Washington

Donald Trump ha conseguido lo que parecía difícil: no salir hundido del tenso, bronco y por momentos sucio segundo debate presidencial que le enfrentó en la noche del domingo en la Universidad de Washington (Misuri) a Hillary Clinton.

El cara a cara, que llegaba precedido de la enorme polémica tras la difusión de un vídeo de 2005 en el que el magnate alardea de manera soez y lasciva de poder hacer lo que quisiera con las mujeres por ser rico, se ha saldado con un resultado bastante equilibrado, lo que -en parte- se puede considerar cierta victoria para el republicano, que tenía todo en contra esta noche. Incluso ha logrado acaparar los titulares de medio mundo al amenazar con meter en prisión a su rival.

Debate Hillary Clinton y Donald Trump

La velada prometía. Nada más salir al escenario, ambos aspirantes evidenciaron la tirantez del momento. No hubo apretón de manos. En sus rostros se podía intuir el estrés de las jornadas anteriores. Él, con todos los líderes de su partido pidiéndole la dimisión, y ella, aguardando que su contrincante sacara a relucir en cualquier momento alguna acusación de agresión sexual contra su marido, mientras tres mujeres que denunciaron en los noventa a Bill Clinton por abusos la observaban desde primera fila por cortesía de Trump.

El escándalo por las declaraciones machistas y obscenas de 2005 no tardó en surgir en este debate, en el que ciudadanos anónimos alternaban sus preguntas con la de los moderadores, los periodistas Martha Raddatz (ABC News) y Anderson Cooper (CNN), con los que el republicano tuvo varios roces y quejas por la forma de administrar los tiempos y las interrupciones. "Sois tres contra uno", llegó a protestar.

Cuestionado sobre si se considera un modelo para la juventud tras el episodio de 2005 aireado el pasado viernes, el aspirante retomó la estrategia que ha mantenido hasta ahora: "No estoy orgulloso de aquello. Fue una conversación de vestuario y me he disculpado con mi familia y con mi país. Pero América tiene otros problemas más importantes, como ISIS [las siglas en inglés para denominar al grupo terrorista Estado Islámico]".

De poco le sirvió tratar de desviar el tema, ya que había preparadas repreguntas por parte de los periodistas, aunque él se mantuvo en su línea: "Tengo un gran respeto por las mujeres, nadie las respeta más que yo", añadió tras pedir perdón nuevamente, para intentar reconducir el debate hacia sus planes para "hacer de EEUU un lugar más seguro, grande y próspero".

Clinton no dejó escapar la oportunidad y salió al ataque. "Como todos, he estado pensando mucho en las últimas horas sobre lo que hemos oído. Nunca he cuestionado la capacidad de otros candidatos republicanos, pero Donald Trump es diferente. Dije que no estaba capacitado para ser presidente y muchos en su partido dijeron lo mismo. Lo que oímos el viernes fue a Donald hablando de mujeres. Lo que hace con ellas, lo que piensa y lo que dice. Este vídeo representa quién es él en realidad", dijo.

La aspirante demócrata aprovechó ahí para hilvanar las otras controversias en las que se ha visto implicado su oponente. "No es sólo esta grabación. Ha insultado a las mujeres, ha denigrado a una ex Miss Universo, ha atacado a los inmigrantes, a los afroamericanos, a los latinos, a los musulmanes, a los discapacitados… La pregunta que EEUU debe responder es si alguien así nos representa".

Ataques a Bill Clinton

El republicano no tardó ni 17 minutos desde el arranque del cara a cara en demostrar cuál iba a ser su estrategia de defensa: sacar a relucir los escándalos sexuales de la etapa de Bill Clinton y acusar al expresidente de abusar de varias mujeres. "Lo mío son palabras por las que ya me he disculpado, pero Bill y ella (Hillary) atacaron a esas chicas", aseveró el millonario metido a político, que recordó que su rival defendió hace años a un hombre acusado de violar a una niña de 12 años, ya adulta, a la que también llevó invitada a la Universidad de Washington.

Clinton respondió retomando el resto de polémicas ya conocidas del magnate, como sus críticas a la familia de un soldado musulmán fallecido en Irak, su ataque a un juez federal de ascendencia mexicana, sus burlas a un reportero con discapacidad o las acusaciones "racistas" de que Barack Obama no había nacido en Estados Unidos.

"Cuanto más bajo cae él, más alto estamos nosotros", afirmó la ex secretaria de Estado parafraseando a su "amiga" Michelle Obama.

La atención sobre el controvertido vídeo se agotaba sin que pareciera estar afectando demasiado a Trump. De hecho, ni siquiera tuvo que entrar a explicar la rebelión de los líderes republicanos que dentro de su partido le están pidiendo que se marche. Sólo lo mencionó de pasada Clinton antes de cambiar de tercio.

El millonario neoyorquino se tomó su venganza volviendo al escándalo de los correos electrónicos que viene persiguiendo a la demócrata desde que comenzó su carrera hacia la Casa Blanca. Y esta vez, a diferencia de lo ocurrido en el primer debate, le sacó mucho más jugo.

