En la resaca de la anulación de los procesos judiciales contra el expresidente Lula da Silva, que elimina su condena en el macrocaso de corrupción 'Lava Jato' y le habilita para ser candidato a las presidenciales de 2022, Brasil sigue en vilo por su actualidad judicial. Sergio Moro, el azote de la corrupción brasileña, el juez que condenó a Lula, tiene su destino en manos del Tribunal Supremo de Brasil, que tendrá que decidir en los próximos días si el magistrado actuó de manera imparcial.
El caso estalló este martes, cuando el juez del Supremo Edson Fachin decidió que Moro no tenía competencias para juzgar a Lula y envió los casos a un tribunal federal de Brasilia. El fallo, en respuesta a un recurso del expresidente de Brasil, no entraba a valorar si Lula era inocente, pero le restituía todos sus derechos políticos al considerar que Moro se había extralimitado en el caso.
Al mismo tiempo, el Supremo se reunía para decidir si Moro actuó de manera imparcial. Uno de los jueces pidió más tiempo para estudiar el tema y la vista se aplazó. De todas formas, de esta decisión pende el futuro político del magistrado que ve como, cada día, su mito se va cayendo ante los ojos de la sociedad brasileña.
De juez implacable a político fallido, pasando por las sospechas sobre su actuación en el caso que le dio la fama y que impactó directamente en la historia de Brasil, estos son los momentos que han marcado el auge y la caída de Sergio Moro.
El caso Lava-Jato
En 2014, Sergio Moro era tan solo un juez desconocido de la ciudad brasileña de Curitiba. Pero, ese año, la operación 'Lava-Jato' sacudió a Brasil, revelando un esquema de corrupción y lavado de dinero que involucraba a empresarios de la construcción, políticos y directivos de la petrolera nacional Petrobras y el nombre del juez empezó a copar las portadas de todos los periódicos del país.
Por aquel entonces, Sergio Moro se tomó el proceso como una cruzada contra la corrupción del país. Cultivando la imagen de juez implacable, se erigió ante los ojos de la sociedad brasileña como el azote de los poderosos y no se achantó a la hora de dictar órdenes de prisión y condenas. Él fue el responsable de la condena, en primera instancia, de los ministros José Dirceu y Antonio Palocci, y del encarcelamiento del expresidente de Brasil y líder del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva.
La figura de superhéroe se fue construyendo a su alrededor y en poco tiempo, su imagen, vestido de supermán, estaba en la calle, en las manifestaciones callejeras en contra de la corrupción. La imagen fue utilizada también en las manifestaciones de 2016 que pedían el impeachment de Dilma Rousseff.
Las escuchas a Dilma
En marzo de 2016, Moro decidió levantar el secreto de sumario y hacer pública la escucha telefónica entre Lula da Silva y Dilma Rousseff en la que la entonces presidenta de Brasil hablaba de una posible maniobra para hacer ministro a Lula y evitar que tuviese que ingresar en prisión.
La filtración de la conversación indignó a la población, que en esos momentos ya llenaba las calles en contra del Partido de los Trabajadores e impulsó el impeachment de Dilma que se concretaría meses después.
En su día, la legalidad de la filtración fue cuestionada y las intenciones de Moro también, y aunque él siempre negó haber actuado por motivaciones políticas, terminó disculpándose con el Supremo.
La condena a Lula
En julio de 2017, Sergio Moro condenó a Lula a nueve años y medio de cárcel por su implicación en la red de corrupción que operó en Petrobras. Moro encontró a Lula culpable de los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero.
La sentencia hacía referencia a la compra y reforma de un piso tríplex en el municipio de Guarujá, en São Paulo para la que Lula habría utilizado dinero desviado de Petrobras. Lula estaba acusado de haber recibido 3,7 millones de reales (1,2 millones de euros) de la constructora OAS como sobornos a raíz de contratos suscritos entre la constructora y Petrobras. supuestamente, el soborno se había hecho con la compra y reforma del piso de tres plantas en São Paulo que Lula habría hecho con dinero de la constructora.
La condena de Lula fue confirmada en segunda instancia y el expresidente fue arrestado en 2018, después de entregarse en la sede de la policía, arropado por cientos de seguidores. El ingreso en prisión dictó su fin político en las elecciones de octubre del mismo año, una vez que la ley 'Ficha Limpa' dicta que un candidato condenado queda automáticamente inhabilitado para el ejercicio político durante ocho años.
