"¡Ni un paso atrás!": la ley y el movimiento feminista complican a Milei derogar el aborto en Argentina
El presidente ultraliberal necesitaría el apoyo de la Cámara de Diputados ―improbable― o la del Senado para revocar la ley, aprobada hace tres años.
29 noviembre, 2023 02:50El día después de las elecciones, Lucrecia Aranda acudió a la asamblea que las feministas de Rosario convocaban en su ciudad. La noche anterior había caído un jarro de agua fría sobre los pañuelos verdes que ella y sus compañeras llevan décadas levantando, y con los que han conseguido legalizar el aborto en Argentina. El pueblo acababa de dar la presidencia a Javier Milei, un candidato libertario y ultraconservador abiertamente contrario a su lucha. Aun así, ese lunes la Comisión Nacional por el Derecho al Aborto Legal decidió salir a las calles de las principales ciudades del país con un aviso: las lesbotransfeministas iban a seguir movilizadas.
Lucrecia ha coescrito la historia del movimiento feminista argentino, que dio su mayor fruto hace tres años. A finales de 2020, el Senado presidido por Cristina Fernández de Kirchner aprobó la Ley 27610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que establece el derecho al aborto en todos los casos hasta la semana catorce inclusive, y mantiene su vigencia en casos de violación y riesgo para la vida o salud de la madre. "Ahora, cuando se pensaba que el feminismo argentino había conquistado un derecho inexpugnable, La Libertad Avanza amenaza con el retroceso", cuenta Aranda a EL ESPAÑOL. Durante la campaña, Milei prometió ilegalizar el aborto, y consideró la justicia social una "aberración". Uno de sus diputados, Alberto Benegas Lynch, anticipó que el nuevo Gobierno derogará la ley del aborto, lo que calificó como "la salvajada más espantosa".
Pero Milei lo tiene difícil. La legislación argentina pone obstáculos serios al plan del ala ultraconservador de su agrupación. Si bien el Gobierno puede sancionar una ley unilateralmente a través de los decretos de necesidad y urgencia (DNU), esta norma excluye cualquier decreto que pretenda legislar sobre materia penal, tributaria o electoral. Aquí está el primer escollo: la ley del aborto es una modificación del Código Penal. Por eso, el Ejecutivo tendría que recurrir a las Cortes y presentar un proyecto de ley nuevo modificatorio del Código Penal ante alguna de sus dos cámaras: el Senado o la Cámara de Diputados. La Libertad Avanza no tiene mayorías propias en ninguna de las dos, por lo que debería tejer acuerdos para aprobar el proyecto.
El proyecto, como es de carácter penal, debería pasar por comisiones, obtener un dictamen de mayoría y que un cuórum de 129 diputados valide su discusión en el pleno en el Congreso. Para ser aprobado, necesita al menos el voto de 130 de los 257 escaños que componen la Cámara de Diputados. Aun después de la victoria de Milei, La Libertad Avanza no tiene ―ni por asomo― tantos apoyos en las Cortes. En las elecciones legislativas del pasado 22 de octubre, el partido que estará al frente del Gobierno obtuvo 38 escaños. La coalición conservadora Juntos por el Cambio (93), más del doble. Y el peronismo de Unión por la Patria (108), la mayoría.
Los votos de los 93 diputados de Juntos por el Cambio le serían sin duda útiles a Milei, pero no están garantizados. Aunque una parte importante de la coalición mostró su apoyo por el ultralibertario cuando su candidata Patricia Bullrich quedó fuera de la segunda vuelta de las elecciones ―incluido el líder de derechas y expresidente Mauricio Macri―, otros partidos de la alianza se desmarcaron de este apoyo a La Libertad Avanza, como los radicales de la UCR o de Evolución.
Si el Congreso no le da apoyos suficientes para aprobar el proyecto de ley, el presidente electo puede probar suerte en el Senado, una cámara menos numerosa e históricamente conservadora: en él se frenó el aborto en la primera instancia en que se discutió, y para revertirlos hubo que esperar a que se renovara la composición del hemiciclo. La presidenta del Senado es quien elige si la cámara discute un proyecto de ley. Durante el mandato de Milei, este cargo lo ostentará la vicepresidenta Victoria Villarruel, una crítica ferviente del aborto. "Nosotros ―Milei y ella misma― somos los dos provida. Para nosotros tiene que haber una discusión [sobre la cuestión]", avanzó en campaña.
Milei tendrá resistencia
El viernes pasado, en la víspera del 25N, el feminismo dio un multitudinario pañuelazo en las escalinatas del Congreso, en Buenos Aires, y en las grandes plazas de otras ciudades argentinas. Las consignas advertían: "Ni un paso atrás", "Marchamos por nuestros derechos" y "Vamos a defender en las calles lo que conseguimos en 40 años de democracia". En aquel espacio confluían distintos movimientos, filiaciones y generaciones. Leyla Bechara, politóloga de 27 años que hace streamings en redes sociales sobre feminismo y política argentina, compartió a EL ESPAÑOL que la sensación que recibe del nuevo Gobierno es "que vienen a por todo, a retirar los puntos y banderas que llevamos años tejiendo".
Aunque ve difícil que Milei pueda revocar el aborto por la vía legal en los próximos años, Leyla se mantiene alerta en otros frentes. "No podemos permitirnos pensar solamente en términos jurídicos y administrativos", expresa. La joven teme que el haber recibido el 55,69% de los votos dé al próximo presidente la confianza y la legitimidad para "instalar una cultura de la desigualdad y de la violencia". Además de haber una ley que regula el aborto, en Argentina existe una fuerte red de profesionales que facilitan su aplicación, y la objeción de conciencia sólo se contempla a escala individual. "Un cambio de discurso desde el Estado puede propiciar reacciones como que grupos de providas se presenten a las puertas de las clínicas, o que los gremios médicos se opongan a practicar la interrupción del embarazo", augura Leyla.