4 de junio de 2024. Un avión Boeing 777-2000 aterriza en la ciudad de Managua en Nicaragua, específicamente en el Aeropuerto Augusto César Sandino. El vuelo, que tuvo su origen en Kazajistán y se detuvo entremedio en Libia, no se encuentra en los registros de la Empresa Administradora de Aeropuertos Nacionales del país centroamericano (EAAI). Las sospechas de países como Estados Unidos se hicieron notar rápidamente, pero el Gobierno de Daniel Ortega parecía tener todo bajo control. Se trataba del tercer avión en territorio nicaragüense de la aerolínea Ghadames Air en menos de un mes. En esta ocasión, también se dejó a cientos de pasajeros en la capital. En su mayoría, indios que buscaban llegar a EEUU y cumplir el 'Sueño Americano' en el que vienen pensando desde que tienen memoria.
La historia antes narrada no es una excepción. Seis meses antes, a finales de 2023, un avión que arrancó en Dubái, también con destino en Managua, tenía las mismas intenciones. Sólo que este fue oportunamente interceptado en su escala en una ciudad de Francia, gracias a una denuncia por presunto tráfico de personas. De un total de 303 pasajeros, 276 fueron devueltos a su país inmediatamente. Los demás hicieron uso de un asilo.
En los últimos dos años, más de cinco millones de migrantes han accedido de forma irregular en Estados Unidos por la frontera sur de Nicaragua. Para muchos de los ciudadanos de países vecinos, así como también de las lejanas Asia y África, es ese paso el más adecuado para cumplir el anhelo de cambiar de aire e ir en busca de más y mejores oportunidades. El motivo de ello no sólo sería la complicidad de Ortega y compañía, sino la oportunidad de evitar transitar por la selva del Darién.
De los migrantes que han ocupado a la nación caribeña como medio, la mayoría viene desde Cuba, Haití y República Dominicana. Los tres países tienen en común, además de su cercanía geográfica con Nicaragua, una difícil situación interna que les obliga a emigrar a pesar de los peligros involucrados. En el caso cubano, de hecho, Ortega dio entrada libre a todos sus ciudadanos en 2021, convirtiendo ese año en el del mayor éxodo de habitantes de la isla desde que se tiene registro.
Según advirtieron algunas autoridades a la BBC, entre 2022 y 2023 aterrizaron en la capital nicaragüense una suma de 1.200 vuelos privados que tuvieron como único propósito transportar pasajeros en dirección a la frontera sur con EEUU. Se calcula, además, que son 300.000 las personas que han accedido ilegalmente a territorio norteamericano entre el año pasado y el presente. Es decir, casi el 10% de la inmigración total que ha existido a través de esa zona.
Una estrategia de lujo
Las facilidades del régimen no son una casualidad. Nicaragua sirve como tránsito para los migrantes, porque la movida representa un negocio rentable para el gobierno. Así lo ven Ortega y sus más cercanos socios. Los trámites de vuelo se facilitan desde las más altas esferas del poder y los visados se procesan y eximen de ser necesario. Una vez en la ciudad de Managua, son las mismas autoridades las que se encargan de tramitar los gastos en transporte y la estadía. Son esos dos últimos ejemplos, junto con los impuestos por el uso del aeropuerto, las mayores fuentes de ingreso.
En palabras del medio nicaragüense Confidencial, que desde sus inicios ha ejercido una actitud de oposición contra la dictadura, entre enero y octubre de 2023 los ingresos sólo por la estrategia migratoria habrían sido de 65,9 millones de dólares. El monto sería resultado de las tasas y multas a migrantes de paso. En los primeros tres meses de 2024, en tanto, los números alcanzarían la cifra de 8,4 millones. El mismo periódico señala que los resultados reales deberían ser bastante más abultados que los dichos antes.
Sanción de EEUU y contraofensiva
El Gobierno de Estados Unidos no se ha quedado de brazos cruzados. Y en noviembre del año pasado, en medio de una crisis migratoria sin precedente y con Nicaragua diagnosticado desde la Casa Blanca como 'responsable', se impusieron una serie de sanciones. Una de ellas, incluir en una 'lista negra' a todas aquellos directivos de aerolíneas que participen en el negocio impulsado por Ortega y compañía. La medida se incorpora al programa de visados que viene impulsando desde hace tiempo EEUU. Un programa que tiene como mayor finalidad facilitar la migración legal de cubanos, haitianos y venezolanos como mecanismo de prevención.
Con la ofensiva de la administración Biden, Nicaragua tampoco quiso sólo un testigo. El régimen, preocupado del destino de su millonario negocio, decidió ampliar su política de exención de visados y acumuló una serie de acuerdos nuevos con más aerolíneas. La idea, con todo ello, es persuadir a ciudadanos de las más distintas nacionalidades a emigrar a Estados Unidos y a ver en su paso fronterizo el que más garantías ofrece.
La estrategia en marcha no acaba allí. Expertos en la materia advierten que Ortega ha abierto también embajadas y cónsules en países africanos y asiáticos, como forma de agilizar los procesos de coordinación y ofrecer una imagen de mayor confianza.
Réditos políticos
Las motivaciones no son sólo económicas, sino también políticas. Nicaragua, al igual que naciones vecinas y con afinidad ideológica a la suya, como son Cuba y Venezuela, han hecho uso de la crisis migratoria como un modo fácil de golpear a Estados Unidos. Sobre todo, entendiéndose que son muchos sus connacionales los que deciden emigrar para allá y que son precisamente sus pasos fronterizos los que sirven para ello. Entonces... ¿Por qué no aprovechar eso para recabar algún tipo de beneficio?
En tanto, los números continúan y las autoridades estadounidenses se ven obligadas a innovar en sus precauciones. A sólo meses de unas nuevas elecciones, Biden firmó quizás la orden más restrictiva en materia migratoria desde que arrancó su periodo. Lo hizo con su homólogo en Panamá, Raúl Murillo. El objetivo: repatriar con fondos de la potencia a todo aquel que intente ingresar a EEUU a través de la temible selva de Darién.
Pese a lo anterior, los desafíos son múltiples y más se hacen resonar en pleno año de elecciones presidenciales. En las fronteras las entradas permanecen saturadas y la amenaza de que quienes intenten entrar en territorio lo hagan con motivos de delinquir o perpetuar actos de terrorismo, tiene en vilo a gran parte de la población. La estrategia de Ortega de poco sirve para calmar las aguas.