El caso de los correos electrónicos sigue persiguiendo a Hillary Clinton ahora en la recta final de la campaña. El FBI, a nueve días de las elecciones, vuelve a recordarle a la candidata demócrata que todavía no se ha esclarecido este asunto y que puede costarle las elecciones porque, según las encuestas del fin de semana, habría perdido los doce puntos que llevaba de ventaja a Donald Trump.
Hasta ahora, los funcionarios del FBI no han visto el contenido de los nuevos e-mails porque necesitaban una orden que ya han obtenido de un tribunal de Washington.
Estos nuevos correos se han descubierto entre los mensajes en un ordenador del excongresista Anthony D. Weiner, que es exmarido de la principal asesora de Clinton, Huma Abedin. Los miembros del FBI investigaban al excongresista por el envío de posibles mensajes sexuales explícitos a una adolescente cuando se toparon con estos correos.
El pasado 3 de octubre, agentes de Nueva York confiscaron el iPhone de Weiner, un iPad y el ordenador portátil. Buscando en la computadora contenidos sexuales, encontraron evidencias de correos electrónicos similares a los que se habían examinado durante la investigación a Hillary Clinton.
La ley federal de EEUU establece como delito el mal manejo de información de seguridad nacional, que tiene que ser investigado por el FBI, por lo que desde 2015 estaba abierta esta operación sobre la entonces secretaria de Estado.
Los federales hallaron correos en la cuenta personal de Hillary Clinton que había utilizado y en algunos de sus ayudantes, pero no pudieron dar con todos los dispositivos electrónicos -teléfonos, tabletas, ordenadores- que la candidata demócrata y sus colaboradores poseían, según aclara The New York Times.
El caso se cerró tras la declaración de Clinton en julio en una comisión del Congreso y después de que el FBI no pudiera encontrar ninguna evidencia de que la candidata demócrata o alguno de los miembros de su equipo habían vulnerado conscientemente la ley. Es decir, se consideró que fue más un error que un delito.
Sin embargo, estos nuevos correos pueden volver a abrir el caso que ya le ha costado a Clinton su ventaja con Trump y quién sabe si no podría costarle también la presidencia de EEUU.
Fuentes de la investigación aseguran que los nuevos indicios pueden ser copias de otros correos que ya han sido revisados, pero, aún así, tienen que abrir una pequeña investigación para aclararlo.
El FBI cree que puede tardar semanas para realizar este examen por lo que considera que no va a tener una conclusión antes del próximo 8 de noviembre, cuando están convocadas las elecciones.
El director del FBI, James Comey, ha aclarado que se ha visto en la obligación de hacer pública la investigación tras la promesa de transparencia que hizo en el Congreso de EEUU respecto a este tema.
Pero su decisión ha levantado ampollas en la política estadounidense, sobre todo en el partido demócrata, quien ha acusado a Comey de interferir en la campaña electoral alegando que podría haber violado la ley en un artículo que asegura que ningún funcionario del FBI puede usar su autoridad oficial para influir en una elección.
Altos funcionarios del Departamento de Justicia trataron de evitar hacer pública esta información asegurando que violaría las normas internas del departamento que piden no hablar de las investigaciones criminales en curso para no entrometerse en las elecciones.
Por eso algunos congresistas demócratas han pedido directamente la cabeza de Comey y una decena de exfiscales federales, entre ellos Eric Holder, han firmado un manifiesto criticando la actitud del FBI.
El candidato republicano, Donald Trump, ha agradecido esta ayuda y ha advertido de que estamos ante un escándalo "más grande que el Watergate".
"El Departamento de Justicia ha tenido una larga tradición de no interferir con las elecciones y Comey lo ha hecho con una carta llena de insinuaciones y con muy pocos hechos", ha contestado un dirigente de la campaña de Clinton.