Andrés Villavicencio, abogado y militante de Primero Justicia que ha tenido que huir de Venezuela tras ser testigo del fraude electoral de Nicolás Maduro. A la derecha, una fotografía que subió la noche electoral de la copia de las actas que custodió y que demuestran que en su centro arrasó Edmundo González.

Andrés Villavicencio, abogado y militante de Primero Justicia que ha tenido que huir de Venezuela tras ser testigo del fraude electoral de Nicolás Maduro. A la derecha, una fotografía que subió la noche electoral de la copia de las actas que custodió y que demuestran que en su centro arrasó Edmundo González. CEDIDA

América ENTREVISTA

Villavicencio, testigo del fraude de Maduro: "Tuve que huir a España por defender la democracia"

  • El abogado y militante de Primero Justicia cuenta a El ESPAÑOL las intimidaciones del régimen que sufrió tras denunciar el 'pucherazo'.
  • Un vídeo en el que leyó los resultados de su centro de votación tras ser testigo electoral, donde Edmundo arrasó con el 81%, le situó en el blanco.
2 septiembre, 2024 03:14

"Nicolás Maduro: 195 votos. Edmundo González: 1.046". Emocionado y entre aplausos, Andrés Villavicencio, uno de los más de 90.000 testigos de la oposición en las elecciones presidenciales de Venezuela del pasado 28 de julio, anunciaba a las puertas de su colegio electoral el recuento de su centro. Un aplastante resultado que hacía vislumbrar la materialización de un sueño, el de miles de venezolanos del final de 25 años de chavismo. Aquella noche, este joven de 30 años y abogado de profesión también estaba convencido de que su vida iba a cambiar y lo hizo, aunque no de la manera en la que él imaginaba.

Cuando al final de la jornada electoral, el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclama como ganador de los comicios a Maduro, Villavicencio sabía que estaba ante la consumación de una gran farsa, un fraude electoral de dimensiones monumentales.

El haber presenciado en primera persona este 'pucherazo' le hizo correr la misma suerte que centenares de opositores en los días siguientes al cierre de las urnas. La campaña de terror emprendida por el régimen contra la disidencia en forma de represión, amenazas e intimidaciones también le alcanzó. Temiendo por su integridad e incluso por su propia vida, Villavicencio no dudó en huir de su país natal rumbo a España. Un exilio forzado desde donde seguir "defendiendo la democracia" y denunciando ante el mundo que lo ocurrido en Venezuela fue el "robo de la voluntad de un pueblo con ansias de cambio".

Instalado en su nuevo hogar, Madrid, con una entereza notable y sin perder la esperaza, el joven abogado explica en una conversación telefónica con EL ESPAÑOL cómo vivió aquellos días en los que la ilusión de un país se tornó en una nueva frustración colectiva por una pantomima, un teatro orquestado por Maduro, atrincherado y cada vez más aislado ante el rechazo de la mayor parte de la comunidad internacional a su 'pucherazo'.

Villavicencio recuerda la euforia que se vivía en su país los días previos a la cita electoral. "En las calles se respiraba un sentimiento de cambio muy mayoritario y tangible en la inmensa mayoría de la población, de cualquier región, de cualquier estrato y de cualquier edad. Era una especie de pacto social en la sociedad venezolana que Maduro se tenía que marchar", subraya.

Como militante de Primero Justicia -partido en el que milita Henrique Capriles y que forma parte de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) que llevó a Edmundo González Urrutia como candidato a los comicios-, Villavicencio se alistó como testigo electoral de la oposición en el centro de votación del Instituto Educativo Paraguaná en la ciudad de Punto Fijo, capital del municipio de Carirubana ubicado en el estado de Falcón, en el noroeste de Venezuela, formando parte de una de las 30.000 mesas distribuidas a lo largo del país.

Dos días antes de los comicios, el viernes 26 de julio, el joven abogado acudió al colegio electoral, junto a los otros testigos de ambos bloques y los miembros de las mesas, para comprobar que todo estaba en orden. Tras imprimir la llamada "papeleta cero", prueba de que la maquina de votación no había sido previamente manipulada, se marchó tranquilo a su casa.

Villavicencio y otros tres testigos de la oposición, el viernes previo a las elecciones presidenciales, en las puertas del centro de votación.

Villavicencio y otros tres testigos de la oposición, el viernes previo a las elecciones presidenciales, en las puertas del centro de votación. CEDIDA

Sin embargo, los obstáculos del régimen a la disidencia ya comenzaron antes de aquella jornada. Todo testigo necesita una credencial para poder ingresar al centro de votación. Mientras que los testigos del chavismo contaban con sus credenciales desde el lunes 22 de julio, a los de la oposición les fueron entregadas la mitad el mismo jueves por la noche. Villavicencio fue uno de los 'afortunados' y pudo asistir el viernes a la instalación y comprobación del material electoral. Muchos de sus compañeros no tuvieron la misma suerte. Sus credenciales llegaron tan solo un día antes de los comicios, el mismo sábado.

