Argentina siempre se ha mantenido neutral frente a los grandes conflictos bélicos que han tenido lugar en el planeta, por ejemplo en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Aunque en esta, a última hora declaró la guerra a Alemania y Japón, tardíamente, el 27 de marzo de 1945, cinco meses antes del fin de la contienda.
Ahora que Javier Milei es presidente, con su ideario anarcocapitalista, la diplomacia argentina deja su histórica neutralidad y se alinea con los Estados Unidos e Israel. "Argentina ha adoptado una nueva política exterior que se basa en la defensa de los valores de Occidente: la vida, la libertad y la propiedad privada", ha señalado un comunicado presidencial.
Y ha proclamado el mandatario argentino su "solidaridad", "compromiso inclaudicable" y "respaldo enfático" al Gobierno del premier Benjamín Netanyahu en "su derecho a defenderse" frente a "los ataques iniciados por la República Islámica de Irán" que pretende "promocionar el terror y la destrucción de la civilización occidental".
Así de contundente, sin mencionar ni una vez la palabra "paz", con un lenguaje aguerrido que parece propio de la pasada Guerra Fría y azuzando el fantasma de una hipotética guerra de civilizaciones, ha sido la reacción de Milei frente a la escalada bélica que enfrenta por estos días a Tel Aviv y Teherán.
Milei había viajado el fin de semana a Miami, Estados Unidos, y recibió la condecoración 'Embajador de la Luz' de la comunidad judía de ultraderecha Jabad Luvavitch. De allí iba a volar a Dinamarca para participar en el acto de compra de 24 aviones usados F16 a ese país. Pero tras el ataque de Irán a Israel cambió el rumbo y regresó a Buenos Aires.
En cuanto arribó al país de inmediato convocó a un llamado comité de crisis, de ignota existencia hasta ese momento, y encabezó una reunión de gabinete de ministros en la Casa Rosada. A la misma invitó a participar al embajador de Israel, Eyal Sela, lo sentó a su derecha, y todos escucharon la versión del diplomático sobre el ataque de Irán.
Argentina ha reforzado "en alerta máxima" los controles en sus pasos terrestres de frontera con los países vecinos. Ello obedeció a que Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad que en los años 70 fue guerrillera de izquierdas y ahora integra un gobierno de derechas, dijo que Hezbolá "tiene células en la Triple Frontera" (Argentina, Paraguay y Brasil), así como "en Iquique, Chile".
A la vez, la funcionaria aseguró que en Bolivia "hay presencia de miembros iraníes de las fuerzas Quds", grupo de élite de la Guardia Revolucionaria iraní. "Ahí tenemos el máximo nivel de alerta de seguridad porque ha habido un memorándum firmado por Bolivia e Irán", agregó.
Eso sí, Bullrich llevó algo de tranquilidad al comentar que "no hemos visto entrar ninguno (a Argentina), pero es una hipótesis que manejamos". A la vez, la Casa Rosada ha decidido cerrar temporalmente las embajadas de Argentina en Irán, Líbano y Siria.
La Justicia argentina siempre ha tenido en la mira a Hezbolá e Irán como supuestos autores, material e intelectual, respectivamente, de dos atentados antisemitas en Buenos Aires: las voladuras de la embajada de Israel, en 1992, que dejó 29 muertos y 200 heridos; y de la mutual judía AMIA, en 1994, que causó 85 muertos y 300 heridos.
Ambos ataques terroristas continúan impunes y los jueces no han avanzado más allá de imputaciones vagas contra 13 ex altos cargos iraníes sospechados de haber planificado las masacres. Israel siempre ha culpado a Hezbolá y al Gobierno de Irán, la primera nunca se los ha adjudicado y el segundo ha negado sistemáticamente los cargos.
[Milei se abona también al 'Falcon': dejará de volar en vuelos comerciales por motivos de seguridad]
En Chile y en Bolivia, las acusaciones de Bullrich no han sentado bien y las han tomado como de quien viene, una funcionaria que suele disparar acusaciones que luego no consigue demostrar. Por ejemplo, en enero, ordenó detener al mercenario madrileño 'El Rubio' y acusarlo de ser un terrorista islámico, pero a los pocos días debió liberarlo sin cargos.
En Santiago, la ministra del Interior de Chile, Carolina Tohá, expresó que "Chile no tiene amenazas de ataques de Hezbolá". Y le espetó a Bullrich que "el canal para hacer esas observaciones es a través de la colaboración de inteligencia y la colaboración policial. No es a través de la prensa que se discuten los temas de inteligencia".
En La Paz, por su parte, el Gobierno rechazó que "proteja en sus fronteras a personas que siembren el terror, la inseguridad y la zozobra". Y acusó a Bullrich de propalar "acusaciones que carecen de evidencia o documentación y se realizan sin fundamento alguno".