Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, tiene por costumbre, casi cada semana, darse algún baño de multitud. Los últimos fueron este mismo fin de semana del 13 al 15 de marzo, en la Costa Chica del estado de Guerrero, con infinidad de besos y abrazos. Todo en plena emergencia global por la rápida propagación del coronavirus. México tiene, según los últimos datos, 82 casos confirmados, casi cuatriplicando los 15 del 12 de marzo.
En ese viaje, AMLO dijo, ante la comunidad de Marqueli, habló de que tenía “mucha fe” de que iban “a sacar a nuestro querido México, no nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso”. El pasado 4 de marzo comentó que “lo del coronavirus y eso de que uno no se puede abrazar… hay que abrazarse, no pasa nada”.
Durante la conferencia matutina, una reportera preguntó a Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud y el funcionario que está llevando la responsabilidad de informar de los casos, sobre, si en caso de que AMLO fuera portador, no podría contagiar a esas personas que acuden a sus giras. Estas, normalmente, viven en los sectores menos favorecidos de la sociedad.
La respuesta del funcionario fue, cuanto menos, esotérica:
“La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio, en términos de una persona, un individuo que pudiera contagiar a otros. El presidente tiene la misma probabilidad de contagiar que tiene usted o que tengo yo, y usted también hace recorridos, giras y está en la sociedad. El presidente no es una fuerza de contagio”. AMLO, conviene recordarlo, es un hombre de 66 años con afecciones cardiacas previas. Es decir, grupo de riesgo.
México está mandando mensajes contradictorios. Por un lado, las autoridades educativas han suspendido las clases durante un mes, del 20 de marzo al 20 de abril. Los partidos de fútbol se han pospuesto y las autoridades sanitarias han propuesta una especie de guía y evento llamado Jornada de Sana Distancia, del 23 de marzo al 19 de abril, donde piden suspender actividades no esenciales y se reprogramar eventos masivos, además de solicitar a la gente que no se toque.
Sin restricciones de transporte
Lo que no hay son restricciones al transporte ni a la llegada de vuelos y cruceros internacionales y este mismo fin de semana se permitió la celebración del Vive Latino, un macrofestival de música al que acudieron, cada día, al menos unas 40.000 personas. Algunas instituciones del Gobierno publicaron un mismo cartel en redes sociales en le que se decía que no es una situación de emergencia, y que “no hay necesidad de cancelar eventos de masas”. Acababa con una frase lapidaria: “Recuerda, la enfermedad causada por el coronavirus no es grave”. AMLO, de momento, ha dicho que no cancela sus baños de masas.
De toda Latinoamerica, solo El Salvador y Nicaragua no tienen casos reportados. En el caso de El Salvador, fue de los primeros en ordenar un cierre de frontera y una aleta roja. Su presidente, Nayib Bukele, declaró el 11 de marzo una contestada cuarentena nacional por 21 días, durante la que se suspenden las clases, ya se prohíbe el ingreso de los extranjeros al país y las aglomeraciones de personas en conciertos o eventos deportivos. Justo el lunes se enzarzó, vía Twitter, en una discusión con el ministro de Exteriores mexicano, Marceloa Ebrard, por la llegada de un vuelo a su país.
En Argentina, otra de las potencias de la zona y con unos 60 casos confirmados que México, el 15 de marzo se anunció que se suspendían las clases por dos semanas, se decretó el cierre de fronteras y días antes ya se habían suspendido los vuelos de Europa, EEUU, Corea del Sur, Japón, China e Irán y todos los eventos masivos. En Colombia, también con medio centenar de casos, se restringió a partir del 16 de marzo la entrada a su territorio de todos los ciudadanos de otros países que no sean residentes. Se suspendieron las clases, las ligas de fútbol y se ha decretado el estado de emergencia sanitaria hasta el 30 de marzo, lo cual otorga poderes extraordinarios al presidente para mitigar la crisis.
Eso sí, ambos países tiene un tercio de la población que México. La mayoría de los 17 países infectados de América Latina han tomado medidas muy similares, como declarar emergencias nacionales, suspender clases, prohibir eventos masivos y cerrar fronteras o vuelos con zonas de alto contagio.
Brasil, con unos 230 casos y el único país de la región con más habitantes que México, ha prohibido las clases en Río de Janeiro y hay paros graduales en Sao Paulo y, a nivel federal, se prohibieron los cruceros turísticos. Pero su presidente, Jair Bolsonaro, parece ser el mayor enemigo de la distancia social que, según los expertos, mejor funciona para prevenir la propagación. Tras informar que había dado negativo en la prueba, afirmó que hay “neurosis” en torno al virus y rompió su aislamiento para ir a un acto político en apoyo a su gobierno.
México tiene algunas problemáticas poblaciones en su lucha futura contra el virus. Uno de los factores que aumenta su severidad son las enfermedades crónico-degenerativas y, en el país, el 70% de la población padece sobrepeso y obesidad, un 10.3% padece diabetes y las enfermedades cardiovasculares es la primera causa de muerte en el país. Además, su sistema de salud, presenta carencias y viva, en estos momentos, una crisis de abastecimiento de medicamentos y una reformulación que no acaba de ser exitosa.
Propagación inevitable
Ya desde la academia, han pedido medidas más fuertes y decididas. De acuerdo al doctor Gustavo Cruz, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la Universidad Autónoma de México, “la propagación de la enfermedad es algo inevitable y el brote infeccioso se daría entre el 20 y el 30 de marzo”.
Vaticina que en dos o tres semanas el número de contagios se elevará de forma exponencial y califica el coronavirus de epidemia inminente. México tiene la ventaja de haber visto el futuro en España e Italia, pero no parece hacerle mucho caso.
La representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa, una zona gigantesca al oriente de CDMX donde acuden cada año sonre 2 millones de personas, de momento no ha sido desconvocada, y AMLO continuará con su gira el próximo fin de semana a Oaxaca, para celebrar el nacimiento de Benito Juárez, único presidente indígena de México.
“Nada más pedir a los ciudadanos de Oaxaca, amigos que nos queremos mucho, que en esta ocasión me reúna solo con los pobladores de Guelatao y que ya va haber tiempo para visitarlos en todos los pueblos", pidió en conferencia de prensa, tras las críticas por seguir besando y abrazando gente en sus viajes. Queda por ver si sus ciudadanos le harán caso.