Paul Whelan, el 'turista' al que Biden no consigue liberar: lleva 4 años en una colonia penal en Rusia
El ex marine de 52 años acusado de espionaje iba a ser liberado junto a Brittney Griner, pero el Kremlin se negó en rotundo.
19 diciembre, 2022 02:33En diciembre de 2018, Paul Whelan viajó de Estados Unidos a Moscú para asistir a la boda de un amigo militar estadounidense retirado. No era la primera vez que pisaba Rusia: ex infante de la marina, viajaba con frecuencia al país por placer. En esa ocasión, sin embargo, nunca llegó a coger el vuelo de vuelta.
Mientras estaba en el exclusivo hotel Metropol, en la capital, Whelan saludó a un conocido ruso que le entregó una memoria USB. Minutos después, fue arrestado en plena calle por los agentes del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (el FSB) que alegaron que el dispositivo contenía información clasificada. Whelan dice que le tendieron una trampa, que él pensaba que eran fotografías de las vacaciones. No le creyeron.
Hoy, este antiguo militar de 52 años cumple una condena de 16 años por espionaje en una remota colonia penal donde realiza trabajos forzosos. Desde allí, ha visto con impotencia cómo en los últimos ocho meses dos estadounidenses encarcelados mucho después que él han sido puestos en libertad a través de un intercambio de prisioneros.
El primero fue Trevor Reed, también ex infante de la marina, que estuvo encarcelado durante dos años por, supuestamente, agredir a dos policías rusos. Fue liberado en abril. Recientemente, ha sido la jugadora de baloncesto Brittney Griner quien ha conseguido volver a EEUU tras ser intercambiada por el traficante de armas ruso y socio de las organizaciones criminales más sanguinarias del planeta, Viktor Bout, conocido como 'El mercader de la muerte'.
Es cierto que la Casa Blanca ha tratado de negociar la liberación de Whelan en numerosas ocasiones, pero nunca ha tenido éxito. En el último trueque humano, el de Griner, se intentó incluir a Whelan en el pacto, pero el Kremlin rechazó rotundamente el dos por uno.
"Desafortunadamente, los rusos han seguido viendo el caso de Paul a través de la lente de los cargos de espionaje falso", señaló el secretario de Estado Antony J. Blinken. Y es que, al parecer, Rusia está tratando su caso de Whelan de manera diferente al de Griner, la dos veces medallista olímpica que fue detenida a finales de febrero en el aeropuerto por llevar un vaporizador que contenía aceite de cannabis, prohibido en Rusia.
Hay analistas que sugieren que Rusia pretende usar la libertad de Whelan para exigir a Estados Unidos que relaje las sanciones económicas impuestas por la guerra en Ucrania. Otros, en cambio, creen que espera canjearlo por algún agente ruso detenido en el extranjero.
De hecho, algunos medios de comunicación estadounidenses sostienen que el Kremlin quiere utilizar como moneda de cambio al espía ruso Vadim Krasikov, condenado a cadena perpetua en Alemania por asesinar en 2019 en plena luz del día a un rebelde checheno. Una demanda cuando menos sorprendente ya que su excarcelación no está en manos de la Administración Biden, sino de los tribunales alemanes.
Un pasado oscuro
Los servicios de inteligencia de EEUU han negado en repetidas ocasiones que Whelan sea un espía y han calificado de "injusta" su detención por falta de pruebas. El problema es que algunas manchas en su expediente le convierten en el perfecto sospechoso.
Nacido en Canadá de padres británicos, sirvió en la marina durante 14 años, pero fue expulsado en 2008 tras ser acusado de hurto, de usar el número de la Seguridad Social de otra persona y de "escribir cheques sin fondos", según detalla la CNN.
Además de su pasado militar, Whelan visitaba asiduamente Rusia y solía hacerse amigo de antiguos policías y militares, según recoge el New York Times. Algo que, de acuerdo con sus familiares, hacía allí donde iba. "Cuando va a visitar un nuevo país, se detiene en la estación de policía local o lo que sea", explicó su hermana durante una entrevista en la que detalló que también acostumbraba a intercambiar parches con oficiales de otras fuerzas del orden.
En este sentido, funcionarios de la Administración Biden explicaron al rotativo estadounidense que Whelan, lejos de ser un espía, es "un desafortunado rusófilo ligeramente excéntrico que fue atrapado por un ambicioso agente de inteligencia con el que se había hecho amigo años antes".