En un golpe de efecto que tensó más la noche, el aspirante conservador anunció que si es elegido presidente nombrará un fiscal especial para investigar la eliminación de 33.000 correos por parte de la ex secretaria de Estado, a la que llegó a calificar de "demonio".

"Cada cosa que dice es falsa, y no me sorprende", contestó Clinton, animando a la audiencia a acudir a su página web para verificar los datos, como ya hizo en el primer cara a cara. Tras volver a admitir que fue un error usar su cuenta de correo personal y pedir perdón, replicó al respecto de la intención de su contrincante de investigarla que “es bueno que no tengamos un presidente con el temperamento de Donald Trump a cargo del sistema legal”, a lo que el republicano soltó: “Sí, porque entonces tú estarías en la cárcel”.

A partir de ahí Trump fue ganando soltura y recuperando confianza, llegando incluso a permitirse alguna broma, como cuando cedió la palabra a Clinton a la hora de responder a una pregunta alegando que es "un caballero". Por cierto, que ha sido muy comentado en las redes sociales su poco tino a la hora de situarse en el escenario, sobre el que se iba paseando constantemente sin saber exactamente dónde quedarse.

El debate se fue alejando de las polémicas y centrándose en los programas y las propuestas de ambos. Así, Trump volvió a defender la necesidad de controlar la entrada de musulmanes al país para evitar nuevos ataques de "terrorismo islamista radical", a diferencia de lo que hasta ahora "han hecho Obama y Clinton, con su mal juicio". Esto del “mal juicio” de la demócrata lo repitió incesantemente, recordando que fue Bernie Sanders el autor de esa crítica.

Ella volvió a rechazar esa medida migratoria, aunque apostó por reforzar los controles de entrada, y se burló de las intenciones de su rival preguntándole si pensaba hacer exámenes religiosos a los viajeros que llegaran a EEUU. "Esas actitudes sólo generan más violencia", precisó.

Elogios a Putin

Sobre el conflicto de Siria y la guerra contra el autodenominado Estado Islámico, la ex secretaria de Estado apuntó la posibilidad de armar a los kurdos y continuar colaborando con los rebeldes sin enviar tropas sobre el terreno, mientras que el republicano elogió la actitud que en este asunto mantienen Rusia, Irán y al régimen de Bashar El Asad, por luchar contra los terroristas, frente a la "debilidad" que a su juicio muestra EEUU.

Clinton, por su parte, recriminó cada vez que pudo la proximidad de Trump con el régimen de Vladimir Putin, insinuando que quizá tenga intereses económicos en aquel país. "Rusia está intentando interferir en el proceso electoral estadounidense, y no precisamente para que yo gane, y me pregunto por qué", reprochó la demócrata, ante lo que el magnate negó que tuviera negocios o préstamos en aquel país e insistió en cuestionar la estrategia de la Administración Obama de suministrar apoyo a los rebeldes en Siria. Es más, abogó por colaborar con los rusos, confesando abiertamente que su número dos en la papeleta, Mike Pence, discrepa en este punto.

Impuestos y campaña

Los impuestos que paga el aspirante conservador salieron de nuevo a relucir como en el primer debate. Tras anunciar que rebajará los tributos si llega a la Casa Blanca, "a diferencia de lo que hará Hillary", Trump admitió que, tal y como se ha publicado, usó las pérdidas de 916 millones de sus empresas en 1995 para evitar pagar impuestos federales durante años, "igual que hacen los millonarios que financian la campaña de Hillary", agregó citando a los inversores de Wall Street Warren Buffet y George Soros.

"Donald vive en un mundo alternativo", fue la respuesta de su oponente, que también tuvo que disculparse durante la noche con los votantes de republicanos, a los que calificó durante la campaña como "deplorables". "Siento cómo hablé de ellos. Mi enfrentamiento no debe ser contra su electorado sino contra él y sus ideas", zanjó la ex primera dama.

Dejando atrás las cuestiones de calado político, uno de los momentos que ayudó a destensar la noche llegó al final, cuando uno de los ciudadanos pidió a ambos que destacaran una cualidad que admiraran del otro. Hillary Clinton elogió a "los hijos" del republicano, por respaldarle en todo momento, mientras que Trump aplaudió de ella que es "una luchadora y que no se rinde" en la defensa de sus ideas, "aunque yo no las comparta".

Aunque no se puede decir que Trump ganara el debate, desde luego salió de él mucho mejor de cómo entró. Incluso la CNN en su encuesta -que da la victoria a Clinton- indicaba que un 63% de la audiencia cree que Trump ha estado mejor de lo que se esperaba. Otra cosa es que esta intervención sea suficiente para enterrar los escándalos que lo acechan. En cualquier caso, queda un mes por delante hasta los comicios del 8 de noviembre y el último de los cara a cara presidencial será el próximo día 19. Aún puede pasar de todo. Por cierto, al despedirse sí hubo apretón de manos.

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