Argentina está de luto tras el brutal atentado con bencina a un departamento en el que residían cuatro mujeres lesbianas. Tres de ellas fallecieron, mientras la otra permanece internada en el hospital. El triste suceso llegó a la arena política horas después, cuando Manuel Adorni, portavoz y 'mano derecha' del presidente Javier Milei, minimizó ante la prensa el crimen de Barracas, localidad de la capital trasandina.
"Es injusto hablar sólo de este episodio, cuando la violencia es más abarcativa. (...) No me gusta definirlo como un atentado a un determinado grupo, colectivo, está mal, es terrible, repudiable, sea contra quien sea", señaló. Para Adorni, los hechos responden a un crimen común y corriente y no a uno que haya sido motivado por el odio.
Las reacciones, por supuesto, no tardaron en llegar. Opositores a Milei compartieron su visión sobre las palabras esgrimidas por el portavoz, comparándolas con actitudes pasadas que ha tenido el gobierno en materia de feminismo y diversidad sexual. "Hablamos de 'lesbicidio', porque es un crimen de odio contra la comunidad LGBT y agravado por el ajuste y el recorte en presupuesto de género que empeora las condiciones de vida de las disidencias", publicó en su cuenta de X Romina del Plá, diputada por el Frente de Izquierda en la provincia de Buenos Aires.
Adorni, fiel a su estilo, no calló ante la crítica recibida. También en X, reposteó el comentario de Plá, adjuntó una imagen de la web de la Real Academia Española en la que salía el texto "la palabra 'lesbicidio' no está registrada en el diccionario". A partir de allí, miles de respuestas en contra del tuit salieron a la luz. Hasta la fecha, ni Adorni ni ninguno de sus socios de gobierno se han retractado de sus opiniones.
Sólo una de las víctimas permanece con vida después de que un hombre, que también vive en el edificio, arrojara un explosivo casero en contra de la habitación de las cuatro amigas. Según han dicho voces cercanas a la investigación, el asesino, de apellido Barrientos, había acosado desde hace tiempo a las mujeres involucradas, tratándolas de "engendros" y "gordas sucias". Así las cosas, es difícil separar el odio del crimen.
El crimen desde dentro
Poco antes de las 01:00 de la mañana, Barrientos, que residía en un edificio de la localidad de Barracas, en la Provincia de Buenos Aires, arremetió en contra de un departamento donde dormían cuatro mujeres. Su medio de violencia fue el lanzamiento de un explosivo casero. Vecinos de Pamela, Roxana, Sofía y Andrea, dicen haberlas visto con el rostro desfigurado.
Los bomberos llegaron enseguida, pero poco pudieron hacer para detener las llamas a tiempo y evitar que el ataque pasara a mayores. Dos de las cuatro mujeres murieron rápidamente, mientras una tercera falleció horas después mientras estaba hospitalizada en cuidados intensivos. Los vecinos han dicho a la policía que Barrientos estaba "ido de la cabeza" y con claras intenciones de hacer sufrir y asesinar.
El ataque se produjo en una pensión en la calle Olavarría 1621. El asesino, reconocido por sus cercanos como alguien "normal" y con quien incluso sostenían conversaciones cotidianamente, venía hostigando a las víctimas desde hace un tiempo. Pese a lo anterior, poco se sospechaba de los siniestros planes de Barrientos, quien resolvió arrojar una molotov a la habitación en que las mujeres descansaban en plena noche del lunes pasado.
Pocas luces se han dilucidado. El magistrado no ha definido aún si aplicarle al acusado el agravante correspondiente a femicidios, sea por odio al género, a la orientación sexual, a su identidad o a su expresión. O, si en cambio, al igual que como piensa Adorni, debe ser visto como un acto de violencia común. Es el juez Edmundo Rabbione, del Juzgado número 14, quien deberá resolver próximamente.
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Mientras tanto, la presión ciudadana se hace notar. El lunes pasado por la noche se realizó una manifestación en el barrio de Barracas, misma zona en donde se concretó el crimen, para exigir justicia por Amarante, Cobas y Figueroa, las tres asesinadas por un crimen motivado por el odio. Por un lesbicidio.
De las víctimas fatales, dos tenían 52 años y la otra 42. Más de cien personas se reunieron en las calles para marchar hacia el edificio en el que vivían las mujeres. No se sabe con certeza si habrá o no nuevas convocatorias. Lo que sí se sabe es que en las redes sociales permanecen observándose miles de mensajes de solidaridad y de impotencia por el brutal hecho de violencia.
El feminismo como adversario
No es la primera vez que el Gobierno de Milei tiene conflictos con el feminismo y las disidencias sexuales. Voces cercanas a la causa han llegado incluso a relacionar las actitudes del líder ultraliberal con el crimen de Barracas. "Este crimen de odio no es un hecho aislado y se enmarca en los discursos que se repiten irresponsablemente desde el gobierno nacional", escribió el Ministerio de la Mujer de la provincia de Buenos Aires.
El pasado 17 de enero, en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, el presidente se refirió duramente a la búsqueda de la igualdad de género, que existe tanto en su país como en el resto del mundo. "En lo único que devino esta agenda de feminismo radical es en mayor intervención del Estado para entorpecer el proceso económico, darle trabajo a burócratas que no le aportan nada a la sociedad", afirmó en ese entonces.
En el mismo discurso, definió al aborto como "causa sangrienta" y señaló que la causa sólo conduce a una "pelea ridícula y antinatural entre el hombre y la mujer". No son sólo anuncios los que ha hecho el gobierno, sino también una serie de medidas. Desde que asumió Milei la presidencia de Argentina, ha cerrado el Ministerio de las Mujeres y el Instituto Nacional contra la Discriminación y prohibió el uso del lenguaje inclusivo en todas las comunicaciones de la administración pública.
El país sudamericano, que ha sido pionero en aquella lucha al ser el primero en utilizar el pañuelo verde como en la defensa de la autonomía de la mujer sobre su cuerpo, observa con preocupación la deriva del poder central. En la mañana del 8 de marzo, fecha en que se conmemora el día de la mujer, el mandatario acompañado de su hermana Karina, modificó el nombre del Salón de las Mujeres de la Casa Rosada por Salón de los Próceres. La medida fue vista como una provocación sin precedentes.
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Esa misma jornada, el Congreso, que fue el último punto de la marcha, no lució de color violeta, quebrando así una vieja tradición que cumplían gobiernos de distinta sensibilidad política. Milei ha indicado en varias ocasiones que ese tipo de simbolismos no son necesarios y que responden sólo a intereses ideológicos de la izquierda.
El colectivo Ni Una Menos, poco después del crimen de Barracas, publicó en sus redes sociales que el asesinato "fue por ser lesbianas y por las condiciones precarias de vivienda". También culpó directamente a la administración actual: "Con la promoción de discursos de odio y de sus políticas contra el acceso a la vivienda, el Estado es responsable". Mientras tanto, Adorni insiste en minimizar lo ocurrido y asemejarlo a un hecho de violencia no motivado por la orientación sexual de las mujeres involucradas.