Desde hace varios días, en las redes sociales, se pueden encontrar diversas fotos en las que se ven entregas de comida en zonas depauperadas de varios estados de la república mexicana. Lo extraño no es el concepto en sí, sino los logos que hay en las cajas de víveres: Cártel Jalisco Nueva Generación y Cártel del Golfo, en lugar de los del Gobierno de México. Los pistoleros de las organizaciones, vestidos con sus uniformes y en el papel del bandido bueno de Eric J. Hobsbawm, se apropian del papel de la Administración.
Mientras, según se puede ver en los portales de noticias, en la nota roja mexicana y en las estadísticas, la violencia no cesa. Con 2.585 víctimas de asesinatos, marzo ha batido de nuevo el récord rojo desde que hay registros en el país, y hay reportes de enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los delincuentes, así como ejecuciones y secuestros.
De acuerdo a los análisis de varios académicos, la emergencia mundial y nacional por el coronavirus, los cierres de fronteras y el confinamiento está afectando a las finanzas de la delincuencia organizada. Varios de estos textos se pueden encontrar en InSight Crime, una fundación dedicada al estudio e investigación del crimen organizado en Latinoamérica y el Caribe.
Por ejemplo, en el texto 'El coronavirus exprime finanzas de carteles en México', se hace un recuento de varias noticias en las que se narra como son los contactos con China los que suministran insumos a los grupos criminales mexicanos, como falsificaciones de artículos de lujo o precursores químicos para elaborar fentanilo, y que, debido a pandemia, los envíos no están llegando, golpeando sus estructuras. Otro factor a tener en cuenta es una más que probable caída del consumo de drogas en Estados Unidos, su principal cliente.
Otro artículo, 'Coronavirus afecta dinámicas de extorsión en México y Centroamérica', contaba como en México, carteles como la Unión de Tepito, principal estructura de la capital, avisó a los comerciantes del centro histórico y otras zonas que se mantendría el cobro del derecho de piso, básicamente una extorsión por tener un negocio, a pesar del cierre de actividades mandatado por las autoridades. En Centroamérica, por el contrario, algunas pandillas de El Salvador y Guatemala han anunciado que pararían los cobros, mientras otras avisaron de que seguirían vigentes.
Aguantar el parón
El crimen, finalmente, depende de la sociedad en la que se encuentra . Los grandes cárteles, en esencia empresas globalizadas que mueven millones y millones de dólares con estructuras y conexiones en decenas de países, son vulnerables a los cambios en el tablero internacional. También el efecto dependerá del tamaño de las organizaciones y, dentro de estas, del estatus del criminal en la misma. Es decir, cuanto más abajo en la cadena alimenticia, más difícil aguantar el parón de actividades y más probable que se vean obligados a salir a cometer otros crímenes.
En una columna publicada en el diario El Universal se habla de un documento, 'El crimen organizado durante la pandemia', redactado por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y el Centro Nacional de Inteligencia. Según citan, se prevé que “la mezcla de desesperación social y supuesto vacío de autoridad que se pueden generar en la etapa tardía de la pandemia, querrán ser aprovechados por la delincuencia organizada par fortalecer su control sobre comunidades y localidades que consideran estratégicas o para el surgimiento de nuevos grupos de autodefensas”.
Su análisis teoriza con un aumento de los secuestros, los asaltos y los robos, centrándose los criminales en los hogares de personas mayores, madres solteras y discapacitados, e incluso anticipan el modus operandi de presentarse como personal médico para acceder a las viviendas.
El documento también pone cifras: desde que hay medidas de distanciamiento social, hace casi un mes ya, se han cometido 1.497 homicidios vinculados con el crimen organizado. Los narcotraficantes, arguyen, se pelean por las “pocas oportunidades criminales disponibles”, ya que la contingencia ha generado fuertes presiones económicas en las organizaciones más pequeñas, las que viven más al día y no tienen grandes reservas de efectivo.
La economía de México, de acuerdo a datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, contraerá hasta un 6% de Producto Interior Bruto del país. El reparto de comida, aseguran, es una forma de construir una base social que les ayude a sobrevivir en los meses siguientes en mitad de la mayor emergencia global en casi un siglo.