Durante la campaña, Donald Trump aseguraba que las elecciones estaban “amañadas” para que ganara su oponente demócrata, Hillary Clinton. Ahora, expertos en ciberseguridad y la aspirante del Partido Verde, Jill Stein, piden esclarecer si se manipularon para favorecer al presidente electo.
El martes, New York Magazine informó de que varios expertos en ciberseguridad y elecciones se habían puesto en contacto en los días anteriores con la campaña de Clinton para recomendarle que pidiera un recuento en los estados de Wisconsin, Pensilvania y Michigan, que abrieron un camino a la victoria para el candidato republicano. Temían que se hubiera pirateado el sistema de votación.
Al día siguiente, J. Alex Halderman, director del Centro de Ciberseguridad y Sociedad de la Universidad de Michigan y uno de los expertos que alertó a la campaña demócrata, publicó un artículo en la web Medium, donde explicaba en detalle sus razones para solicitar un recuento. Halderman argumentaba que es posible -aunque poco probable- que piratas informáticos hubieran infectado las máquinas de votación en estos estados antes de los comicios para que otorgaran la victoria a Trump.
“Hace unos años, probablemente hubiera dicho que eso sonaba a ciencia ficción, pero 2016 ha visto ataques sin precedentes que buscaban interferir en las elecciones”, escribió. “La única manera de saber si un ciberataque alteró el resultado es examinar con detenimiento las pruebas físicas disponibles: las papeletas y equipo en estados críticos como Winsconsin, Michigan y Pensilvania. Por desgracia, nadie va a examinar esas pruebas a no ser que los candidatos en esos estados actúen ahora, en los próximos días, y exijan un recuento”.
Su mensaje parece haber tenido efecto sobre la aspirante del Partido Verde, Jill Stein, que ha lanzado una campaña para recabar fondos con los que pedir un recuento en los mencionados estados. “Tras una divisiva y dolorosa campaña electoral, supuestos pirateos a bases de datos de votantes y partidos y cuentas de correo están llevando a muchos estadounidenses a preguntarse si los resultados electorales son fiables. Estas preocupaciones deben ser investigadas antes de que se certifiquen las elecciones de 2016. Nos merecemos unas elecciones de las que nos podamos fiar”, declaró Stein en un comunicado este martes.
La aspirante -que recabó 3,5 millones de dólares durante la campaña electoral, según los últimos datos disponibles de finales de octubre- ahora ha recaudado ya unos cinco millones para financiar el recuento en los tres estados sospechosos, cuyo costo total estima que ascenderá a hasta los siete millones de dólares (inicialmente su objetivo de recaudación era menor).
Stein, que asegura haber visto "anomalías en el voto", ha presentado una solicitud formal de recuento en Wisconsin. Después deberá hacer lo propio en Pensilvania antes de que finalice el plazo el lunes en ese estado; y el miércoles es la fecha límite para pedir un nuevo conteo en Michigan. La política dice no poder asegurar, sin embargo, que se dé luz verde a sus solicitudes y que, en caso de que no prosperen, destinará el dinero a luchar por reformar el sistema de votación, recoge Reuters.
Desafiando los pronósticos, Trump arrebató Wisconsin y Pensilvania a Clinton e impidió la victoria de la demócrata en Michigan, que todavía no se ha decantado por un contrincante. Así, el republicano sobrepasó en 20 puntos la barrera de 270 votos del Colegio Electoral para ser presidente, mientras que Clinton se quedó a 38 puntos electorales de dicho umbral. Si los tres estados -con 10, 20 y 16 votos electorales respectivamente- pasaran a manos de la demócrata, Trump se quedaría sin sentarse en el Despacho Oval.
Mientras el escrutinio de votos termina en EEUU -el ganador de las elecciones se declara en base a proyecciones-, la ventaja de Clinton sobre Trump en voto popular, es decir, en número total de votos recibidos en el país, no deja de crecer. Según Cook Political Report, esa ventaja este viernes era de más de dos millones. La misma web, que monitorea el escrutinio, muestra que los resultados en los tres estados cuestionados son muy ajustados. En Wisconsin, Trump gana por unos 22.000 votos, en Pensilvania por unos 70.000, y en Michigan por cerca de 11.000.
