La coalición opositora de centroderecha en Argentina, Juntos por el Cambio, venció este domingo por paliza en todo el país, en las elecciones parlamentarias, al Gobierno peronista del presidente Alberto Fernández y la vicepresidente Cristina Fernández, viuda de Kirchner, que llevan dos años en la Casa Rosada y dirigen una administración sin rumbo. En relación a España, Juntos por el Cambio es aliada del Partido Popular y el Gobierno Fernández-Fernández, de PSOE-Podemos.
Los comicios legislativos renovaron la mitad del Congreso de los Diputados (128 escaños) y un tercio del Senado (24 escaños). Los candidatos del opositor Juntos por el Cambio, del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), cosecharon a nivel nacional un 42,45 por ciento de los votos, frente al 32,81 por ciento de los candidatos del oficialista Frente de Todos, de Fernández-Fernández, según los datos surgidos del 87 por ciento del escrutinio provisional.
La tunda de votos opositores cayó a lo largo y ancho del país en casi todas las 24 provincias. Con ello, el Gobierno perdió el quórum propio en el Senado. Arriesgaba conservar o no la mayoría absoluta en Diputados, aunque dependía del avance del escrutinio definitivo.
Javier Milei, el candidato de las ideas anarco-capitalistas, con prácticas y modos que recuerdan a los pastores evangelistas y que actúa de referente y aliado de Vox en Argentina, confirmó los vaticinios de las encuestas que anunciaban su buena cosecha. Arribó en tercer lugar en la capital argentina, Buenos Aires, y su partido, La Libertad Avanza, consiguió meter cuatro candidatos entre los Diputados.
Mientras avanzaba el escrutinio provisional y se hacía visible la derrota gubernamental, la vicepresidenta Fernández -para muchos la presidenta de hecho que verdaderamente manda en el poder- hizo mutis por el foro. A través de un tweet, excusándose en motivos de salud, avisó que no concurriría al bunker electoral junto al Presidente Fernández.
El Presidente Fernández compareció en la televisión nacional y admitió sin dar detalles: “Hemos cometido errores, yo he cometido errores y nuestra obligación es aprender de los mismos”. También pareció enterarse de la paliza electoral al anunciar que “hoy empieza la segunda parte de nuestro gobierno”, y adelantó que intentará dialogar con Juntos por el Cambio por primera vez. “A la mayor brevedad posible voy a dirigirme a las fuerzas políticas para acordar una agenda tan compartida como sea posible”, sostuvo.
La sentencia del electorado no resultó sorpresiva. Fue un voto castigo, respuesta natural a la mala gestión. Alberto Fernández había prometido “encender la economía” que llevaba tres años seguidos en depresión. En 2018, había caído un -2,01 por ciento, y un -2,24 por cient en 2019, pero su política socioeconómica terminó hundiéndola a -9,9 por ciento en 2020, con la ayuda de la 'cuarentena' de ocho meses –así la llaman los argentinos- anti Covid.
Ir a hacer la compra al hipermercado suele ser sin sobresaltos, pero en Argentina se asemeja a un vía crucis. Los precios de los alimentos se disparan todos los días en las góndolas y en la caja el dinero termina siendo papel mojado. El IPC se ha disparado un 52 por ciento en los últimos doce meses, convirtiendo al país en el quinto con mayor inflación del mundo detrás de Venezuela, Zimbabue, Surinam y Sudán.
La inflación desbocada pulverizó salarios y jubilaciones, hundiendo a tres millones más de argentinos en la pobreza durante el Gobierno Fernández-Fernández, es decir 4.109 nuevos pobres cada día. En total, son 20 millones de los 45 millones de habitantes del país, el 46 por ciento, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas (INDEC). En la niñez directamente trepa a niveles africanos: 63 por ciento de pobreza en el Gran Buenos Aires.
Por si fuese poco, Argentina afronta una posible cesación de pagos de su deuda pública, como la que en 2001 llevó a la ruina del 'corralito bancario'. Adeuda el equivalente al 103 por ciento del PBI. Solo con el FMI son 44 mil millones de dólares. La mayoría de los jóvenes ven el futuro de color castaño oscuro, por ello es que 100 chicos por día se marchan al extranjero en el país que supo ser receptor de millones de españoles y otros emigrantes.
Encorsetado por esa cruda realidad socioeconómica y el consiguiente mal humor social, el Gobierno Fernández-Fernández atinó a última hora a contratar al publicista político catalán Antonio Gutiérrez Rubí en un intento de sortear el rumbo de colisión. Y, a la vez, no tuvo mejor idea que lanzar un programa proselitista denominado "plan platita" (pastita), una campaña oficial de reparto de subsidios en metálico y obsequios de bienes a los más necesitados.
El gobierno de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, obsequió viajes de egresados a los estudiantes que terminan el instituto. En las localidades bonaerenses Avellaneda y Lomas de Zamora, las autoridades regalaron bicicletas. El colmo ocurrió en la comuna de Quilmes donde entregaron bolsas con alimentos con un detalle demagógico y clientelista: adentro de la bolsa también había boletas electorales del oficialista Frente de Todos.
Ni siquiera recurriendo a tantas bajezas morales y políticas, el Frente de Todos consiguió revertir el desencanto de la gente con el Gobierno que ya marcaban las encuestas. Por el contrario, lejos de sucumbir al chantaje del poder, el electorado señaló claramente la deriva de la sociedad argentina hacia el centroderecha, que hoy por hoy es una alternativa de poder y la aleja del populismo peronista hegemónico.
Si esa tendencia se sostiene, y de momento nada parece que vaya a cambiar, de cara a las elecciones presidenciales de 2023 aparece como favorita la coalición Juntos por el Cambio. Resta por ver si Macri conserva el liderazgo de esa alianza y repite la candidatura a presidente, o si debe relegar la batuta en manos del ascendente Horacio Rodríguez Larreta, actual alcalde de Buenos Aires, u algún otro dirigente de ese frente.