Si alguien tenía algo que perder este domingo en las presidenciales de Argentina, ese era Sergio Massa. En las elecciones primarias de agosto, el candidato del peronismo quedó en tercera posición, después de la ultraderecha y los conservadores. Desde entonces, su campaña para las presidenciales se ha visto salpicada por la desmoralización, la crisis financiera y varios escándalos de miembros del partido. Sin embargo, el actual ministro de Economía de un país con 138,3% de inflación ha sido el candidato favorito de los argentinos, con un 36,5 % de los votos con el 96% escrutado.
"El problema he tenido es que tengo los dos sombreros puestos, el de la campaña presidencial y el de la gestión", reconoció el propio Massa en una entrevista en una entrevista hace pocas semanas. Su cartera durante el mandato impopular de Alberto Fernández ha supuesto una desventaja para el abogado, que mientras cerraba su campaña tenía que dar explicaciones por la inflación galopante y una devaluación del peso superior al 150%. Los datos económicos sólo han empeorado la reputación del gabinete de Fernández, que ya tenía mala prensa.
Pero, igual que ha contado con grandes obstáculos en la carrera, Massa ha tenido otra gran baza a su favor. Conocido como "el menos peronista de los peronistas", el candidato electo es un gran negociador que se ha granjeado la aprobación de los círculos financieros y los inversores de EEUU a la vez que la bendición del establishment. Su pragmatismo le ha permitido hacer malabares con las alianzas económicas y financieras para buscar una salida a la crisis. Como aseveró en un mitin a finales de septiembre: "Tengo el coraje para hacer los cambios que hagan falta, para cambiar los funcionarios y las medidas que hagan falta, para empezar un nuevo gobierno y una nueva etapa en la política argentina".
El candidato acudió al cierre de la campaña de la provincia de Buenos Aires el 17 octubre, coincidiendo con el Día de la Lealtad, la fecha conmemorativa del peronismo. En la celebración faltaron los dos grandes líderes del bloque político: el presidente, que se encontraba de viaje en China, y la vicepresidenta de la República. La ausencia de Cristina Fernández Kirchner era de esperar: su relación con Massa es peliaguda desde que el ministro de Economía fuera su jefe de gabinete, y darle el beneplácito para que se postulase a la presidencia en nombre del peronismo ya era suficiente para la expresidenta. Además, la ahora vicepresidenta está ocupada desde hace un año con sus causas abiertas con la Justicia argentina.
Las propuestas de Massa para su mandato son "más distribución del ingreso, más educación pública, más inversión en universidades", prometió, aunque el candidato reconoce su reto más inmediato: "Si puedo estabilizar la economía". Para ello, las soluciones del actual ministro pasan por "vender lo que hace al mundo", como dijo en un spot de campaña. "Nuestro litio, nuestro gas, nuestro petróleo, lo que produce el campo, lo que producen las industrias, que cada vez se venda más al mundo porque eso nos va a dar los dólares para ser libres, para ser soberanos", arengó.
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De los clientes de la materia prima argentina, el favorito de Massa es China: "Vamos a fundar la república de Argenchina", bromeó en junio durante una visita a Pekín en la que consiguió inversiones multimillonarias. En 2022, Argentina desplazó a Brasil como principal destino de yuanes chinos en Latinoamérica, y ese mismo año se anunció la participación de Buenos Aires en la Nueva Ruta de la Seda. La vocación de Massa es, como la del Gobierno de Alberto Fernández, el aperturismo hacia potencias alternativas y el llamado mundo multipolar: en agosto, Argentina aceptó su adhesión a los BRICS.
El día del cierre de campaña de Massa, el presidente de la República se encontraba en Pekín. Allí, Fernández anunció el último logro de su legislatura en cuanto a la relación con el gigante asiático: una ampliación del swap de monedas por 6.500 millones de dólares. "A partir del día de hoy, pasamos de 5.000 a 11.500 millones de dólares de libre disponibilidad del swap con China", tuiteó Massa orgulloso simultáneamente desde Argentina. Un gobierno liderado por el ministro de Economía priorizaría el estrechamiento de lazos con Xi Jinping: el candidato, que ya aspiró a la presidencia en 2015, ha anticipado que utilizaría el swap chino para intervenir en el dólar y precancelar pagos al Fondo Monetario Internacional.