"No van a sobrevivir como lo que son, pero el daño ya está hecho". Así resume Frank Smyth, autor del libro The NRA, The Unauthorized History, el último capítulo de los 150 años de historia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), el lobby proarmas más poderoso del mundo.
Fundada apenas seis años después del final de la guerra civil estadounidense, el objetivo principal de la NRA era "formar mejor a los soldados para futuros conflictos bélicos a través de competiciones de habilidad en el manejo del rifle", explica el periodista. Poco después se convertiría en un club de amantes de las armas, más tarde en un gigante contra la regulación, y hoy esta organización, muy ligada al Partido Republicano y conocida por haber tenido de presidente al emblemático actor Charlton Heston, se enfrenta al momento más decisivo de su trayectoria, tras haber sido acusada de desviar 64 millones de dólares en tres años.
El pasado enero, la NRA intentó declararse en bancarrota para refundarse en el estado de Texas, uno de sus bastiones, algo que la justicia le ha denegado pero que aún podría recurrir. En cualquier caso, "va a ser una organización mucho más débil", considera Smyth.
En un país en el que se producen 106 muertes diarias por armas de fuego de media, 43.500 muertes (suicidios incluidos) y 611 tiroteos masivos solo el año pasado, el tiroteo de 2018 en una escuela de Parkland no pasó como uno más. "Los supervivientes y sus familias organizaron la campaña March for our lives, que empezó en Washington y se extendió a otros estados.
"La NRA jamás se había enfrentado a tanto apoyo al control de armas, así que decidieron que debían contraatacar, tener más visibilidad", afirma Symith. Ese fue el motivo por el cual le pidieron a Oliver North, excoronel procesado en los ochenta por vender armas a Irán para financiar a los contras de Nicaragua, que asumiera la presidencia, un cargo honorífico. "North es un tipo polémico, ha estado en combate, es una voz fuerte, pero resulta que es un tío recto y en septiembre de 2018 empieza a mirar los libros de contabilidad y ve cosas que no le gustan y, durante seis meses, pregunta qué está pasando. En abril de 2019, el Wall Street Journal explicó que North había denunciado a Wayne LaPierre (vicepresidente ejecutivo) por malversación en un concierto en Indianapolis, que sirve para dar el punto de partida a su gran reunión anual. Aquello es lo que desata el infierno", asegura el escritor.
Por aquel entonces, la fiscal general de Nueva York, Letitia James, ya había comenzado a pedir documentación a la NRA, en la que se descubrieron viajes sin justificar a las Bahamas en jets privados por valor de 250.000 dólares, facturas de 200.000 dólares en trajes y otros usos dudosos de fondos. "Con esos documentos se construye un caso por enriquecimiento personal. La querella establece, además, que la NRA miró hacia otro lado", añade Smyth.
Fue en agosto de 2020 cuando James presentó la demanda con la que pretende disolver la organización por irregularidades continuadas y fraude. Se estima que se desviaron 64 millones de dólares (53 millones de euros) en tres años. Ante esta acusación, LaPierre ha intentado declarar la NRA en bancarrota, sin la aprobación de parte de su junta, para refundarse en Texas. Sin embargo, el juez federal Harlin Hale ha rechazado su petición al valorar que tiene posibilidades financieras y que LaPierre "no ha pedido la bancarrota de buena fe", un fallo que el grupo aún puede recurrir. EL ESPAÑOL ha contactado con la Asociación Nacional del Rifle pero no ha obtenido respuesta.
Oposición a la regulación
La NRA ha entrado en crisis en un momento en el que también se plantea políticamente la necesidad de aplicar ciertas regulaciones, después de los altos índices de violencia de 2020. El presidente Joe Biden ha impulsado seis decretos poco ambiciosos para, entre otras reformas, limitar la circulación de armas de fabricación casera, y ha anunciado la intención de aprobar en el Senado la prohibición de los fusiles de asalto, algo que ha sido recibido como una auténtica afrenta, aunque no ha avanzado.
Sin embargo, pese a la creencia popular fruto de sus campañas, en los primeros cincuenta años de la NRA no hubo oposición alguna al control de armas. Con los años 20, "llegó la prohibición de alcohol, los gánsters, los atracadores de bancos, y en 1934 la NRA dio apoyo a la primera ley que promovía el control; en 1968 aprobó una suerte de balancing test que buscaba equilibrar los derechos de los que tenían armas y la seguridad pública. Pero en 1977, tras las revueltas de Cincinnati, apostó por algo que llamaba Unyielding & Absolutist: básicamente, dejó de comprometerse con ningún control, afirmando que lo que se buscaba era el desarme y que éste conducía al genocidio, lo cual es un invento", sostiene Smyth.
El grupo de presión está inmerso en un intento de reescribir ese pasado con el objetivo de fortalecer su relato. En palabras de Smyth, "los últimos ocho años también han inventado que son la organización por los derechos civiles más antigua de EEUU. Afirman que apoyaron el uso de la Segunda Enmienda para que los esclavos pudieran acceder a armas y luchar así contra el Ku Klux Klan. Ni una palabra es cierta. Ellos estaban ocupados con sus competiciones de rifle en Queens. Ningún blanco armó a los negros contra el KKK. Lo que sí sucedió es que el general Grant envió tropas al sur. La NRA apoyó la medida y su miembro más prominente escribió editoriales en revistas militares, pero no tuvieron ningún otro rol en ese asunto".
Cinco millones de miembros
La NRA actualmente asegura tener más de cinco millones de miembros y en los últimos años ha intensificado su relación con el Partido Republicano. Smyth explica que "nadie de la NRA habló nunca en ninguna convención hasta 2016 en Cleveland, en la que apareció Chris Cox, jefe de lobby. No es que no fuera parte de todo esto, pero no ha sido hasta la llegada de Trump cuando se ha convertido en algo íntimamente ligado a los republicanos, y no es tanto que el Partido Republicano se haya movido hacia la NRA como que la NRA se ha movido hacia el Partido. Así es como se han visto incapaces de actuar al manifestarse esa otra parte de los republicanos, mucho más radical, en la que están -por ejemplo- los seguidores de Qanon".
Crisis de reputación
Pero hoy la derecha no parece necesitar a la organización, "de hecho en las últimas elecciones no oíste hablar mucho de ellos", puntualiza Smyth. En este desaguisado financiero y crisis de reputación, puede que la NRA no sobreviva tal y como la conocemos pero, para el escritor, "ya ha conseguido lo importante: ha cambiado el modo en el que la sociedad estadounidense mira las armas".
Además, "la oposición al control de armas, a través de su propaganda, es el pegamento que une al Partido Republicano: todos están de acuerdo una desregulación total, ya sea Trump, Mitch McConnell o Ted Cruz, y lo peor es la cobardía de los demócratas. No hay ningún plan, nada de nada", dispara el escritor, pese a las tímidas reformas anunciadas en los últimos meses. Solo queda esperar el siguiente movimiento por la supervivencia del gran lobby tras 150 años de defensa de las armas.
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