Lula permaneció en la cárcel 580 días y fue liberado en 2019, después de que el Supremo autorizara a los condenados en segunda instancia a recurrir en libertad. La anulación de la sentencia devuelve a Lula a los ruedos políticos.
El testimonio de Palocci
En plena campaña electoral, Moro hizo otro movimiento cuestionable, al decidir hacer pública la declaración de uno de los principales testigos de la operación 'Lava-Jato'.
El testimonio de Antonio Palocci, exministro de Lula y Rousseff, no sólo incriminaba a Lula, sino que implicaba a José Sergio Gabrielli, entonces presidente de la petrolera Petrobras y coordinador de la campaña del candidato del Partido dos Trabalhadores (PT), Fernando Haddad.
La decisión de Moro de hacerlas públicas las declaraciones a menos de una semana de las elecciones desató las acusaciones de injerencia política por parte del PT. "Moro no podía perder la oportunidad de participar en el proceso electoral. Tan sólo es la enésima vez que el juez intenta destruir a Lula", ha dicho la presidenta del partido, Gleisi Hoffman, tras acusar al testigo de mentir. En un comunicado, el PT tildó la acción de Moro de "injerencia arbitraria e ilegal".
Superministro de Bolsonaro
Sergio Moro había asegurado en 2016 que "jamás entraría en política". Pero, dos años después, Brasil veía como su juez estrella entraba en el Gobierno de Bolsonaro, ocupando la cartera de un superministerio formado por la unión del Ministerio de Justicia con el de Seguridad Pública, por lo que tenía a su cargo la Policía Federal también.
Nada más conocerse la decisión de Sergio Moro de ser el ministro de Justicia, Lula publicaba un tuit desde la cárcel con la entrevista del juez al Estado de S. Paulo asegurando que jamás entraría en política. Varias figuras del PT hicieron lo mismo y las acusaciones de que había actuado por interés político subieron de tono.
Muchos veían en la entrada de Moro en el Gobierno el primer paso del juez para allanar camino hacia la presidencia en 2022.
Los sms de Moro
En junio de 2019, salían a la luz conversaciones privadas entre agentes públicos que participaron en la operación Lava Jato en Brasil que ponían en tela de juicio la imparcialidad de la investigación, la cual condujo a prisión al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El medio de investigación The Intercept publicó fragmentos de diálogos entre el fiscal Delton Dallagnol y el exmagistrado Sergio Moro en las que el juez sugirió a Dallagnol cambiar el orden de las fases de la operación Lava Jato, dio consejos y pistas a los fiscales encargados del caso, lo que está prohibido por ley.
En otras conversaciones, fiscales del grupo que investigaba la 'Lava-Jato' en Curitiba, liderado por Dallagnol, discutían formas de frenar una entrevista que Lula, en prisión desde abril de 2018, había concedido al diario Folha de Sao Paulo porque podría beneficiar al Partido de los Trabajadores (PT) en las elecciones.
Crisis y dimisión
Cuando Moro entró en el Gobierno, Bolsonaro aseguró que tendría carta blanca pero las tensiones e injerencias empezaron pronto, con el presidente impidiendo nombramientos de funcionarios que consideraba "demasiado de izquierdas" o parando los planes anticorrupción de Moro.
En abril de 2020, Sergio Moro anunciaba su dimisión. El juez sugirió que existían "interferencias políticas" en la lucha contra la corrupción, entre ellas la decisión de Bolsonaro de destituir de la dirección de la Policía Federal a Mauricio Valeixo, un hombre de la plena confianza del ministro. En su discurso, Moro acusó también a Bolsonaro de intentar interferir en el trabajo de la Policía Federal.
Bolsonaro se limitó a negar las acusaciones que, señalaba, estaban motivadas por el ego de Moro.
Investigado por el Supremo
Este martes, el juez Edson Fachin decidió que Moro no tenía competencias para juzgar a Lula y envió los casos a un tribunal federal de Brasilia, anulando los procesos en contra del expresidente de Brasil.
Al mismo tiempo, el juez está siendo juzgado por el Supremo que tendrá que decidir si Moro actuó de manera imparcial en los casos que lideró contra Lula. Su equipo de abogados denunció a Moro ante el Supremo en diciembre de 2018 y ahora el tribunal tiene que emitir su decisión.
Esta semana cinco de los magistrados se reunieron para deliberar. La votación iba empatada y uno de ellos pidió más tiempo para tomar la decisión. En sus manos está el futuro del juez.