Normalidad hasta el cierre de las urnas

El domingo de las elecciones, Villavicencio madrugó y se presentó junto a otros cinco testigos de la oposición en el centro de votación a las 3 de la mañana. Para su sorpresa no eran los únicos. "Fue increíble, cuando llegamos había una larga fila de electores haciendo cola para participar desde la medianoche del día anterior". "Estuvimos un rato hablando con ellos hasta las 6 de la mañana que abrieron las puertas del centro. Eran todos ciudadanos que acudieron a votar a Edmundo González", relata.

La jornada electoral en este centro de votación transcurrió con total normalidad hasta las 18 horas que cerraron las urnas, momento en el que empezaron las irregularidades. Fue cuando el joven militante de Partido y Justicia, que ya había sido testigo hasta en siete procesos electorales desde 2012, presenció algo que nunca había visto. "Los miembros del CNE se negaron a entregarnos una copia de las actas del recuento de las tres mesas que había en el centro".

En ese momento se desató una discusión entre Villavicencio y el resto de testigos de la oposición con los miembros del CNE que se negaban a facilitar la copia de las actas exhibiendo toda suerte de argumentos, incluido un audio de Whatsapp, para, en definitiva, saltarse la ley. Todo ello ante el silencio de los militares presentes e incluso de los chavistas, cabizbajos ante la derrota. Por suerte, la presión de más de un centenar de vecinos a las puertas del colegio logró que los representantes del CNE cedieran en sus pretensiones y las actas del recuento finalmente fueran entregadas.

Viral se hizo en las redes sociales, el momento en que Villavicencio a voz en grito anunciaba los resultados del centro de votación, entre vítores de los congregados. "Nicolás Maduro: 195 votos. Edmundo González: 1.046".

Que el candidato opositor obtuviera una victoria tan aplastante, con un 81% de los sufragios, en este colegio electoral suponía a ojos de Villavicencio una "prueba muy tangible del deslave absoluto que hubo en la base electoral del chavismo". El centro de votación en el que ejerció de testigo está ubicado en un sector obrero de la ciudad de Punto Fijo entre dos barrios humildes, Antiguo Aeropuerto y Caja de Agua, un bastión chavista desde la primera vez que Hugo Chávez llegó al Palacio de Miraflores en 1998.

Sin embargo, la euforia duró apenas unas horas. Pasada la medianoche y con bastante retraso, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, se limitaba a leer un comunicado en el que proclamaba a Maduro como ganador de las elecciones y reelegido para un tercer mandato con el 51% de los votos, según el 80% de las mesas escrutadas, frente a Edmundo González, con un 44% de los sufragios. Todo ello sin aportar prueba alguna.

Sin actas, un mes después

"Más de un mes después siguen sin hacerse públicas las actas desglosadas mesa por mesa que certifiquen la victoria del oficialismo, tampoco se ha aportado ninguna prueba que desmuestre el supuesto ciberataque desde Macedonia del Norte que sufrió la página web del CNE el día de las elecciones. De hecho, sobre este último asunto no se ha vuelto hablar. Básicamente, no enseñan las actas porque se demostraría que Edmundo González propinó una brutal paliza, en términos democráticos, en las urnas a Maduro", denuncia. 

Frente a este 'apagón informativo', la oposición venezolana encabezada por María Corina Machado, logró lanzar, en menos de 24 horas tras conocerse los resultados de las elecciones, una página web (resultadospresidencialesvenezuela2024.com) donde constan los resultados y las actas electorales, más del 83%, que lograron reunir miles de testigos como Andrés Villavicencio en los centros de votación y que dibujan un panorama muy diferente al que el régimen se empeña en vender. Según estos datos, Edmundo González fue el ganador indiscutible de los comicios con el 67% y un total de 7.303.480 votos. Por el contrario, Maduro quedó en segundo lugar con el 30% de respaldo en las urnas y 3.316.142 sufragios. 

"Dicen que nuestras actas, copias emitidas por el propio CNE, son falsas. Lo curioso es que un mes después ni el CNE ni los testigos del chavismo, que también se marcharon con una copia certificada de las actas idénticas a las nuestras, han sido capaces de hacerlas también públicas", llama la atención el abogado.

Haciéndose eco del lema de oposición venezolana "Acta, mata sentencia", en alusión a la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela legitimando la victoria de Maduro, reprocha que "el resultado a día de hoy sigue siendo un misterio porque de conocerse se caería a pedazos el fraude".

