"¿Quién ganó el segundo debate del Partido Republicano?". Los medios de comunicación de Estados Unidos amanecieron el jueves con esta pregunta y distintas respuestas. Todos, sin embargo, parecían coincidir en que el gran protagonista de la noche había sido el único de los ocho candidatos conservadores a las elecciones presidenciales de 2024 que no se presentó en el plató de televisión: Donald Trump.
El exmandatario decidió contraprogramar el debate y desplazarse hasta Michigan para apoyar a los trabajadores del sector del automóvil, que han ido a la huelga para reivindicar una mejora de sus condiciones laborales. Allí, desde la calle, un día después de que Joe Biden se convirtiese en el primer presidente de EEUU en unirse a una huelga, Trump aprovechó para fortalecerse políticamente y continuar con su campaña electoral.
Sin decir abiertamente si apoyaba o no el parón en el sector, arremetió contra Biden, acusándole de estar "asesinando" a la industria por su apuesta por los vehículos eléctricos, pilar de su agenda verde. "Os está vendiendo a China, os está vendiendo a los extremistas medioambientales y a la izquierda radical", denunció Trump mientras era vitoreado por varios de sus seguidores.
Asimismo, durante su discurso, el magnate neoyorquino repitió algunas de sus proclamas habituales y, precisamente por eso, lo que no dijo fue lo que más llamó la atención. De hecho, sus compañeros de partido y actuales rivales a la nominación conservadora trataron de desviar el foco de Trump con un escaso éxito.
Ninguno de los aspirantes ni el moderador mencionaron los incontables problemas legales de Trump, que ha sido acusado en cuatro causas penales y a quien este martes un juez de Nueva York culpó de haber cometido fraude al inflar el valor de sus activos comerciales. Tampoco se habló de los 91 delitos específicos que se le imputan y entre los que se incluye el de intentar subvertir la democracia estadounidense al tratar de interferir en los resultados electorales de los comicios presidenciales de 2020.
Su principal rival, el gobernador de Florida Ron DeSantis arrancó su discurso diciendo que Trump estaba "desaparecido en acción" y que debía dar explicaciones sobre la deuda que dejó y que, a su juicio, "preparó el escenario para la inflación actual". Luego rebajó el tono. Por su parte, Chris Christie, exgobernadora de Nueva Jersey, se limitó a llamarle torpemente "Pato Donald". Luego, los siete republicanos se dedicaron a discutir entre ellos en lo que muchos expertos aseguran que parecía una carrera por el segundo puesto.
La estrategia republicana
Lo cierto es que esta estrategia -la de no presentarse a los debates, ya que también se ausentó del primero y programó en su lugar una entrevista- parece estarle saliendo rentable. Entre otras cosas porque encuestas como la publicada por The Washington Post y ABC News el pasado domingo pasado le siguen colocando como el gran favorito para competir contra Biden. Incluso le sitúan a la cabeza con un 51% de apoyo, por encima del 42% otorgado al demócrata.
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Con todo, mientras Trump trata de desviar la atención sobre las investigaciones judiciales que hay abiertas en su contra, el Partido Republicano parece estar imitando la coreografía. Este jueves, los legisladores republicanos han iniciado una audiencia previa sobre la investigación de impeachment (proceso de destitución) contra Joe Biden.
La sesión, dirigida por el Comité de Supervisión de la Cámara Baja (dominado por los republicanos desde las elecciones de medio mandato de noviembre de 2022), se produjo apenas tres días antes del cierre del Gobierno el próximo domingo 1 de octubre. Una situación provocada por el bloqueo de un grupo de republicanos ultraconservadores afines a Trump al paquete presupuestario propuesto por el presidente de la Cámara de Representantes de EEUU, el también republicano, Kevin McCarthy.