Esto ha empujado a seguidores de la ex secretaria de Estado a animarla a pedir un recuento, pero por ahora la aspirante demócrata, que criticó a Trump por decir que las elecciones estaban amañadas, no ha dado señales de querer ir por esa vía. Stein, por su parte, asegura no estar impulsando un recuento para favorecer a la demócrata, sino para “arrojar luz sobre cuán poco fiable es el sistema electoral estadounidense”. En todo caso, su decisión evita a Clinton tener que cuestionar abiertamente la legitimidad del triunfo de Trump.
El temor a una injerencia rusa en las elecciones para colocar a Trump -quien tiene una buena relación con Vladímir Putin- al frente de EEUU afloró durante la campaña electoral. Las cuentas de correo del órgano ejecutivo del Partido Demócrata y el jefe de campaña de Clinton, John Podesta, fueron pirateadas y su contenido revelado por WikiLeaks. Las autoridades reportaron ciberataques procedentes de hackers en Rusia que buscaban acceder a bases de datos de registros de votantes. Por ello, la Comunidad de Inteligencia estadounidense llegó a acusar a Rusia antes de los comicios de querer influir en el resultado electoral.
La preocupación ha sido suficiente como para que un grupo de más de 100 académicos hayan firmado una carta abierta a los miembros del Congreso en Washington DC para que investiguen la posible injerencia extranjera en el proceso electoral, especialmente de Moscú. Los firmantes aseveran que no pretenden cuestionar el resultado de las elecciones de noviembre pero que “simplemente sabemos que hacer oídos sordos a esa injerencia enviará una luz verde global a los hackers y a otros que busquen socavar nuestras instituciones democráticas”.
El diario The Guardian adelantó que expertos y activistas preparan un informe sobre las dudas en torno a los resultados de Wisconsin, Pensilvania y Michigan. El documento será entregado a autoridades federales y líderes en el Congreso en la próxima semana, asegura el rotativo británico.
Un exagente del FBI y actual coordinador de seguridad nacional para Carbon Black, una de las mayores empresas de ciberseguridad en EEUU, aseguró recientemente a EL ESPAÑOL que, en el pirateo informático, Moscú adelantaba a Washington y que “los acontecimientos de estas últimas elecciones dejan claro que ellos saben jugar a la ofensiva muy, muy bien”, en referencia a los presuntos hackeos a las cuentas de correo del Partido Demócrata y otros sucesos denunciados por las autoridades.
Expertos en estadística electoral, sin embargo, han cuestionado la idea de que las elecciones fueron hackeadas. New York Magazine recoge en su artículo que en los condados de Wisconsin que utilizaban urnas electrónicas Clinton llevó un 7% menos de apoyo que en aquellos donde utilizaban papeletas y escáneres ópticos. Sin embargo, FiveThirtyEight asegura que no hay pruebas que indiquen que el método de votación usado en un determinado condado determinase el resultado. Por otro lado, el New York Times argumenta que dicho efecto desaparece al tener en cuenta los factores de raza y educación al echar cuentas.
Sea como fuere, muchos critican la vulnerabilidad de las máquinas de votación utilizadas en buena parte del país. Halderman, de la Universidad de Michigan, defiende las papeletas y asegura que las máquinas son muy fáciles de piratear y que él mismo lo ha demostrado.
Verified Voting, una ONG que lucha por que se apruebe legislación que garantice la transparencia y seguridad de los procesos electorales, asegura que es necesario que quede un “registro permanente” de cada voto (como un papel) que permita verificarlos y denuncia que muchas máquinas en EEUU sólo guardan el voto electrónicamente, sin proporcionar ese tipo de registro.
La organización aboga por que se auditen los resultados de los comicios después de cada proceso electoral para verificarlos y, ante el temor a que Rusia haya trastocado los resultados del 8 de noviembre, sugiere que se auditen muestras aleatorias de votos en todo el país para que los ciudadanos puedan confiar en su sistema electoral. Mientras tanto, la etiqueta #AuditTheElection (auditemos las elecciones) ha explotado en las redes sociales.
Halderman, el experto en ciberseguridad, asegura en su artículo que Wisconsin y Michigan utilizan sistemas que dejan un rastro de papel, por lo que se pueden examinar con facilidad. En Pensilvania, sin embargo, muchos condados sólo usan fórmulas electrónicas, lo que requeriría “análisis forenses”.