El inicio del hostigamiento

Sin tiempo a digerir la frustración y la rabia, el terror irrumpió en la vida de Villavicencio al llegar hasta las mismas puertas de su hogar. "El lunes 29, al día siguiente de las elecciones, dos sujetos con el rostro cubierto por una mascarilla, uno de ellos con capucha y el otro con gorra, empezaron a llamar a la puerta de mi casa preguntando por mí. Llegaron en un vehículo marca Aveo verde sin matrícula y se identificaron como trabajadores de la empresa que me presta el servicio de Internet. Me indicaron que venían por la avería reportada y que necesitaban entrar en mi vivienda. Les indiqué que no había nada que reparar y se fueron, no sin antes sacar fotos del exterior de mi casa", relata.

Días después de este incidente, un dirigente de Primero Justicia, Juan Pablo Guanipa, denunciaba en la red social X que el Gobierno de Maduro estaba anulando miles de pasaportes de ciudadanos, entre ellos testigos electorales, políticos de la oposición y periodistas críticos. "Me sentí aludido tras días compartiendo en las redes denuncias del fraude electoral y opiniones contrarias al régimen. Ingresé en la web para verificar el estado de mi pasaporte. A pesar de que vencía en 2031, pude leer 'anulado', en letras mayúsculas y en rojo", afirma. "Fue una decisión política y arbitraria y entendí el mensaje: el cerco se estaba cerrando y querían que supiéramos que no podríamos abandonar el país".

Andrés Villavicencio en una manifestación el 23 de enero de este año en el marco de la conmemoración de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez en 1958.

Andrés Villavicencio en una manifestación el 23 de enero de este año en el marco de la conmemoración de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez en 1958. CEDIDA

Asfixiado por este clima de hostigamiento, el "punto de quiebra" del joven llegó el 10 de agosto. "Ese sábado, otro sujeto se estacionó enfrente de mi casa. No llamó a la puerta. Encendía el vehículo, lo apagaba, se bajaba, tomaba fotos, volvía a subirse, arrancaba el motor, lo desconectaba. Así durante cuatro horas. Yo grabé un vídeo donde podía verse la matrícula", relata. 

"Me puse en contacto con una fuente de confianza, cuya identidad por motivos de seguridad no puedo revelar, y le mandé las imágenes. Tras investigar me dijo que lo mejor que podía hacer era irme de inmediato. Pensaban detenerme y llevarme preso al Helicoide, una prisión política tristemente famosa por las torturas y la violación sistemática de derechos humanos de los reos", expone. 

Ese día, Villavicencio tuvo claro que tenía que abandonar Venezuela. Tras explicárselo a su familia y despedirse, consiguió cruzar a Colombia por la frontera. Allí para su sorpresa, descubrió que su pasaporte estaba plenamente en vigor, solo había sido anulado en su país. Desde Medellín tomó un avión rumbo a Madrid, donde permanece hasta ahora.

Lucha desde el exilio

Desde España, el militante de Primero Justicia ve con orgullo las multitudinarias protestas convocadas por la oposición, con Corina Machado al frente, en las calles de Venezuela. "La sociedad venezolana no se ha cansado. El chavismo ha hecho un esfuerzo muy grande para tratar de imponer el miedo y que la gente opte por no salir. Pero muchas personas siguen saliendo para defender la victoria de Edmundo González, valientemente porque todos sabemos los riesgos que implica participar en manifestaciones allá", subraya.

No solo en su país, el rechazo a la victoria de Maduro se ha convertido en un clamor mundial, como las protestas en más de 370 ciudades del pasado 17 de agosto. Exiliado y desterrado, Villavicencio acude a todas y cada una de las organizadas en Madrid, la última el pasado miércoles en la Plaza de Callao. 

Villavicencio se muestra esperanzado de que, pese a la resistencia del chavismo, al final, la democracia se acabará imponiendo y él y otros muchos podrán volver a su país. "Cada día que pasa sin que el régimen muestre las actas, el costo político para Maduro es mayor y su situación más insostenible", asegura, recordando además que hasta sus aliados tradicionales en la región como Lula, Petro, Boric o Andrés Manuel López Obrador tampoco se tragan el resultado. "Todo el mundo de forma unísona está pidiendo lo mismo, que se marche ya", señala.

Pese al enorme coste personal de tener que dejar su tierra y a sus seres queridos, Villavicencio no se arrepiente de nada. "Volvería a hacer todo lo que hice. Volvería a ser testigo electoral, volvería a vigilar los votos, volvería a protestar para que me entreguen las copias de las actas, volvería a leer el resultado de mi centro frente a los vecinos que se agolpaban fuera, volvería a hacer activismo contra el régimen, volvería a haber ido a todas las protestas a las que asistí, volvería a haber dicho todas las cosas que dije en mis redes sociales... Yo no me arrepiento de nada, siento que la lucha por la libertad de Venezuela 100% valió la pena", sentencia.