periodo del año pasado. Entre el 1 de enero y el 18 de agosto se registraron 71.497 incendios en Brasil y un 52,5% han tenido lugar en la Amazonía.
Ante las críticas por parte de la comunidad internacional y los ambientalistas, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, disparó en la dirección de las ONG. "Puede haber, una acción criminal de esos 'oenegeros' para llamar la atención contra mi persona, contra el Gobierno de Brasil, y esa es la guerra que nosotros enfrentamos", declaró.
Según las primeras investigaciones, los incendios habrían sido el resultado de 'queimadas', quemas de terreno o de pastizales que los propios agricultores provocan para limpiar y preparar la tierra para la especulación de cultivos, ganado y propiedades. Pero detrás de la acción de la industria de la ganadería, está toda la política de Bolsonaro, que desde que ha asumido la presidencia ha tomado medidas que han desprotegido la selva amazónica, sus reservas y sus comunidades indígenas.
Desde que empezó la campaña electoral, Bolsonaro se sumó a Donald Trump en el cuestionamiento del acuerdo de París y su ministro de Exteriores, Ernesto Araujo, negó que hubiera un problema de calentamiento global. Semanas antes de tomar posesión, Bolsonaro retiró el compromiso de que Brasil acogiera la cumbre sobre el cambio climático de 2019.
Fin de la asignación de tierras a indígenas
Durante su campaña para la presidencia en 2018, Bolsonaro declaró que las tierras protegidas de Brasil eran un obstáculo al crecimiento económico y prometió abrirlas a la explotación para fines comerciales.
Una de las primeras medidas de Bolsonaro fue restringir los poderes de la Fundación Nacional del Indio (Funai), hasta entonces la responsable por la preservación de las reservas indígenas y de la protección del Amazonas. El presidente firmó una medida provisional que transfería los poderes de la Funai para el Ministerio de Agricultura, liderado por Tereza Cristina Costa, una terrateniente y líder de la bancada de los latifundistas en el Congreso.
Esto significaba que Costa sería la responsable de asignar las tierras correspondientes a indígenas y campesinos sin tierras, sectores que siempre han estado en conflicto con los grandes propietarios rurales. Así fue hasta el 1 de agosto, fecha en la que el Supremo Tribunal Federal revocó la medida y mantuvo las funciones de la FUNAI.
Sin embargo, los poderes del Ministerio de Agricultura tuvieron consecuencias también en la protección del Amazonas. Bolsonaro ya había anunciado su intención de flexibilizar las licencias ambientales que permitan los agronegocios en tierras del Amazonas. Además, la ministra de Agricultura es conocida como "la musa del veneno" por haber dirigido una comisión parlamentaria que aprobó normas para despenalizar el uso de agrotóxicos en el país.
En declaraciones a The New York Times, Adriano Karipuna, líder de la comunidad indígena de Karipuna, señaló que los madereros están avanzando hacia las áreas protegidas, animados por las opiniones de Bolsonaro de que las protecciones legales otorgadas a las tierras indígenas son un impedimento para sacar provecho a los recursos de la Amazonía. "Él los autorizó, les dijo que nos invadieran", dijo.
Deforestación
Carlos Nobre, investigador principal del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo, dijo en declaraciones a The Guardian que el aumento de la deforestación estaba acercando la selva tropical a un punto de inflexión más allá del cual las franjas del bosque generalmente húmedo se convertirían en una sabana seca, con graves consecuencias para el clima, la vida silvestre y los habitantes del bosque.
Nobre señaló que la deforestación iba a aumentar entre un 20% y un 30% este año y que era "muy probable" que superara los 10.000 km2 por primera vez en más de 10 años. Una tendencia que se ha acelerado con Bolsonaro, que ha debilitado a la agencia ambiental y expresó su apoyo a los mineros, agricultores y madereros.
"Una gran cantidad de estos incendios se deben al impulso cultural que los ministros están dando. Están impulsando la deforestación porque es bueno para la economía. Quienes realizan deforestación ilegal se sienten empoderados", dijo Nobre.
Según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), el área de deforestación de la Amazonía supera en 278% la superficie de selva talada hasta el mismo mes del año anterior. El área de bosque deforestado ha pasado de aproximadamente 597 km2 en julio de 2018 a los cerca de 2.255 km2 este año. Se trata de un área equivalente a 225.000 campos de fútbol.
Menos presupuesto
El gobierno de Bolsonaro recortó el presupuesto destinado a la agencia ambiental en un 24%, mientras las multas y medidas por violaciones a la legislación vigente en la materia disminuyeron un 20% respecto del año anterior.
Las medidas son de tal calado que hacen peligrar la continuidad del Fondo Amazonia, el mecanismo de cooperación internacional que más recursos ha aportado para reducir los gases de efecto invernadero por la deforestación.
Noruega y Alemania, principales donantes del fondo, han anunciado la congelación de ayudas para los proyectos de conservación del Amazonas por un importe de cerca de 60 millones de euros, después de que el Gobierno brasileño cambiara de forma unilateral al equipo directivo que gestiona el fondo.
Bolsonaro respondió en Twitter a lo más puro estilo Trump: "Tengo un mensaje para la querida Angela Merkel: coge tu pasta y reforesta Alemania. Lo necesitáis mucho más allí que aquí", dijo. "¿No es Noruega la que mata ballenas en el Polo Norte? Coged el dinero e id a ayudar a Merkel a reforestar Alemania".
Documentos filtrados
Además de toda la política ambiental de Bolsonaro, la plataforma Open Democracy ha desvelado unos documentos que revelan los planes del presidente de Brasil para acabar con el Amazonas.
En una presentación a la que ha tenido acceso la plataforma, se describen proyectos para hacer la selva habitable y acabar con los proyectos de protección medioambiental de la zona, especialmente el denominado 'Triple A' (Andes, Amazonas y Atlántico), al que "hay que hacer frente". Este proyecto es un corredor ecológico con 135 millones de hectáreas de bosque tropical y uniría los Andes con el Atlántico pasando por el Amazonas.
El documento detalla la construcción de una hidroeléctrica, un puente y una carretera, dejando claro que la habitabilidad de la región en la clave para frenar los proyectos de preservación.
Tras los incendios en la Amazonía, el presidente brasileño ha minimizado las críticas internacionales a sus decisiones con el argumento de que los llamamientos de la comunidad internacional a la protección de la Amazonía son un plan global para frenar el desarrollo de su país. Este julio acusó a los líderes europeos de buscar la conservación de la Amazonía porque quieren usarla en el futuro.